Crianza

Los hijos únicos: lo bueno, lo malo y lo feo

Cada vez más familias quieren tener solo un hijo. Y según la más reciente evidencia hacerlo no genera niños malcriados sino muy inteligentes, entre otras ventajas.

12 de agosto de 2021
Familia, padre, madre e hijo, casa, hogar
concepto de vivienda a una familia joven. Madre, padre e hijo en casa nueva con techo en una casa | Foto: Getty Images

Hace 50 años, la mujer colombiana tenía siete hijos, en promedio. Hoy, tiene en promedio dos aunque muchas desearíantener solo uno. Esta decisión, si es lo que la mujer y su pareja desean, o es lo que sucedió por cosas de la vida, no debería ser fuente de amargura. Es cierto que durante muchos años se pensó que los hijos únicos eran inevitablemente egoístas, difíciles, centrados en sí mismos, con menor capacidad para el manejo de conflictos y que no sabrían compartir o socializar con los demás. Todo esto, debido a que su crecimiento iba a estar caracterizado por crecer con dos adultos (como mínimo) pendientes de ellos constantemente.

Pero según la psicóloga Annie de Acevedo, diversas investigaciones muestran un panorama más alentador para el hijo único y hay que estudios que lo demuestran: el hijo único en realidad no es más centrado en sí mismo que ningún otro ni menos competente para el manejo de problemas. “Resulta que esa rivalidad natural entre hermanos no es necesaria para ayudarlos a resolver conflictos, ya que tener compañeros de clase o amigos cumple la misma función”, dice la experta y autora, quien acaba de lanzar su nuevo libro La buena crianza en el siglo XX!: todo lo que ha cambiado y se ha mantenido en un solo libro.

Aunque el texto habla de muchos temas, llama la atención el de los niños únicos debido a que muchos padres hoy solo quieren tener la experiencia de un hijo. No hay ningún problema pues según ella, tampoco van a ser niños solitarios. En otras publicaciones científicas se pone de manifiesto que ellos no necesariamente están más solos, y por el contrario tienen igual número de amigos que los niños con hermanos.

“También se resalta que la soledad no siempre es mala y que en muchas ocasiones ayuda a fortalecer el carácter”. En una de las investigaciones, dice la experta, uno de los psicólogos explicó que los hijos únicos tienden a tener relaciones primarias fuertes consigo mismos y que nada sirve más para combatir la soledad que esta comunicación intrapersonal. Todo esto permite dar cuenta de que, en general, las diferencias entre hijos únicos y aquellos criados con hermanos tienden a ser más favorables para los primeros.

La Buena Crianza libro de Annie de Acevedo
La Buena Crianza, libro de la psicóloga Annie de Acevedo | Foto: Cortesia

“Son muchas las diferencias. Algunas tienden a ser relacionadas con la inteligencia, con las exigencias y expectativas hacia ellos, con los comportamientos solidarios con la atención prestada. Los hijos únicos han demostrado tener una inteligencia más alta, una mejor ejecución escolar y una muy buena autoestima. Todo esto parece ser causa de la constante estimulación intelectual ejercida por sus padres, que, al tener un solo hijo, pasan más tiempo con él, haciéndolo partícipe de un ambiente muy enriquecido por los adultos”, dice la experta.

Ahora bien, criar a un solo hijo sin excederse en el tiempo y la atención que se le brinda no es tan fácil para los padres. Sin querer, al tener un solo hijo, los padres suelen ser muy exigentes con ellos, poniéndoles una presión constante que puede volverlos ansiosos y con un gran temor al fracaso. Es importante destacar que el hijo único que cumple con las expectativas de los padres tendrá un mejor futuro, mientras que aquel que por algún motivo los defraude será víctima de todo el peso de la decepción y desaprobación de ellos, resultando devastador para este niño.

Estas son las apreciaciones de la experta sobre los hijos únicos:

“Hay estudios que demuestran que a los hijos únicos les es más difícil compartir sus cosas (juguetes, ropa, etcétera) con otros, debido a que ellos suelen tener el control total sobre estas. De esta forma, cuando acuden a otras casas o lugares donde les toca compartir, sufren más que aquellos que tienen hermanos. En contraste, por obvias razones, no sufren con la pérdida de atención que puede surgir ante la eventual presencia de un hermano en la familia. Los hijos únicos seguirán siendo los reyes o reinas de la casa, volviéndolos, en ocasiones, muy cómodos en su lugar y con creencias de ser merecedores de todo.

Es por esto que preocupa la poca tolerancia a la frustración que estos tienen y que no comparten con los hijos de familias amplias, ya que estos tienen que adaptarse a la llegada de cada hermano, desarrollando en ellos cierta flexibilidad afectiva y la capacidad de compartir “afectos y cosas”. Un niño con hermano debe buscar su puesto en la familia, fomentando en ellos un espíritu luchador en la vida. En la adultez, el hijo único lamenta mucho no haber tenido hermanos ya que al ir creciendo y envejeciendo, se hace cada vez más necesaria la compañía de personas que hayan compartido el mismo hogar.

Compartir la crianza hace que un hermano sea la mejor compañía en el transcurso de la vida. La relación con los hermanos es la más larga que existe y aparte de dar mucha estabilidad, da seguridad. En la práctica, los psicólogos hemos visto que los niños con hermanos manejan mejor todas las situaciones de la vida, como pasar por un divorcio o la pérdida de un familiar. En general, sería bueno pensar en tener más de un hijo, aunque como vemos, no es tan grave ser hijo único. Aquellos padres (y madres) intensos deben pensar en tener más de un hijo, ya que pueden caer fácilmente en la sobreprotección o el hipercontrol. Hay que conocerse bien para saber si nos va mejor criando un solo hijo, e igualmente tomar en cuenta el factor económico para saber qué es lo más conveniente”.