Psicología
¿Los humanos están programados para odiar? Esto dicen los expertos
El ser humano tiende a odiar más a colectivos de personas que a individuos concretos.
Constantemente el ser humano se enfrenta a historias de desilusión, rencor, tristeza y miedo, pero las historias de odio permanente generan un gran dolor y repercuten de manera negativa en el desarrollo de una vida saludable y tranquila.
Por lo general, el ser humano tiende a odiar más a colectivos de personas que a individuos concretos. Cuando alguien demuestra desprecio hacia alguien en concreto es porque existen razones más profundas. Sin embargo, lo más común es evidenciar odio a otros grupos, ya sea por sus ideales, tendencias políticas, religiones, etc.
De esta manera, el odio es una emoción negativa bastante poderosa que en muchas situaciones es difícil de comprender. Según Medical News Today, en un artículo de 2018, la profesora Agneta Fischer de la Universidad de Ámsterdam y sus coautores describieron el odio como “el fenómeno afectivo más destructivo en la historia de la naturaleza humana”.
En este artículo, la autora definió y describió el odio de muchas maneras, una de ellas como un síndrome, un juicio normativo, un motivo para devaluar a otros o sencillamente una emoción natural del ser humano.
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Sin embargo, Lee Chambers, psicólogo y fundador de Essentialise Workplace Wellbeing, le señaló para Medical News Today que “el odio es parte de esa gama de emociones humanas. Es bastante distinto, en el sentido de que es una emoción a más largo plazo. No es una emoción aguda e inmediata, como la ira o la tristeza”.
¿Qué dice la ciencia sobre el odio?
Un estudio realizado en 2008 indagó qué áreas del cerebro se activaban cuando los participantes vieran una fotografía de sujetos odiados. Mientras estaban en un escáner de resonancia magnética, las personas lograron ver las imágenes de la profesora que odiaban y también de personas que los hacían tener sentimientos neutrales.
Como resultado, cuando los participantes observaron el rostro de la cara odiada, varias áreas del cerebro se activaron como la circunvolución frontal medial, el putamen derecho, la corteza premotora, el polo frontal y la ínsula medial. Y algo curioso que ocurrió en el estudio es que cuando mayor era el odio, más se activaban estas áreas.
Otro hallazgo de este estudio fue que se halló una diferencia clave entre la activación del amor y el odio en la corteza cerebral. En el amor se desactivan grandes áreas asociadas con el juicio y el razonamiento. Cuando se evidenció el odio, solo se desactivaba una pequeña área de la corteza frontal, lo que quiere decir que el que odia puede querer ejercer su juicio al calcular movimientos para dañar, herir o vengarse de otra manera.
¿El odio aumentó en la pandemia del covid-19?
Un informe de la organización benéfica del Reino Unido Ditch the Label encontró que el discurso de odio por medio de las nuevas tecnologías en los Estados Unidos y el Reino Unido, aumentó en un 38 % durante los cierres en los primeros meses de la pandemia de covid-19.
A su vez, el estudio también observó que tanto en los EE. UU. como en el Reino Unido, los incidentes informados de delitos de odio se correlacionaron con el aumento del discurso de odio en línea.
La Asociación Estadounidense de Psicología dice que los responsables de crímenes de odio suelen mostrar un alto nivel de agresión y comportamiento antisocial, aunque rara vez se les diagnostica una enfermedad mental.
Ante esta crisis de odio, Chambers aconsejó que para mitigar ese sentimiento, primero hay que entenderlo, y ahí radica el problema: “Debido a que es un tema importante en nuestra sociedad, debemos seguir entendiéndolo. Necesitamos entender qué es y en qué se puede convertir”.