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La superfruta que protege la salud cardiovascular, retrasa el envejecimiento cerebral y previene el Alzhéimer
La FAO asegura que la ingesta de frutas es clave debido a que aportan vitaminas, minerales y otros nutrientes que mejoran la salud mental, cardiovascular y digestiva.
La ingesta diaria de frutas es determinante para la salud. Aportan agua, vitaminas, minerales, fibra y diferentes compuestos beneficiosos para el organismo.
Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), estos alimentos, al igual que las verduras, ayudan a los niños a crecer y apoyan las funciones corporales y el bienestar físico, mental y social en todas las edades.
Pueden ayudar a prevenir todas las formas de malnutrición como la desnutrición, deficiencia de micronutrientes, sobrepeso y obesidad y a reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles como el cáncer o la diabetes. Junto con la malnutrición, las dietas poco saludables se encuentran entre los diez principales factores de riesgo de enfermedades a nivel mundial, asegura la citada fuente.
La FAO indica que la ingesta de frutas es clave debido a que aportan vitaminas y minerales, mejoran la salud mental, cardiovascular y digestiva, al tiempo que previenen el desarrollo de enfermedades como la diabetes y fortalecen el sistema inmunológico.
Una de las muchas opciones que se tienen para incluir en la dieta son las fresas. Esta fruta es rica en minerales como hierro y magnesio. El portal Cuerpo Mente asegura que 200 gramos de fresas cubren un 17 % de las necesidades diarias de hierro y un 9 % de las de magnesio. También aporta potasio, calcio, fósforo, manganeso, cobre y silicio, por lo que es un alimento muy indicado cuando hay déficits nutricionales. También es fuente de excelente fuente de vitaminas C, K y ácido fólico.
Cuidan el corazón
Dentro de los múltiples beneficios que se les atribuyen a estas frutas están que ayudan a cuidar la salud del corazón previniendo problemas cardiovasculares. El mencionado sitio web indica que por su contenido de potasio, aumenta la diuresis (la formación de orina) lo que contribuye a reducir la tensión arterial.
De igual forma, refiere una investigación desarrollada por universidades españolas e italianas, en la cual se concluyó que comer 500 gramos de fresas al día disminuye el colesterol malo LDL (un 14 %) y los triglicéridos (un 21 %).
Los niveles elevados de estos lípidos en la sangre se relacionan con afecciones en las arterias y los vasos sanguíneos, lo cual afecta directamente la salud del corazón.
Estas frutas son, además, ricas en antocianinas, compuestos químicos que le dan su color característico. Estos pigmentos ayudan a mantener en buen estado las paredes de los vasos sanguíneos, de manera que previenen una variedad de trastornos vasculares y mejoran la función de las plaquetas.
Saludables para el cerebro
La ingesta de fresas también es saludable para el cerebro. Según una publicación de la revista Mejor con Salud, escrita por Daniela Echeverri Castro, los flavonoides contenidos en estas pequeñas frutas son buenos aliados para optimizar las funciones cerebrales, ya que inhiben el estrés oxidativo.
Estas sustancias están relacionadas con la disminución del riesgo de deterioro cognitivo en los adultos mayores y, de hecho, podrían ser claves en la prevención de los trastornos neurodegenerativos. En relación con este aspecto, el portal de salud Tua Saúde indica que al ser ricas antocianinas, cobre y vitamina C, su consumo diario se relaciona con la prevención de la pérdida de demencia y el Alzheimer.
Buenas para los ojos y la piel
Las fresas tienen un componente llamado zeaxantina, un carotenoide responsable por conferir el color rojo a la fruta, estando presente en las fresas y en el ojo humano. Este compuesto ayuda a proteger estos órganos de la luz solar y de los rayos ultravioletas del sol, previniendo el surgimiento de cataratas.
También al ser ricas en vitamina C, estas pequeñas frutas ayudan en la producción de colágeno, que es responsable de ayudar a mantener la piel firme, además de trabajar contra la formación de las arrugas y otras señales del avance de la edad.