PSICOLOGÍA

Hola, soledad

El aislamiento social hace más daño que la obesidad y genera un riesgo en la salud equivalente a fumar 15 cigarrillos diarios. Nueva evidencia científica revela quiénes estarían en mayor riesgo de sufrir por esta causa.

16 de diciembre de 2017
Foto: 123RF

La soledad enferma, dicen los expertos. Un reciente reporte realizado en Gran Bretaña señala que cuando una persona sufre por esta causa, tiene mayor riesgo de muerte prematura porque aumenta la presión arterial y eso genera a su vez una mayor probabilidad de enfermedad coronaria, derrames y diabetes. Además de eso, “se manifiesta con síntomas emocionales como ansiedad, insomnio, depresión y hasta demencia y otras enfermedades neurodegenerativas”, indica el reporte realizado por miembros del Parlamento, comisionados por la primera ministra Theresa May para conocer el estado de esta situación en ese país.

Investigaciones previas ya habían señalado que la soledad aumenta en aproximadamente 20 por ciento el riesgo de morir. Eso hace que sea equivalente a fumar 15 cigarrillos diarios y que, junto con la obesidad y el abuso de sustancias psicoactivas, se perfile como un problema de salud pública global.

Uno de los recientes hallazgos es que el tipo de soledad que generan estos problemas es subjetiva. “Es una condición emocional y resulta de la ausencia percibida de interacciones sociales significativas”, señala Timothy Smith, psicólogo e investigador de la Universidad de Brigham Young. Sin embargo, aunque vivir solo, estar aislado socialmente y sufrir de soledad son categorías diferentes, Smith ha encontrado que las tres representan un riesgo de muerte. Esto quiere decir que aun cuando la gente esté rodeada de gente, si se siente sola va a tener una salud más pobre. Un estudio realizado por científicos de la Universidad de California encontró que los más solitarios, paradójicamente, son casados y viven con otros que no están clínicamente deprimidos.

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Pero según Smith, si una persona vive sola, aunque no se sienta solitaria también tendrá peores indicadores de salud. Asimismo, no estar casado presenta un riesgo significativo, pero al mismo tiempo, mucha gente casada tiene relaciones mediocres, lo cual los pondría en riesgo. Lo cierto es que todos los aspectos mencionados son importantes para el bienestar, y entre más aislamiento o soledad haya, peor será el panorama de salud de ese individuo. “Para decirlo de una manera positiva, mientras más redes sociales fuertes tenga una persona, mayor serán sus oportunidades de tener una larga vida”, señala el experto. La explicación es sencilla: “Los humanos necesitan a otros humanos. Nuestros cerebros y espíritus buscan conexiones con los demás”.

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Se pensaba que eran los viejos los que más padecían esta emoción, pero los estudios de Smith muestran que el riesgo de sufrirla puede darse a cualquier edad. “El riesgo es particularmente agudo durante la adolescencia y la vejez”, dice el psicólogo. Los jóvenes son vulnerables debido a su sensibilidad al rechazo social y al hecho de que tienden a aislarse cuando se sienten excluidos. Sin embargo, con el tiempo desarrollan habilidades sociales y conforman sus círculos sociales. En la vejez, cuando las personas se jubilan, se da un rompimiento brusco de las redes sociales. También sucede “cuando se mueren sus amigos o se enferman los miembros de su familia de la misma edad”, dice Smith. La solución para este grupo poblacional es desarrollar y mantener relaciones con miembros de la familia, ojalá de generaciones más jóvenes. También ayuda ser voluntario en organizaciones o pertenecer a grupos comunitarios.

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Una de las señales de la soledad es la ansiedad, condición que hace a la persona evitar el contacto social. Y si esos síntomas persisten, la situación puede resultar en depresión, “que es más severa e involucra factores como baja energía, tristeza extrema y falta de deseo de hacer cosas que antes resultaban placenteras”, dice el experto. En estos casos las personas deben buscar tratamiento para la depresión y practicar la meditación. Pero también es importante identificar la ansiedad y reemplazar rápidamente el miedo que la promueve, que puede ser el temor a ser juzgados por otros.