Vida moderna
Cómo y dónde detectarán los perros la covid
Diferentes estudios han probado que el olfato de los perros puede detectar la covid-19. ¿Cuál es el siguiente paso con este avance?
Diferentes estudios han probado que el olfato de los perros puede detectar la covid-19. Sin embargo, algunos expertos en salud pública y entrenamiento canino en Estados Unidos han señalado que es necesario recabar más información para asegurar que estos animales sean muy precisos en situaciones reales.
En un artículo de Disaster Medicine and Public Health Preparedness, la investigadora Lois Privor-Dumm sugiere tener en cuenta varios interrogantes: ¿Cuáles son las consideraciones éticas y regulatorias? ¿Qué tan práctico sería? Para que los canes hagan este trabajo hay que sopesar, por un lado, la calidad de la detección, para evitar que, por ejemplo, el animal confunda síntomas de una gripe con los del coronavirus.
Por otro lado, hay que diseñar la estrategia, pues se requiere entrenar animales específicamente para esta tarea. Y, por último, verificar los costos, que deben contemplar también entrenar a las personas que los adiestrarán y que trabajarán con ellos. Mientras se resuelve el cómo, los investigadores coinciden en que los perros podrían brindar una manera más rápida y práctica de detección en lugares multitudinarios.
Dormir con banda sonora
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Si es de los que escuchan música antes de dormir, debe tener cuidado. Un nuevo estudio indica que hacerlo puede tener consecuencias en la calidad de su descanso. La investigación, dirigida por Michael Scullin, director del Laboratorio de Cognición y Neurociencia del Sueño de la Universidad de Baylor, en Estados Unidos, analizó el impacto que tienen en el sueño las canciones pegajosas que se quedan en la mente por largo tiempo.
Estas melodías afectan a las personas mientras están despiertas y ahora se confirma que también pueden hacerlo al dormir, pues aunque el cerebro esté en reposo continúa procesando la música durante varias horas después de haberla escuchado. Además, se descubrió que es más probable que cierta música instrumental sea pegajosa y altere la calidad del sueño más que la música lírica. El consejo del experto es moderar el tiempo dedicado a escuchar música y, sobre todo, evitar hacerlo antes de ir a la cama.
Desprestigiados, pero efectivos
Investigadores de la Universidad McMaster, de Canadá, señalan en un reciente artículo científico que los antiinflamatorios no esteroideos (Aine), entre los que se encuentran el ibuprofeno y el acetaminofén, funcionan mejor para controlar el dolor que la codeína y tienen menos efectos adversos. Mientras los primeros no son indicados para personas con problemas renales y gastrointestinales, los segundos pueden causar estreñimiento.
El estudio, que analizó los datos de 5.100 pacientes en postoperatorios, encontró que quienes tomaron Aine presentaron menos dolor en menos tiempo, frente a los tratados con analgésicos opiáceos. Aunque el hallazgo resulte alentador para enfrentar los cada vez más altos índices de adicción a los opioides, queda por resolver cómo abordar el descrédito que enfrentan los antiinflamatorios no esteroideos, que al ser de venta libre no son percibidos como lo suficientemente efectivos.
Crédulos y tenebrosos
En días en que pululan en internet toda suerte de teorías de conspiración, un artículo publicado en la revista Personality and Individual Differences sugiere que quienes creen en ellas tienen más probabilidades de presentar rasgos sombríos en su carácter. De acuerdo con Cameron S. Kay, investigador del departamento de Psicología de la Universidad de Oregón, existe una relación directa entre la ‘tétrada oscura de la personalidad’, que comprende maquiavelismo, narcisismo, psicopatía y sadismo, y las personas proclives a creer en confabulaciones infundadas como las de los antivacunas y los terraplanistas.
“Una de las razones por las que las personas con altos puntajes en la tétrada creen en tales teorías es porque son propensas a creencias inusuales, desconfían de los demás y se sienten con poco control sobre sus vidas”, aseguró el académico.
Cifra
1 metro menos miden las ballenas francas que nacen actualmente en el Atlántico Norte, en comparación con sus ancestros de hace 40 años. Así lo asegura una investigación publicada en Current Biology, que apunta al estrés ocasionado por el hombre como principal causante de este fenómeno.