NEUROCIENCIA

¿Cómo funcionan la memoria y el olvido?

Dos hermanas noruegas, una neuropsicóloga y la otra novelista, escribieron un libro sobre la memoria, esa misteriosa habilidad, caprichosa e imperfecta, que a veces deja a la gente con la palabra en la punta de la lengua. Así funciona el olvido.

13 de octubre de 2018
Para dar espacio a recuerdos más relevantes el cerebro olvida algunos hechos.

La memoria es muchas cosas al tiempo: un dato, un hábito aprendido o una herramienta motora. Pero su función más atractiva reside en su capacidad de permitir que los seres humanos viajen en el tiempo y revivan el pasado. Los expertos la llaman memoria episódica porque registra, capítulo tras capítulo, la historia de la vida. La ciencia no ha podido explicar cómo guarda y recupera la información. Un solo recuerdo abarca una serie de sensaciones almacenadas en diferentes puntos y cuando evoca todas esas pequeñas piezas descompuestas, estas se juntan en una onda de conciencia unificada.

Puede leer: Cuándo la mala memoria y los despistes son un problema Claves para saber qué es normal y qué no

Sin embargo, varía cada vez que lo hace. El hipocampo, el cuartel central de la memoria, trabaja de la mano de la imaginación para producir el recuerdo cada vez. Por eso, una remembranza no es un documento fiel al original, sino algo más parecido al teatro en vivo: cada día añade una nueva frase a la trama. El proceso de recordar tiene una parte física y otra imaginada, explica Ylva Østby, coautora, junto con su hermana Hilde, del libro Aventuras de la memoria, el cual explora la ciencia de recordar y olvidar. “La memoria llena así los detalles perdidos originalmente. Nos parece que recordamos los eventos sin problemas, de la misma forma en que sucedieron, pero en realidad el cerebro ha compensado en mayor medida por aquellos detalles olvidados”, dice Ylva a SEMANA. Eso la hace poco confiable.

Es posible olvidar en cualquiera de las etapas del proceso: es la memoria de trabajo y por eso muchos no recuerdan el nombre de la persona que acaban de conocer. La razón es que esta memoria tiene un espacio limitado para guardar información. También puede pasar durante la etapa de consolidación, cuando el cerebro clasifica los datos, les da sentido y elimina las partes irrelevantes, todo sin consultarle a su dueño. Así mismo, se pierde en el almacenamiento a largo plazo, ya sea porque se desintegre o porque la reemplacen recuerdos similares. El cerebro olvida como un ejercicio necesario de economía, eficiencia y limpieza, para crear más espacio y clasificar la memoria en redes significativas e importantes. Así, los recuerdos más relevantes se destacarán del resto.

El cerebro olvida por economía y eficiencia, para dar espacio a recuerdos más relevantes. 

Quizá por eso las hermanas Østby plantean que la memoria no es como el corazón, que puede ejercitarse para funcionar mejor. Aconsejan a sus lectores bajar las expectativas y nunca esforzarse por tener un recuerdo perfecto. “Instamos a las personas a aceptar mejor los resbalones de su memoria –dicen– y si olvida el nombre de la persona que está frente a usted, pregúnteselo otra vez, cuando su memoria de trabajo esté lista. Podrá parecer descortés, pero todos pasamos por lo mismo”, aseguran.

Aun así, hay mecanismos para recordar. Una técnica es el palacio de la memoria, que consiste en asignar a cada lugar de una casa imaginada, palabras para memorizar, lo cual ayuda a no olvidar un examen, un discurso o una simple lista de compras, “pero nunca le devuelven los recuerdos perdidos ni almacenan un recuerdo episódico”, dice Ylva. Para evocar nuevos nombres funciona visualizar un objeto parecido a ese nombre. Es posible, además, rememorar a partir del interés y las emociones. De hecho, la curiosidad está detrás de quienes ganan concursos de conocimiento y la motivación emocional se encarga de que los actores retengan sus libretos. “Los seres humanos recuerdan lo más significativo de sus vidas, lo que más les preocupa”, afirman. No está de más vivir física y mentalmente activos, dormir lo suficiente y descansar; no estresarse, comer saludablemente y ser activos en sociedad.

Le sugerimos: La memoria se puede ejercitar para evitar perderla

Está en la genética, pero eso nadie lo controla. Algunos tienen una memoria prodigiosa que les permite recordar todo lo que hicieron en fechas particulares de su vida. Otros están en el extremo opuesto, sin que padezcan necesariamente un trastorno. A partir de los 50 años, recordar nombres, caras y aprender nuevos idiomas será más difícil, y olvidar donde dejó las llaves, más frecuente. “Es el envejecimiento normal”, afirman, y no el síntoma de una enfermedad como el mal de Alzheimer. “Eso sí, cuando la memoria se deteriora rápidamente, es hora de ir al médico”. ¿La memoria es imperfecta? “Depende de con lo que se compare”, responde Ylva. “El cerebro es el resultado de millones de años de evolución y, en ese sentido, no hay perfección, sino eficiencia, y eso es más importante para sobrevivir que saber dónde están las llaves del carro”.