CIENCIA

Leonardo Da Vinci: el genio de todos los tiempos

En la historia de la humanidad no ha existido un personaje tan excepcional como Leonardo da Vinci. A los 500 años de su muerte, el mundo todavía se asombra ante la vigencia de su legado.

27 de abril de 2019
Zurdo, homosexual, bastardo, indisciplinado y con atención dispersa: algunos de los rasgos poco conocidos de Leonardo. | Foto: ©Immagina/Leemage

Walter Isaacson, el famoso biógrafo de genios, cuenta en su libro sobre Leonardo da Vinci que cuando el artista rondaba los 30 años, le escribió una carta a Ludovico Sforza, duque de Milán, para enumerar todas las razones por las que debía contratarlo. “Puedo construir ligerísimos puentes, drenar agua de los pozos, construir catapultas, y en tiempos de paz, creo poder satisfacerlos tanto como cualquier otro en la arquitectura. Además puedo esculpir en bronce, yeso, así como pintar cualquier cosa tan bien como el mejor, sea quien sea”.

Da Vinci se enorgullecía de su informalidad académica.

Y no se equivocaba. Esa extensa misiva junto con su colección de anotaciones conocidas como el Código Da Vinci prueban en forma fehaciente que era un genio fuera de serie. Pintó las obras más célebres de la historia, La última cena y la Mona Lisa, y a lo largo de su vida perfeccionó como ningún otro disciplinas tan diversas como la física, la anatomía, la música, la arquitectura y la ingeniería.

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No en vano ha recibido célebres calificativos de quienes han intentado entender la naturaleza de su mente y su proceso intelectual. Genio de todos los tiempos, hombre universal, y como dice el crítico de arte Adam Gopnik, un “bicho raro, rarísimo”, con una vida extraordinaria en todos los sentidos.



Foto: El Retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, ?más conocido como La Gioconda.

Nació en 1452 en la localidad de Vinci, cerca de Florencia, de una relación fuera del matrimonio. Su padre, Piero, provenía de una renombrada familia de notarios, y su madre, Caterina Lippi, era una campesina. El hecho de ser un bastardo le permitió darle rienda suelta a la experimentación, y asumir el conocimiento con más libertades al no tener que seguir una educación formal. Solo hizo estudios en una escuela de ábaco, donde aprendió de matemática básica para el comercio. Luego, a los 14 años, su padre le consiguió su primer trabajo de aprendiz en Florencia, en el taller de Andrea del Verrocchio, uno de los pintores más destacados de la época.

Da Vinci se enorgullecía de esa informalidad académica, pues le permitía aprender de la experiencia y dedicarse a cuestionar y analizar desde los grandes interrogantes de la ciencia hasta minucias como el movimiento de las libélulas. Jacob Burckhardt, historiador cultural del siglo XIX, llegó a calificar a la Italia del Renacimiento como la “era dorada de los bastardos” porque dicha condición fue crucial para que muchos como él pudieran imaginar y explorar nuevos conocimientos. En su caso, Da Vinci superó a sus maestros y se convirtió en el rostro más visible del hombre renacentista.

Le faltaba disciplina y, de hecho, dejó cientos de dibujos sin terminar.

Vivir en Florencia, meca de la creatividad, también resultó crucial para Leonardo, pues allá, según describe Isaacson, “había más tallistas de madera que carniceros”. Las ideas y las disciplinas convergían y era usual que arquitectos colaboraran con artistas y “fabricantes de seda con los pintores para confeccionar telas fascinantes”. En el Renacimiento solían dedicarse a varias disciplinas. Pero Da Vinci abarcaba tantas áreas, desde la botánica hasta la ingeniería, y en muchas de ellas era un maestro, por lo que sobresalía ampliamente.

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En eso jugaron un papel importante sus dones para dibujar y su mente. También su avidez por los detalles y su curiosidad insaciable por entender el mundo. Pero Leonardo se interesaba en todo y también se distraía con facilidad. Le faltaba disciplina y, de hecho, dejó cientos de dibujos sin terminar, y nunca pudo dominar muchos temas, como la geometría. Para Isaacson, sin embargo, esa fue la clave de su genialidad, ya que su incapacidad para concentrarse en un solo asunto le permitió ver el mundo de una manera holística. Así desarrolló las bases del método científico.



Foto: Da Vinci escribía de derecha a izquierda. Muchos creían que lo hacía para ocultar secretos pero en realidad lo hacía porque era zurdo y no quería manchar las páginas de tinta. 

Esa atención por el proceso más que por el resultado explica por qué, a pesar de querer escribir tratados con sus observaciones y experimentos, nunca lo logró. De su trabajo solo quedan sus apuntes, hoy distribuidos en varios museos del mundo que poco a poco los han ido dando a conocer para develar su brillantez. En ellos sobresalen sus grandes dotes de dibujante. Isaacson, por ejemplo, argumenta que su interés por los montajes teatrales le ayudó a identificar cómo los actores fingían sus sentimientos.

Es muy probable que muchos aspectos de su vida continúen intrigando, especialmente el de su legado

Luego se obsesionó por retratar cómo esas manifestaciones externas obedecían a las emociones internas. Eso impulsaría su arte, caracterizado por pintar personajes más expresivos y humanos. “Su fijación por saber cómo el cerebro y los nervios transforman las emociones en movimientos bastó para hacer sonreír a la ‘Mona Lisa’”, dice.

Da Vinci no llegó a pintar más de 20 obras. Pero la Mona Lisa, tal vez la más importante de la historia, junto con su Última cena, le han valido su fama. Otros de la talla de Miguel Ángel Buonarroti fueron más prolíficos, pero sus pinturas se destacan por las técnicas que desarrolló: perspectiva, óptica, y formas sin líneas y sombras.

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A los 67 años, después de recorrer las cortes más importantes de Italia, Francia y otros países de Europa, la muerte le llegó el 2 de mayo de 1519. Ocurrió en el castillo de Clos-Lucé, en Amboise (Francia), donde trabajaba. A pocos días de los 500 años de su muerte, el lugar donde reposan sus restos sigue en el misterio. Es muy probable que muchos aspectos de su vida continúen intrigando, especialmente el de su legado y el de su maravillosa mente.

Pero como dice el profesor Martin Kemp, no es necesario preguntarse por su influencia porque esta se encuentra en todos lados. Para sus biógrafos lo mejor es aprender a sorprenderse con el mundo que todos los días se presenta ante cada uno, tal como hizo este hombre del Renacimiento. 



Foto: Así representaron al Leonardo en la serie ‘Los Demonios de Da Vinci‘.  

Una mente sin igual

Los genios como Leonardo ya no existen porque los de hoy se especializan. Walter Isaacson explicó a SEMANA por qué.

“Para mí, Da Vinci es el genio más creativo de todos los tiempos, principalmente, porque fue curioso sobre todas las cosas y amaba todos los temas por igual. Quería saberlo todo sobre la creación, incluida la forma en la que encajamos en el mundo, y eso le permitió ver nuevos patrones en la naturaleza. Estudió los remolinos de aire, agua y del cabello, y pudo conectar la ciencia y las matemáticas de estos patrones con la belleza.

A diferencia de él, los genios de hoy son demasiado especializados, se enfocan en un solo tema. Además, la tecnología y el internet han hecho que la creatividad sea cada vez más colaborativa: hoy las personas que trabajan juntas pueden ser más brillantes e ingeniosas que solo una realmente inteligente. Para ser un genio hoy, hay que conectar el arte con la ciencia, como lo hacía Da Vinci. Conectar las humanidades con la ingeniería. Steve Jobs fue así y por eso Leonardo fue su héroe. ‘Curiosidad, la profunda y juguetona curiosidad es la clave del ingenio’”.