Género
“Hablar del abrigo de María Juliana es patriarcal”
La primera dama se volvió el blanco de las críticas en redes sociales por la ropa que usó en su visita a la Casa Blanca. Isabel Londoño, directora de la fundación Mujeres por Colombia, explica por qué esto no le hace bien a nadie.
El 13 de febrero los presidentes Iván Duque y Donald Trump, se reunieron en la Casa Blanca como parte de la visita oficial del mandatario colombiano en Estados Unidos. Aunque en la agenda estaban temas trascendentales como la crisis fronteriza con Venezuela y la erradicación de cultivos ilícitos, la sorpresa fue que María Juliana Ruiz, la primera dama de Colombia, se robó el show.
Y no por nada más que su vestuario. Las redes se inundaron de comentarios en los que criticaban la elección del vestido negro con blanco, acompañado de un abrigo color menta. Francisco Leal y Karen Daccarett, los responsables del atuendo y quienes han llevado sus colecciones a las pasarelas más importantes del mundo, aseguraron que el conjunto pretendía apostarle a la originalidad y la frescura, ya que María Juliana, siendo la primera dama más joven de Colombia, tenía la capacidad de representar con su estilo a una mujer fresca y arriesgada. Pero expertos de la moda como Pilar Castaño afirmaron que el atuendo había sido desatinado. No solo porque al ser invierno merecía otro tipo de abrigo sino porque poco se tuvo en cuenta la ocasión y la figura de la primera dama.
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Más allá de quien tiene la razón, mi tesis es que hablar del vestido de las mujeres es patriarcal porque nos conecta con el tema de la estética, que para este tipo de sociedad tiene mucho valor. Las grandes cualidades de las mujeres del patriarcalismo son ser objeto de adorno y de reproducción. No hay otro papel. Es lo único que ven en ellas y lo único que valoran. Por eso, hablar de la ropa de la primera dama envía un mensaje subliminal que refuerza esos valores. Pero al hacerlo, no solo están hablando de María Juliana sino de todas las mujeres. Y cuando nos involucramos en esa discusión de alguna manera todas somos cómplices y reforzamos esa ideología machista.
En esta conversación perdemos todos. Los diseñadores, porque las críticas hacia ellos se pueden interpretar como celos y envidia por no haber sido los escogidos por la primera dama. También pierde ella porque es imposible que eso no lo afecte a uno, pero también lo hacen las demás mujeres de una sociedad pues con este tipo de discusiones refuerzan su falta de valor. Y lo cierto es que al final, todo es cuestión de gustos porque en los gustos no está escrito nada.
Algún día las mujeres tendrán que ganarse el derecho de vestirse como quieran y que su ropa sea invisible como la de los hombres, que nadie la ve, ni la cuestiona, ni la crítica, ni la comenta. Todos deberíamos ganarnos ese derecho. Pero estamos aún lejos. Yo fui jefe de gabinete de Ana Milena Gaviria en 1991, y decidí no volver a reuniones sociales porque la única cosa que se comentaba en esa época era la falta de gusto de la primera dama. En ese momento no había WhatsApp pero los periódicos comentaban todo. Han pasado 29 años y seguimos en la misma conversación. La misma Michelle Obama en su libro dice que también la criticaban y que la gente estaba siempre más pendiente de que se ponía qué de quién era ella y lo que hacía por los ciudadanos gringos. Ella tenía programas muy positivos como el de la nutrición balanceada y la educación de las niñas, pero la gente miraba más como se vestía, lo cual es absurdo. Con Melania sucede lo mismo.
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Lo que nos debe preocupar no es que trapo se pongan, sino cuál es el poder que tienen y como lo está usando. La mayoría no sabe lo que están haciendo y por eso cuando hablan de ellas llenan el vacío y silencio con la conversación superficial de la estética. No seguiríamos con esas conversaciones idiotas si supiéramos más de María Juliana Ruiz y su agenda de poder, porque no puede olvidarse que ella es una mujer con poder. Ella tiene una responsabilidad y es más importante eso que lo que estamos hablando.
Hay que reconocer que la primera dama es una mujer bastante preparada que estudió derecho en la Universidad Javeriana, tiene una maestría en leyes con énfasis en negocios internacionales de American University. Trabajó por más de once años en la Organización de Estados Americanos y ha sido directiva de la clínica Shaio. Pongámosle una tarea en el tema de jóvenes emprendedores, en salud, o en temas de exportación. Ella no es un vestido. Llenemos los silencios de la sociedad con conversaciones trascendentales e importantes. Llenemos el vacío de quién es ella y de dónde puede hacer un impacto grande. En Colombia ya tenemos modelos de primera damas que han hecho cosas sustantivas. No perdamos el tiempo hablando de trapos.