Vida moderna
Mascarilla casera con miel para rejuvenecer la piel: así se puede preparar
Es importante tener presente que la alimentación y el buen descanso son dos factores que pueden contribuir.
La piel es el órgano más grande que tiene el cuerpo, ahí radica la importancia de su cuidado. A menudo, el envejecimiento de este órgano se debe a que las células dejan de llevar a cabo su función adecuada.
Javier Pedraz, dermatólogo del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, explica al portal CuídatePlus que “el primer efecto que se produce, como consecuencia, es la falta de producción de colágeno y otras proteínas (elastina y ácido hialurónico) que conforman la estructura principal de la piel. Todo ello va a conllevar una pérdida de elasticidad y luminosidad de forma progresiva”.
Es de anotar que no todo se debe a los cambios propios de la edad. De hecho, el experto indica que la piel tiende a envejecer con mayor rapidez con la exposición solar, siendo el sol el principal factor externo causante del envejecimiento. La contaminación, el estrés, el consumo de tabaco y la alimentación son otros factores que inciden.
“La genética influye en todos los aspectos del organismo, incluido el envejecimiento de la piel. En este caso, dado que existen factores externos de gran importancia que también contribuyen, la genética toma un papel secundario, lo cual no quiere decir que no tenga influencia”, agrega Pedraz.
Lo más leído
“Somos lo que comemos”, es una frase muy popular y llena de verdad. La alimentación es fundamental para el buen funcionamiento del organismo en general y, por supuesto, de la piel. Claro está que debe ser sana y balanceada para poder aportarle los nutrientes necesarios al organismo y contribuir en la regeneración celular. Así como hay alimentos que conviene consumir, hay otros que es preferible evitar.
Es por esto que existe un método natural que ayudará a mantener la piel joven, de acuerdo con el portal Panorama: para esto se requieren cuatro cerezas, una taza de yogur griego y dos cucharadas de miel.
Para prepararlo, se deben rayar las cerezas hasta llegar a la semilla. Se pone el jugo en un recipiente y se comienza por rayar las cuatro cerezas hasta llegar al hueso de la fruta, la taza de yogur y las dos cucharadas de miel, lo cual se mezcla hasta obtener una mezcla homogénea para poner en la piel. Se deja actuar por 15 o 20 minutos y luego se retira con agua tibia.
También se recomienda beber agua a diario –incluso si desea en infusiones–, consumir pimentones –que aportan vitaminas C y B6 y betacorenos–, los frutos secos –ricos en vitamina E–, el pescado azul –una fuente de ácido graso omega 3– y chocolate –con grandes aportes en flavonoides y antioxidantes–, para tener una piel sana y joven , reseña CuídatePlus.
Un estudio de la Revista Chilena de Nutrición, realizado por investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana de México y publicado en la biblioteca virtual Scielo, indica que la dieta debería incluir alimentos con propiedades antioxidantes, pues estos ayudan a proteger el organismo de la oxidación que producen los radicales libres.
Entre los alimentos con propiedades antioxidantes y alto aporte de vitamina C se destacan los vegetales verdes, frutas cítricas, aguacate, brócoli, espárragos, remolacha, entre otros. Las nueces, espinaca, perejil, aguacate y cereales integrales también cumplen con esas funciones y aportan vitamina E.
A la par de la alimentación, también conviene tener una rutina diaria de limpieza facial. La Clínica Clemente de España es enfática al señalar que “un buen cuidado de la piel empieza por limpiar correctamente la piel del rostro”. De acuerdo con el centro de dermatología médico-quirúrgica y de estética, no importa si se utilizó o no maquillaje en el transcurso del día, la piel debe ser limpiada a diario con jabones o productos suaves que no dañen su ph.
Por último, es importante dormir bien para asegurar un buen descanso. “El cansancio acumulado hace que la piel se vea más apagada, con menos frescura y luminosidad”, reseña la clínica española. Agrega que la falta de sueño se refleja claramente en la piel, sobre todo en el rostro, con la aparición de bolsas y ojeras, la pérdida de la elasticidad de la piel, el envejecimiento prematuro y la pérdida del tono de la piel.