Salud
La violencia llegó al vientre: las graves secuelas que dejó la operación Orión en los niños que estaban por nacer en la Comuna 13
La operación militar urbana más grande que se ha hecho en Colombia tuvo consecuencias negativas en el nacimiento de bebés. Un estudio académico revela las pistas y propone un gran debate en el país.
La operación Orión, con la que se buscó retomar el control de la Comuna 13 en Medellín, tuvo efectos más allá de los muertos, los desplazados y los desaparecidos. Una investigación académica revela que las horas de terror vividas por los habitantes de esa zona de la capital antioqueña afectaron a las mujeres que estaban embarazadas y las peores consecuencias las sufrieron sus hijos.
Los testigos reseñaron que a la medianoche del 16 de octubre de 2002 al menos 1.500 uniformados se tomaron las calles de ese sector de la ciudad para desmantelar las milicias de las Farc-EP y del ELN que estaban reemplazando al Estado. Especialistas en seguridad la calificaron como “la intervención militar urbana más grande del país”.
Helicópteros levantaron techos, hombres tumbaron puertas y tanquetas de guerra se llevaron por delante cualquier sospecha de guerrilla. Los delincuentes se enfrentaron a sangre y fuego a las autoridades, mientras la población civil esquivó las balas debajo de las camas y cubriendo las paredes con colchones.
Aunque la versión oficial es que la operación Orión duró dos días, reputados informes de memoria histórica documentaron una semana de persecuciones, desde el 16 hasta el 23 de octubre, entre la fuerza pública, organismos de inteligencia e ilegales. El saldo fue desolador: 100 muertos, 300 heridos y 500 desaparecidos.
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Las comunidades denunciaron violaciones a los derechos humanos, incluyendo ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas, de parte de los dos bandos. SEMANA reportó expedientes de adolescentes y adultos que fueron detenidos, pero sus familias nunca más supieron de ellos. En la comuna siguen esperando la verdad.
Este episodio fue aprovechado por cuatro investigadores de las universidades del Rosario y Eafit, así como del Banco de la República y del Banco Mundial para establecer el impacto de la operación Orión en los resultados de salud de los recién nacidos que fueron concebidos entre julio y octubre de 2002 y que vivieron este capítulo durante su primer trimestre de gestación.
La conclusión es que este procedimiento militar tuvo consecuencias negativas en los bebés, dejó a la vista nuevas víctimas del conflicto y abrió las puertas de un debate en Colombia sobre la necesidad de priorizar la salud maternoinfantil en escenarios de violencia en los que intervengan las fuerzas armadas estatales.
Un año de estudio
La fuente del proyecto son los informes de estadísticas vitales de Colombia alojados en el Dane. Estos documentos, clasificados entre 2002 y 2003, aportaron la fecha y el hospital donde la mujer dio a luz, el lugar de residencia, nivel educativo, estado civil, el número de hijos de la madre, así como el sexo, el peso y la talla del bebé.
Otro elemento de análisis fue el Apgar, un examen observable que los médicos realizan un minuto después del nacimiento de un bebé para evaluar su adaptación a la vida fuera del útero, mirando su respiración, frecuencia cardiaca, reflejos y tono muscular. Cada variable recibe entre 0, 1 y 2 puntos, para llegar a un puntaje máximo de 10, que implica que está en óptimas condiciones.
La lupa se puso sobre las embarazadas que vivieron en los seis barrios de la Comuna 13 que fueron intervenidos por la fuerza pública en octubre de 2002: Belencito, Corazón, 20 de Julio, El Salado, Nuevos Conquistadores y Las Independencias. Durante 12 meses, estos números se estuvieron analizando detalladamente. Los niños tuvieron una reducción promedio del peso al nacer del 3,8 por ciento y una disminución de la estatura del 1 por ciento, en comparación con las áreas que no fueron tomadas por las autoridades. Además, cayó en 3,3 por ciento la posibilidad de que los bebés nacieran con una puntuación del Apgar mayor a 7.
Darwin Cortés, investigador de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario y uno de los autores de este estudio, indicó que esta intervención militar provocó miedo y estrés en la población de la Comuna 13, especialmente en las mujeres embarazadas, lo que provocó efectos negativos en estos indicadores.
Investigaciones científicas han demostrado que el estrés materno durante el embarazo puede traducirse con un menor crecimiento fetal y un menor peso al nacer. Esta tesis ha sido usada en múltiples estudios para identificar los efectos de fenómenos sociales en la salud de los bebés.
Interpretaciones
Una de las líneas de análisis de este estudio es que la reducción del peso y la talla de los bebés se concentró en mujeres que reportaron estar casadas o en unión libre y una de las hipótesis es que, tal vez, el estrés que experimentaron en el embarazo obedeció a que estaba en peligro la integridad de sus seres queridos.
Los investigadores también manifestaron que, tal como se ha documentado, los indicadores que se expusieron anteriormente tienen consecuencias a corto y largo plazo en la vida de los bebés. Por ejemplo, se pueden presentar otros problemas de salud y un menor rendimiento académico, entre otros escenarios.
Precisamente, una segunda etapa del proyecto estará dirigida a resolver esas dudas: “Queremos analizar qué ha ocurrido con estos niños en su vida posterior. Lo que sigue es evaluar si hay consecuencias sobre el desempeño educativo, si los afectados tienen diferencias con otros niños en temas como rendimiento o deserción”, agregó Cortés.
Ahora bien, este proceso académico también dejó por sentado la importancia de buscar alternativas menos violentas a la hora de hacer intervenciones militares en Colombia, pues los números revelan que los costos de oportunidad podrían ser más complejos de los esperados. Así quedó descrito en el artículo:
“Las futuras intervenciones estatales deben considerar que la exposición a la violencia resultante de enfrentamientos con grupos armados ilegales tiene efectos perjudiciales en el peso al nacer y la vitalidad. Por lo tanto, se deben explorar estrategias de intervención alternativas que sean menos violentas o no militares”, comentaron los profesionales.
La operación Orión, más allá de sus consecuencias inmediatas en orden público, muertes, desplazamientos y desaparecidos, dejó huellas profundas en la salud de un sector de la población que, hasta hace poco, eran desconocidas para la opinión pública. Con estos insumos, Colombia tendrá un gran debate por delante sobre cómo enfrentar la violencia.