SALUD

Lactancia materna: estos son los mitos y realidades más comunes

La lactancia también interfiere en el ámbito emocional de los bebés.

4 de diciembre de 2021
Desde hace 45 años la Liga de la Leche trabaja en Cali, Medellín, Bogotá y Pasto para acompañar a las mujeres durante la lactancia.
Las niñas no amamantadas han mostrado tener mayor riesgo de padecer cáncer de mama en la edad adulta. | Foto: Amanda Caroline Da Silva

“La leche materna es el mejor alimento para el lactante durante los primeros meses de vida”, adelanta el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría. De acuerdo con el grupo de expertos, este alimento tiene la capacidad de cubrir las necesidades nutricionales para el adecuado crecimiento y desarrollo físico del bebé. Pero no llega solo hasta ahí, también es importante en el ámbito emocional, pues “le asegura el establecimiento de un buen vínculo madre-hijo y una adecuada relación de apego seguro con su madre, ambos esenciales para un correcto desarrollo como persona independiente y segura”.

La importancia de la leche materna y su superioridad frente a otros alimentos para la correcta nutrición de los recién nacidos y las siguientes etapas del bebé ha sido demostrada por numerosos estudios, según afirma el Comité de Lactancia.

Explica que los estudios en mención “señalan un mayor riesgo de numerosos problemas de salud en los niños no alimentados con leche materna, entre los que cabe resaltar un mayor riesgo de muerte súbita del lactante y de muerte durante el primer año de vida, así como de padecer infecciones gastrointestinales, respiratorias y urinarias y de que estas sean más graves y ocasionen ingresos hospitalarios”.

Otro de los problemas que cita el Comité es que, a largo plazo, los niños no amamantados han demostrado padecer con mayor frecuencia dermatitis atópica, alergia, asma, enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria intestinal, obesidad, diabetes mellitus, esclerosis múltiple y cáncer. Entre tanto, las niñas no amamantadas han mostrado tener mayor riesgo de padecer cáncer de mama en la edad adulta.

Los lactantes no alimentados al pecho presentan peores resultados en los test de inteligencia y tienen un riesgo más elevado de padecer hiperactividad, ansiedad y depresión, así como de sufrir maltrato infantil”, destaca.

La importancia de la leche materna y su superioridad frente a otros alimentos para la correcta nutrición de los recién nacidos y las siguientes etapas del bebé ha sido demostrada por numerosos estudios, según afirma el Comité de Lactancia. (Foto Álvaro Tavera / SEMANA)

En palabras del doctor Sergio Agudelo, pediatra y neonatólogo y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Sabana, estos son algunos mitos existentes y la realidad sobre cada uno de ellos:

Mito 1: Si la madre está enferma, no debe ofrecer la leche materna a su hijo y si lo está haciendo no debe tomar ningún medicamento.

Realidad: No todos los medicamentos contraindican la lactancia, ni tampoco la madre se puede automedicar en la lactancia. Si es necesario el medicamento, es recomendable consultar a un médico y definir cuál sería la forma más oportuna.

Realidad: Sí se puede hacer, siempre y cuando la madre tenga en cuenta todas las medidas de higiene respiratoria, lavado de manos y el uso de tapabocas. Igualmente, si es otro tipo de infección es bueno asistir al médico.

Mito 3: El calostro o la leche que produce la madre durante la primera semana después del nacimiento se debe desechar, ya que ha durado mucho tiempo almacenada.

Realidad: El calostro nunca se debe desechar, hay que tener en cuenta que la primera alimentación para un recién nacido es la más importante en cuanto a su salud. Esta leche ayudará a defender al bebé de muchas infecciones que son prevalentes en esta etapa y su color es amarillo porque contiene betacarotenos, que es una sustancia rica en vitaminas, proteínas y altamente nutritiva.

Mito 4: La alimentación se debe complementar en los primeros seis meses con algún tipo de líquidos u otros alimentos.

Realidad: La leche materna aporta el líquido necesario y los nutrientes suficientes y adecuados para el crecimiento del bebé durante los primeros seis meses. A partir del sexto mes, siempre se debe complementar con recomendación del médico.