TECNOLOGÍA

Las aplicaciones de los infieles y los cornudos

Los milagros tecnológicos de internet han producido aplicaciones no solo para rastrear a los infieles sino para ayudarlos a esconderse.

25 de octubre de 2014
Internet ha hecho que la brecha entre los infieles hombres y mujeres se cierre. Los expertos dicen que la nueva tecnología ha despojado a estas aventuras de todo riesgo.

A la mayoría de los infieles antes los pillaban por una mancha de pintalabios en la camisa, el olor de un perfume de mujer o los recibos de moteles. Pero en estas épocas la mayoría cae por el teléfono celular. El ejemplo más famoso es el de Tiger Woods, cuyos amoríos extraconyugales quedaron expuestos cuando su esposa decidió explorar su teléfono móvil y encontró la prueba reina que estaba buscando, un mensaje dirigido a su amante que decía: “Eres la única a la que he amado”.

Según un sondeo hecho el año pasado en Gran Bretaña, más de la mitad de los 2.400 encuestados han corrido con la misma suerte de Woods. En segundo lugar quedó Facebook y en tercero el computador personal. El iPhone es el dispositivo que más arruina las aventuras de los adúlteros gracias a una característica de su sistema operativo que permite al usuario ver los mensajes en la pantalla sin necesidad de abrir la aplicación. Eso, que en cualquier circunstancia sería una ayuda, ha mostrado ser letal entre los infieles.

Pero hoy Tiger Woods y otros dispuestos a tener un amor secreto contarían con un amplio arsenal para cometer el ilícito sin ser pillados. Poco después del escándalo del golfista, una compañía en Los Angeles desarrolló la aplicación Tigertext, y aunque sus creadores señalan que fue pensada para necesidades empresariales, a los infieles les cayó como anillo al dedo. La aplicación envía mensajes de texto encriptados que al poco tiempo de leídos desaparecen de los celulares y de los servidores.

Algo similar sucede con la aplicación Call and Text Eraser, conocida entre sus abonados como Cate, por sus siglas. Se vende a aproximadamente cinco dólares y tiene una reputación de 4 sobre cinco entre los usuarios del sistema Android. Conscientes de que a las personas les gusta mantener secretos, los desarrolladores de Cate la programaron para que borre textos pero también llamadas con solo sacudir el aparato. Un comprador satisfecho la describió como una obra de genios.

Pero otros dicen que más ingeniosa aún es VaultyStocks, que oculta fotos y videos en una bóveda virtual. Lo llamativo es que el ícono de la aplicación simula informar sobre los movimientos de la bolsa, lo que evita sospechas. Nosy Trap, por su parte, es ideal para aquellos que dejan el teléfono celular en cualquier lado arriesgando que otra persona, por ejemplo su pareja, pueda fisgonear adentro. Cuando la aplicación está activada el teléfono no solo muestra un escritorio falso del iPhone sino que al menor intento de tocar la pantalla saca la cámara de fotos y toma una imagen del entrometido.

Los expertos señalan que todos estos recursos han elevado el concepto de infidelidad a una nueva etapa que ellos llaman Cachos 2.0, gracias a que las posibilidades que se brindan actualmente para engañar a la pareja son muy sofisticadas. Ruth Houston, experta en infidelidad por internet, dice que el cambio ha sido muy drástico pues hace 20 años una persona que quería tener amante necesariamente debía salir de la casa y frecuentar bares pero hoy lo puede hacer desde la comodidad de su cama. “La nueva tecnología ha despojado a la infidelidad de todo el riesgo”.

Aunque no se sabe a ciencia cierta cuantos infieles hay porque ninguno quiere revelarlo, la tecnología del sigilo ha hecho que la brecha entre hombres y mujeres sea cada vez menor. Según Katherine Hertlein,  psicóloga de la Universidad de Nevada, las razones para tener un romance no han cambiado y mientras los hombres buscan experiencias físicas, las mujeres quieren atención y afecto. Esto hace que las nuevas tecnologías sean un campo abonado para ellas pues “internet facilita la apertura de las emociones y la conexión con otros”.

Pero por cada intento de los adúlteros por esconder sus secretos amorosos les han salido al paso aplicaciones para espiarlos. Una de las más usadas, Find my iPhone, fue desarrollada por Apple para ubicar el dispositivo en casos de pérdida o robo, pero las parejas hoy la usan para chequear si su media naranja se encuentra en el lugar donde dijo estar. Con Dr. Fone, quienes sospechan de un adulterio pueden recuperar los mensajes que tiene su amor en su teléfono celular. Algo parecido sucede con FlexiSpy, con la cual se pueden escuchar las llamadas telefónicas, ver los mensajes, leer el email o volver el teléfono un micrófono para escucharlo todo. Hay para todos los gustos:  desde programas que detectan los mensajes por los golpes del teclado hasta los que rastrean llamadas.

Sin embargo, mientras es permitido proteger los datos propios, los expertos advierten que espiar los de los demás, aún si se trata del marido o de la esposa,  puede tener implicaciones legales. Y si bien muchos de los creadores de estas aplicaciones no tuvieron la intención de meterse en estos dramas maritales, no hay duda de que han encontrado allí un nicho lucrativo. Solo TigerText ha sido descargada 3,5 millones de veces mientras que CoverMe cuenta con 2 millones de usuarios.

Algunas sí se han especializado en la infidelidad, y el ejemplo más claro es Ashley Madison, una red social para que los casados tengan un desliz discreto, y cuyo lema es: “La vida es corta, tenga un ‘affaire’”. La compañía tuvo en 2012 ganancias por  90 millones de dólares. Recientemente lanzó una aplicación, Black Book, que permite a sus usuarios comprar números de teléfono para mantener sus romances ilícitos pues una de las maneras más rápidas de ser atrapados es la cuenta de teléfono. Como lo señaló su fundador Noel Biderman, “le apostamos a que la economía de la infidelidad era más grande que la de las relaciones formales y el tiempo probó que estábamos en lo cierto”.

Y esto, según los expertos, se debe a que la tecnología y las relaciones tienen un punto en común y es que mientras más fáciles sean, mucho mejor.