SALUD MENTAL
Los jóvenes de hoy: más solitarios que los viejos
Aunque la mayoría cree que son los ancianos, un estudio hecho en varios países mostró que son los adolescentes quienes más sufren de soledad actualmente en el mundo. Los autores del trabajo explican por qué esto es alarmante.
Cuando se habla de soledad la mayoría imagina a gente muy mayor en un asilo para ancianos. Pero investigadores de las universidades inglesas de Exeter, Mánchester y Brunel encontraron en un estudio reciente que los individuos entre 16 y 24 años se sienten más solitarios que el resto. Incluso, 27 por ciento más que los mayores de 75 años. “Encontramos altos niveles de soledad en la gente joven de todas las culturas, países y géneros”, dicen las autoras. Aquellos que se autodefinen como solitarios son los que en Facebook tienen más amigos que nunca han visto frente a frente.
Hicieron el sondeo en 237 países, incluidos algunos de América Latina, donde la tendencia es menor que en Estados Unidos y el norte de Europa. “Allá no existe tanto estigma frente a esta condición”, aclaró a SEMANA Manuela Barreto, directora del Departamento de Psicología de la Universidad de Exeter y coautora del trabajo. Este forma parte de un proyecto de la BBC y el Wellcome Trust de Inglaterra para conocer más acerca de la llamada epidemia de soledad.
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Para los participantes la soledad consiste en no tener con quien hablar, sentirse desconectados del mundo, discriminados, tristes e incomprendidos. “Cada persona la vive de forma diferente, pero hay que aclarar que no es depresión ni tristeza, aunque puede venir acompañada de esas condiciones”, explica Barreto. También es diferente a estar solo. Cuatro quintos de los encuestados revelaron que les gusta reservar tiempo para sí mismos sin que eso los lleve a considerarse solitarios.
El estudio no exploró la razón por la cual se sienten así. Algunos expertos explican que situaciones de la vida moderna y cambios en la sociedad estarían generando esta epidemia. Para el psicólogo Miguel de Zubiría, la demografía puede haber favorecido esa condición, pues los niños ya no nacen en familias numerosas, son hijos únicos y viven con uno solo de sus padres. “El tema comienza con la soledad de hermanos, de padre, de profesores, compañeros, amigos…”, dice. También considera que sentirse solo es uno de los factores que pone en riesgo de suicidio a los jóvenes.
La sensación de soledad debe encender las alarmas cuando se vuelve crónica y los jóvenes sienten obstáculos para responder de manera positiva a ella.
Pero las autoras no lo ven así. Barreto piensa que los jóvenes reportan alta soledad porque tienen menos experiencia en regular sus emociones. Lo dice porque cuando preguntó a los participantes cuándo se sintieron más solos, la mayoría respondió que en la juventud. “Esto nos habla más sobre la edad que sobre esta generación”, explica Barreto. Ser joven, dice, está relacionado con el cambio, la transición, la inestabilidad. “La gente a esa edad tiene menos experiencia con ella, para muchos es la primera vez que la viven, lo que puede intensificar el sentimiento, pero también implica que no saben cómo lidiarla ni lo ven como algo transitorio”,
En consecuencia, no debería ser siempre una fuente de preocupación, sino algo que los padres pueden manejar sin pánico. La sensación de soledad debe encender las alarmas cuando se vuelve crónica y los jóvenes sienten obstáculos para responder de manera positiva a ella. De lo contrario, “puede llevar a problemas de salud mental y física”.
Aunque algunos la esconden porque les da miedo que los vean como débiles e inadecuados, muchos en el estudio dieron soluciones que ellos mismos aplican: hacer actividades que los distraigan, pensar en cosas positivas, iniciar una conversación con cualquiera o hablar con la familia y los amigos de sus sentimientos. La sociedad podría ayudarlos a superar el problema con un hábito sencillo: dejar atrás el estigma. De Zubiría recomienda a padres y profesores vigilar a sus hijos y en lo posible medir cuantitativamente sus niveles de soledad y depresión. Eso incluye seis preguntas: ¿tienes metas e ilusiones? ¿Tienes compañeros, amigos, grupos? ¿Tienes buena autovaloración, confías en ti mismo? ¿Es tu vida satisfactoria? ¿Tienes algún sufrimiento o estrés? ¿Tienes ideas pesimistas sobre la vida? La respuesta ayudará a conocer el nivel de soledad de estos jóvenes.