Relaciones de pareja
Matrimonios en Colombia duran año y medio en promedio: cada día se divorcian 28 parejas. ¿La era del amor fugaz?
Aquello de estar casados hasta que la muerte los separe es cosa del pasado: al menos en Colombia, se presenta un divorcio cada hora. Las claves de por qué el amor se volvió efímero.
En Colombia, que, según dicen, es el país más feliz del mundo, el amor dura poco. Y los que creen en aquello de estar juntos hasta que la muerte los separe son una rara especie en vía de extinción. La realidad es que, en promedio, un matrimonio se conserva en el país, con unos meses de más o de menos, durante un año y medio.
Que lo diga Eduardo Durán, presidente del Colegio Nacional de Notarios, quien lanza una triste cifra: 2.133 parejas rompieron su relación en el primer trimestre de 2023. Es decir, cada día se presentan 28 divorcios, un promedio de cerca de uno cada hora.
Y las parejas jóvenes son las que más alimentan esa cantidad, especialmente, después de la pandemia del covid-19, que puso a prueba la convivencia de millones tras las obligatorias cuarentenas y la convivencia 24/7.
De ahí que 2021, justo un año después del inicio de la emergencia sanitaria por el coronavirus, se convirtió en el año con más divorcios en la última década en el país. Ese año se presentaron 601.103 matrimonios civiles y 214.266 divorcios. En otras palabras, por cada tres uniones que empezaban, una terminaba en fracaso.
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“Sin duda, los jóvenes no están suficientemente preparados para enfrentar un matrimonio y por cualquier conflicto con su pareja deciden terminar sus matrimonios”, asegura Durán.
Cuenta el funcionario que a veces los amores duran tan poco que él mismo ha facilitado divorcios exprés con parejas que se separan en cuestión de días. “Hay ejemplos de matrimonios absolutamente fugaces, en los que llegan de la luna de miel y ya quieren divorciarse porque quieren seguir viviendo como si estuvieran solteros”.
Y cuando se indagan las razones de esas separaciones, las respuestas parecen sacadas de la mente del más ingenioso de los libretistas: que el señor no baja la tapa del inodoro, que la señora se maquilla en el carro, que alguno de los dos ronca o es tacaño, o desordenado, o se gasta el mercado muy rápido. Situaciones que a los ojos de cualquiera parecieran subsanables con apenas una conversación franca y amorosa.
“Se trata de causas que no son graves: que no se comprendieron, que los afectó el tema económico, que no están dispuestos a contribuir ambos en igual forma para el sostenimiento del hogar que han conformado o, simplemente, que quieren seguir llevando la vida de solteros”, agrega Durán.
¿El amor se volvió fugaz?
Patricia Mejía Flores, psicóloga y terapista de pareja, se ha dedicado a estudiar este fenómeno desde hace varios años. “La fragilidad de las relaciones hoy día se debe a muchas razones: estamos ante una generación más individualista, que poco cree en conceptos como el matrimonio y que no teme experimentar con nuevas tendencias, como las relaciones abiertas”, asegura la especialista.
También pesa, dice enfática, el empoderamiento de las mujeres en el último par de décadas. “Ellas ahora no están dispuestas a soportar matrimonios en los que no son felices solo por aparentar o a soportar infidelidades, como sí lo hicieron y normalizaron sus madres, tías o abuelas. Ya no creen en eso de que la mujer hace al hombre o de que al hombre se le conquista por el estómago, lo que soterradamente mantenía a las mujeres esclavizadas en las labores de la cocina. Eso ya es cosa del pasado. Por eso, las mujeres prefieren quedarse solas que sacrificar su felicidad personal”.
En opinión de Mejía, el error de miles de parejas es que deciden casarse en medio de la etapa del enamoramiento inicial, “cuando todo es perfecto, cuando poco te fijas en los defectos del otro. Peor aún, se casan con la expectativa de que el otro va a cambiar o de que la llegada de los hijos es sinónimo de realización y felicidad. Por mi consultorio han pasado decenas de parejas que hacen un intento por salvar su relación porque ella o él quiere hijos y el otro no. Pero la verdad es que se trata de un asunto vital que debe hablarse antes de tomar la decisión de hacer una vida juntos”.
Otro de los mayores obstáculos para lograr una relación estable y duradera tiene que ver con los problemas financieros. “Los colombianos no recibimos desde jóvenes educación financiera. No tenemos prácticas de ahorro, de pensar en el futuro. Por eso, que una de las dos personas sea organizada con el dinero y la otra no es la puerta de entrada a los problemas en los hogares”, dice Mejía.
Y es cierto. La cooperativa de ahorro y crédito Fincomercio reveló en marzo pasado el comportamiento de los matrimonios colombianos en relación con el dinero. Mediante una encuesta realizada a través de redes sociales, estableció que las parejas en el país tienen la tendencia a manejar sus finanzas por separado y no en conjunto, tanto en movimientos bancarios, deudas, productos y gastos.
La razón detrás de esta tendencia es que poco se confía en el otro.
En cuanto a las deudas, según la organización, “un 75 por ciento señaló que cada uno maneja sus deudas y el 25 por ciento lo hacen juntos”.
Con respecto al vínculo de las parejas teniendo al dinero como condicionante, se encontró que el 93 por ciento de ellas se divorciarían por diferencias en el manejo del dinero.
En todo caso, divorciarse sale más caro que casarse. Mientras que dar el sí en una notaría cuesta alrededor de 200.000 pesos, el trámite de un divorcio no baja de los 300.000 pesos.
Historias de matrimonios fugaces
La actriz Verónica Orozco fue víctima de un matrimonio precipitado. En 2007 se casó con el periodista deportivo Martín de Francisco, pero la unión duró poco. “Los dos dijimos que mejor nos iba como amigos, que para qué nos habíamos casado. Nos queríamos mucho y la pasábamos bien juntos, pero no éramos compatibles en muchas cosas y eso nos afectó”, relató la también cantante.
Y, a manera de broma, pero con algo de seriedad en el fondo, contó que en la relación había “mucho fútbol y a mí no me gusta el fútbol”.
Otra famosa a la que pronto se le derrumbó la idea de hasta que la muerte los separe fue Margarita Rosa de Francisco. En 1988, convertida ya en reina y en una de las actrices con más reconocimiento del país, se casó con otro novel artista: Carlos Vives.
El matrimonio se llevó a cabo mientras ambos eran los protagonistas de la exitosa telenovela Gallito Ramírez. Pero el amor solo les duró dos años. Margarita Rosa lo explica así: “Nos casamos enamorados, pero jóvenes e inexpertos. Y esa mezcla no funciona”.
Sin embargo, otra es la versión que ha entregado Vives. “Margarita no me quiso al final y eso me hizo sufrir mucho”, aseguró el artista en una entrevista con Telemundo.
A Aura Cristina Geithner, el matrimonio con el argentino Marcelo Dos Santos solo le duró 18 meses. “No estábamos preparados. Nos pesó la inexperiencia, el que ambos tuviéramos expectativas diferentes y hasta maneras distintas de ver la vida. Es que un matrimonio entre dos personas de este medio es difícil. Hay egos y ambiciones que entran en juego y afectan las relaciones por más enamoramiento que exista”, dice la artista.
Aún más fugaz fue el matrimonio entre los actores Víctor Mallarino y Kathy Sáenz. La suya fue una boda que hizo ruido en todos los medios, pero su relación de casados solo duró un año. Se conocieron cuando él era director de una novela en la que participaba Kathy, La maldición del paraíso.