relaciones de pareja
“Las colombianas son las campeonas de la infidelidad”: aplicación de citas para casados explica cómo el sexo ha empoderado a las mujeres
¿Qué tan infieles son los colombianos? Una aplicación de citas para personas casadas identificó que las mujeres suelen ser más infieles y más predispuestas a vivir relaciones abiertas.
La infidelidad no es tan mala como la pintan. Tiene beneficios no solo para la salud de las relaciones de pareja, pues reaviva el amor en algunos casos —y la salud mental de las personas— sino que también alivia el estrés y además forma parte del creciente movimiento de empoderamiento de las mujeres.
Al menos eso es lo que parece haber descubierto Ashley Madison, un sitio de citas para personas casadas, creado hace casi dos décadas y que se encuentra en 50 países, tiempo durante el cual ha logrado reunir a unos 75 millones de infieles por todo el planeta.
A Colombia llegó hace cerca de una década y aquí el número de inscritos se acerca a los 900.000. Una cifra que lo ubica en el tercer puesto de los países latinoamericanos que utilizan este sitio y en el top diez de todo los países en el mundo en los que existe esta aplicación, cuya máxima promesa es que garantiza encuentros discretos entre personas casadas.
El asunto es sencillo: “No te citas en Ashley Madison para encontrar el amor, sino para tener una aventura”, le asegura a SEMANA Christoph Kraemer, director ejecutivo para América Latina de este sitio de origen canadiense.
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Para la española Lara Ferreiro, sexóloga, psicóloga y terapista de pareja que asesora a esta popular aplicación de citas, hay que entender “que la monogamia es un concepto relativamente nuevo. El ser humano no está hecho para vivir desde la monogamia. Biológicamente, estamos programados para tener diferentes parejas, pero la sociedad, con los siglos, ha ido cambiando esa conducta y nos ha enseñado el placer desde la culpa”, le explica la experta a SEMANA.
Y cuenta que en su consultorio, durante los últimos diez años, viene enfrentándose a un número cada vez más creciente de personas infieles. “Cuando empecé a investigar sobre el tema, me di cuenta de que al final eso pasa porque vamos en contra de la naturaleza. Por eso, es que comenzó entre los seres humanos esa flexibilidad de tener relaciones abiertas, con unos acuerdos discutidos entre los dos”, comenta Ferreira.
En muchos de los casos, narra la sexóloga, se trata de parejas que acuerdan unos puntos básicos para que esas relaciones abiertas funcionen sin echar a perder el matrimonio: “Entre los dos acuerdan no repetir los encuentros sexuales para no engancharse; barreras de protección para no ponerse en riesgo uno mismo o a la pareja, y no involucrarse con alguien de un entorno cercano. Son normas además que se revisan cada seis meses para que en realidad el acuerdo funcione bien”.
Es que, de acuerdo con Ferreiro, después de la pandemia, muchas personas comenzaron a cuestionarse intensamente sobre distintos aspectos de su vida; entre ellos, qué tan felices son o no con sus parejas y cómo solucionar esos vacíos cuando aparecen, producto de la convivencia y el desgaste de la vida cotidiana.
“Es claro que todos tenemos un mundo familiar, de la pareja y de los hijos. Pero también hay un mundo personal donde necesitamos sentirnos deseados, atractivos. Entonces, muchos encuentran en la infidelidad una alternativa de autocuidado”.
Pero, ¿cómo entenderlo? “Son personas que dicen ‘divorciarme me sale muy caro y me voy a alejar de mis hijos y empezar un tedioso proceso de custodia compartida’ y no es tampoco eso lo que quieren”, agrega la experta.
Las pantallas del amor
Pero, en opinión de la sexóloga española, para entender la infidelidad es necesario primero entender el amor. “Este tiene varias pantallas, como en los videojuegos. La número uno es el enamoramiento, la efervescencia, que dura de uno a dos años. Eso está comprobado. Y esa etapa crea todo un laboratorio clínico de la oxitocina y de la vasopresina, que es la hormona de la fidelidad, y hace que cuando estamos enamorados, los niveles de la testosterona suban, por lo que tenemos más sexo con nuestra pareja. Pero eso cambia con el tiempo. Es solo fruto del enamoramiento”, dice la sexóloga.
La segunda pantalla del amor, explica, es la zona de confort, “y ocurre cuando todas esas hormonas bajan. Se quiere a la pareja, claro, pero la persona necesita sentirse deseada y querida. Después llega una tercera pantalla que son las crisis. Y si pasas todo eso, llegas a una cuarta, que es el amor incondicional, que es cuando sabes que deseas envejecer al lado de alguien, una persona a la que quieres por encima de cualquier cosa”.
Lo que ocurre, aclara la terapista, “es que mucha gente se ha dado cuenta de que la mejor alternativa no es cambiar de pareja, porque es volver a empezar ese camino de las pantallas, en donde sabes que el enamoramiento y el deseo, que es lo que nos impulsa a ser infieles, va a durar muy poco, y tarde que temprano se va a volver a lo mismo”.
Y es entonces “cuando dicen ‘como no me siento deseado, y no tengo esa sexualidad que merezco vivir y no me voy a desgastar tampoco haciendo reclamos a mi pareja, decido mejor tener un amante’, que es una relación que dura un tiempo promedio de seis meses, poco en realidad”.
Al final, dice Ferreiro, la infidelidad funciona como una especie de onda expansiva: “Si yo me siento feliz y realizado, voy a hacer felices a mi pareja y a mis hijos”.
Mujeres, ¿las más infieles?
Tal como lo cuenta Christoph Kraemer, las mujeres son las más progresistas cuando se trata de encarar una relación abierta o de asumir una infidelidad. Datos de Ashley Madison indican que más de la mitad de ellas declaran haber tenido una relación de esta naturaleza, frente a 13 por ciento de los hombres.
“Lo que advertimos es que, una vez las mujeres dan ese paso, difícilmente regresan, lo que demuestra el empoderamiento que ya tienen millones de mujeres sobre su sexualidad, la libertad que sienten ahora de hablar de sus necesidades, lo que antes no ocurría”.
Por eso ahora, agrega Kraemer, se imponen las relaciones poliamorosas, un asunto liderado principalmente por las mujeres. “Y esto se da porque, de todos modos, con la infidelidad corres el riesgo de lastimar a la otra persona. Eso ha sido un cambio social revolucionario”.
Por ello, no duda en afirmar “que ese concepto legal social que tenemos del matrimonio monógamo tiene sus días contados como única forma de relación”.
Un dato interesante, agrega, es que Colombia es el país “campeón de las mujeres infieles o no monógamas: las cifras muestran 2,3 mujeres activas por cada hombre activo en Ashley Madison”.
Para Kraemer, “lo que analizamos es que hay en las mujeres colombianas una necesidad de vivir mejor y desarrollar de una mejor manera su sexualidad”.En opinión de Lara Ferreira,“las colombianas son unas visionarias porque no han dudado en atender sus necesidades. Hay países en donde las mujeres se sienten mucho más anuladas y por eso no se atreven a expresar lo que quieren sobre el sexo”.