Sexualidad
“La masculinidad tóxica ha llevado a los hombres a creer que valen según su pene”, Flavia dos Santos
Por décadas, los hombres han sentido sobre sus hombros el peso de ser buenos amantes, estar bien dotados y ser casi unas máquinas de placer. ¿Qué hacer para
La sexualidad masculina ha estado rodeada de mitos desde hace muchos años. Se espera que los hombres sean fuertes siempre, no muestren sus emociones, estén constantemente listos y dispuestos a tener intimidad, les encante cualquier tipo de mujer, tengan la iniciativa, duren mucho tiempo en la cama y estén bien dotados. Total, dice la creencia popular, por algo son los machos alfa.
Son situaciones que la sexóloga Flavia dos Santos ha visto desfilar en consulta una y otra vez en sus largos años de carrera. “No es fácil ser hombre, porque toda la presión está puesta en su pene, en su tamaño, en su desempeño, en qué tan buenos o malos amantes son. Para un hombre no hay nada más demoledor para su autoestima que ser considerado un mal polvo, como dicen los colombianos”.
Esta presión, agrega la especialista, ha propiciado que los hombres eviten cada vez más los encuentros sexuales y cuando los tienen no logran una conexión placentera. Se han vuelto temerosos, pues sienten miedo de no cumplir las expectativas.
Parte del origen de esta situación está en la liberación femenina, que, de alguna manera, igualó a ambos sexos en la expresión de sus necesidades en la cama. Aquello de que el hombre propone y la mujer dispone parece ser cosa del pasado. Ellas también quieren proponer, compartir sus fantasías, dejar el rol de sumisas y hablar sin filtros y abiertamente en distintos espacios de sus necesidades en la búsqueda de placer. Este tema hasta hace poco era exclusivo de los hombres o del que las mujeres hablaban a puerta cerrada.
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El asunto es que, dice Dos Santos, cada vez hay más hombres heterosexuales que evitan el encuentro sexual. “Y, cuando lo tienen, no logran una conexión placentera, lo que conduce a una percepción, entre muchas, de que ellos están cada vez peor en la cama”.
Esto ha llevado, de acuerdo con la sexóloga, “al consumo desenfrenado de pastillas azules para garantizar un pene erecto a todo momento, para entregar placer, porque se supone que ese es el rol que deben desempeñar los hombres”.
De ahí, asegura la brasileña, “la angustia que viven a la hora de la pérdida de la erección, algo que es muy común y normal en cualquier hombre del mundo. No necesariamente se trata de un problema de salud, pero les afecta la autoestima y muchas veces hasta la misma relación de pareja a los hombres, porque lo más fácil es alejarse por creer que el pene flácido lo cancela como un ‘hombre de verdad’”.
No, el tamaño no importa
Javier Figueroa trabaja en una entidad del Estado. Es separado, tiene una hija de 17 años y desde hace ocho meses decidió probar suerte en la aplicación Tinder para conseguir citas y encontrar de nuevo el amor.
Ya ha salido con varias mujeres y la experiencia hasta ahora, dice, le deja un sabor agridulce. “No quiero sonar machista, pero todo es muy distinto de cuando estaba más joven y quería conquistar a una mujer. Antes, las mujeres te generaban curiosidad, se hacían interesantes, se hacían desear. Pero ahora casi que te sacan un manual en la cama sobre qué les gusta, en qué momento y demás. Y hay poco espacio para el juego, el coqueteo... Quieren placer, como si se tratara de una necesidad y como si uno fuera una máquina. Ha sido difícil adaptarme”, reconoce este comunicador, con algo de pudor.
De alguna manera lo ha vivido también Luis Alejandro Tinjacá, un vendedor de carros separado desde hace varios años por cuenta, dice, de que no logró “seguirle el ritmo” a quien fue su esposa, una mujer 16 años más joven.
“Poco antes de que nos separáramos, vivimos una crisis matrimonial muy fuerte, como la que deben vivir muchas parejas, porque ella decía que el sexo era el 50 por ciento de una relación. Iba a un ritmo que yo no le podía dar. Eso me generaba ansiedad, bloqueos, y por más que lo intentaba no lograba complacerla y eso le generaba a ella una enorme frustración. Pensaba que, incluso, no tenía sexo con ella por culpa de alguna amante. Pero no era eso. Era miedo a fallar, a no complacerla, a sentirme poco hombre”, asegura Tinjacá, quien agrega que para un hombre nunca será fácil hablar abiertamente de sus emociones y menos de sexo. “Eso es una vaina que uno habla entre hombres”, afirma Luis Alejandro.
“Y no me lo está preguntando, pero esto mismo les ha pasado a varios amigos que conozco. Salir ahora con alguien implica estarse poniendo a prueba sobre si uno es buen amante o no”, dice.
A esto se suma, asegura Dos Santos, “la enorme presión que durante años ha hecho carrera relacionada con aquello de que el tamaño sí importa”.
Un estudio reciente realizado en Estados Unidos, explica la sexóloga, indica que una de las mayores fuentes de ansiedad masculina es el tamaño del pene. “Desde la adolescencia, esta preocupación acompaña a los hombres. Asumen, con algo de ingenuidad, que cuanto más portentoso sea, mayor es el poder, la potencia, el placer”.
De ahí que hoy “los hombres sueñan siempre con un pene grande colgando de su anatomía. Como si eso los definiera. Y las mujeres no se quedan atrás. Para algunas es objeto de deseo, un fetiche”, analiza Flavia.
“¡Es como si bastara tenerlo inmenso para garantizar el placer!”, se lamenta la experimentada sexóloga.
“Este pensamiento es un error básico y recurrente de nuestra cultura. No se ha entendido que la sexualidad no se puede reducir a un órgano o al momento de la penetración. La sexualidad va mucho más allá de eso. Y deberían educarse a los hombres y a las mujeres por igual en ese sentido para evitar que se generen inseguridades”.
Contrario a lo que muchos creen, Flavia deja claro que “no, el tamaño no importa, lo que importa es el cuerpo entero. Dejar atrás las viejas creencias es difícil, pero es una tarea necesaria. Todos buscamos gratificación en el sexo. Y solamente la logramos cuando somos libres para sentir, pensar y disfrutar. De lo contrario, como les está pasando a muchos hombres hoy, el sexo se convertirá en una verdadera tortura”.
Consejos para ‘meros machos’
- No mida su valía como hombre en su aspecto físico. Los sexólogos proponen pararse desnudo frente al espejo de vez en cuando no con interés sexual, sino como un ejercicio de valoración personal.
- No tema expresar sus sentimientos y frustraciones. No está mal buscar ayuda profesional si se siente vulnerable.
- Los medicamentos para mejorar el desempeño sexual se deben tomar con moderación. Consulte siempre con su médico de confianza.
- Apueste por relaciones nutritivas, que trasciendan el deseo sexual. Personas con las que, además, pueda compartir aficiones y gustos.
- Contrario a la creencia popular, el tamaño no importa. “Importan el tamaño del deseo y la imaginación”, dice Flavia dos Santos.
- Si ha sufrido una ruptura amorosa, sane primero. No llene vacíos con sexo.
- No genere expectativas en el sexo a partir de la pornografía. Esta, en realidad, es una distorsión de la sexualidad.
- Si tiene hijos varones, edúquelos en el amor propio y que entiendan el valor de la sexualidad más allá del deseo físico.
- Las palabras tienen poder. Evite expresiones diarias que conlleven referencias fálicas o que denoten que la valía de los hombres está en función de su pene.
- No tema expresarse abiertamente y buscar ayuda en caso de sufrir una disfunción eréctil o presentar problemas de eyaculación precoz, por ejemplo. Son situaciones más frecuentes de lo que parece. Si está con la pareja adecuada, lo entenderá y lo apoyará.