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La increíble historia detrás de la universidad que tuvo que pedirle perdón a una estudiante por no dejarla ingresar a su mascota
Un reciente fallo de la Corte Constitucional insta a las instituciones educativas para permitir el ingreso de mascotas de los estudiantes que lo requieran en casos de apoyo emocional. ¿Qué tan conveniente es la medida? Hablan los expertos.
El pasado 10 de julio, la Corte Constitucional sorprendió con un fallo que apunta a que las instituciones de educación superior deben facilitar el acceso de los perros de apoyo emocional a los estudiantes que lo requieran como forma de tratamiento psicológico.
La historia es así: la Sala Segunda de Revisión analizó una acción de tutela interpuesta por una estudiante que solicitó la entrada de su perro a la institución educativa en la que cursa sus estudios de pregrado y que le fue negada. La universidad tomó esa decisión luego de que otro alumno se quejara de la presencia del perro en las instalaciones.
La institución de educación superior fue más allá: en medio de la polémica emitió un protocolo para la entrada de perros de apoyo emocional a sus instalaciones, y el alto tribunal encontró graves problemas de constitucionalidad en su contenido.
Según la estudiante, se vio obligada a poner la tutela ante la negativa de dicha institución, que la instaba a presentar no solo un carnet de vacunación de la mascota, sino los documentos relacionados con su historia clínica. De esta manera, se buscaba soportar no solo su proceso médico, sino, especialmente, cómo se justificaba la dependencia emocional hacia su mascota.
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En casos como este, el alto tribunal fue claro: reconoció que el acompañamiento de perros de apoyo emocional se traduce en una forma de tratamiento psicológico que se encuentra amparado por el derecho a la salud. Lo anterior, tras considerar que el vínculo de apego emocional entre el perro y su dueño promueve una sensación de bienestar, lo cual permite que estos sean utilizados en el manejo de enfermedades mentales, como la depresión y la ansiedad, cuyos casos se han incrementado significativamente desde la reciente pandemia del covid-19.
Así lo muestran las cifras. En el mundo, el 3,8 por ciento de la población padece de depresión, por ejemplo. En Colombia, ese número alcanza el 4,7 por ciento, es decir, afecta a unas 2.425.000 personas, tal como indica la Organización Mundial de la Salud.
Y, pese a que el número es alto, los pacientes encuentran barreras no solo en materia de diagnóstico, sino de tratamiento oportuno. De acuerdo con el más reciente informe del Observatorio Nacional de Salud (ONS), en el país los pacientes con una enfermedad como la depresión encuentran “barreras de acceso al sistema de salud que restringen el tratamiento”.
Según el informe número 11 del ONS, que detalla el acceso a servicios de salud en Colombia, la brecha en la atención de personas con depresión llega a un preocupante 80 por ciento. En otras palabras, únicamente el 20 por ciento del total de personas adultas con diagnóstico de depresión recibe atención especializada.
La Asociación Colombiana de Psiquiatría advierte, por su parte, que solo uno de cada diez colombianos con depresión toma el tratamiento adecuado.
Por ello, muchos de estos pacientes han encontrado en las mascotas no solo compañía, sino un apoyo real para paliar distintas condiciones de salud mental.
A juicio de la Corte, que tuvo como magistrado ponente a Juan Carlos Cortés González, este tipo de intervenciones con perros se han convertido, además, en “un medio para el ejercicio de otros derechos, como la educación”. Por ello, se lee en el fallo, debe “ser considerado por las instituciones de educación superior al momento de establecer ajustes razonables mediante protocolos de ingreso de aquellos a sus instalaciones”.
Y consigna otro detalle no menor: a la hora de tratar temas de salud mental, “se debe tener en cuenta el enfoque de género, pues las niñas y las mujeres tienen mayor probabilidad de sufrir trastornos de ansiedad y depresión”.
Una larga historia
Aunque puede parecerlo, el concepto de animal de apoyo emocional no es nuevo. Es una figura creada hace cerca de una década por las autoridades de vivienda y aeronáuticas de Estados Unidos, que reconocieron entonces la necesidad de permitir que los animales de compañía puedan viajar en cabina y no en la bodega de los aviones, y que, asimismo, no sean considerados como simples mascotas en el momento de adquirir una vivienda.
También, que puedan acompañar a sus dueños o tutores en espacios como oficinas, colegios o universidades, según explica Róbinson Pavajeau, médico veterinario y zootecnista.
En opinión de Juanita Medrano, médica psiquiatra, situaciones como la que afrontó la estudiante universitaria y que motivaron el reciente fallo de la Corte Constitucional obedecen a que en Colombia las enfermedades relacionadas con la salud mental aún se consideran un estigma. “Algo de lo que se debe hablar en voz baja”.
Y cita una encuesta del Ministerio de Salud y el Centro Nacional de Consultoría de 2023 que reveló, por ejemplo, que solo dos de cada diez personas “intentarían apoyar a alguien que se vea alterado mentalmente en la calle, mientras que otros dos sentirían miedo en una situación de esa naturaleza. En las cinco ciudades principales es menos frecuente que las personas intenten ayudar”, señala la profesional.
En su fallo, la Corte le exige a la universidad involucrada en este caso pedir perdón a la estudiante en privado. Además, promover campañas que permitan sensibilizar a la comunidad educativa frente al tema.
Precisamente, una de las universidades del país que acogió, desde 2021, esta posibilidad es el Externado de Colombia, ubicada en Bogotá. En el campus, por ello, es usual observar perros no solo en las zonas comunes, sino en los propios salones de clase.
Andrea Mojica, coordinadora de Desarrollo Humano de la alma mater, explica que las directivas entendieron a tiempo la importancia de facilitar el tratamiento de las condiciones de salud mental. No obstante, establecieron una serie de condiciones para que cualquiera de sus alumnos pueda ingresar con su mascota a la institución “a fin de no generar problemas de convivencia por el ruido natural que generan los animales o porque las mascotas hagan sus necesidades en donde no deben”.
En opinión de Andrea Padilla, senadora animalista por la Alianza Verde, la decisión de la Corte se convierte en un gran paso, “pues implica reconocer que los animales de compañía son parte de la familia. Es por ello que hoy se habla de familias multiespecie, porque las mascotas realmente desempeñan un rol de verdadero soporte para algunas personas que necesitan de esa compañía permanente que ellos brindan para desempeñarse de manera adecuada en su vida cotidiana”.