controversia

Morir en paz

Un estudio sostiene que las experiencias cercanas a la muerte, como ver la luz al final del túnel o flotar fuera del cuerpo, no son simples alucinaciones.

28 de junio de 2008

Morir es agradable. Eso al menos es lo que piensan muchos de quienes han vivido una experiencia cercana a la muerte o ECM. "Suena loco, pero es así: un sueñito y después... ¡tac! un túnel con una hermosa luz al final", dijo en 1990 Víctor Sueiro, un reconocido periodista argentino, luego de sufrir un paro cardíaco que casi le quita la vida. Al superar la crisis manifestó que cuando se está cerca de la muerte, no hace frío ni calor, ni hay temores o sensaciones malas. Por eso repetía que "la verdadera enemiga de la gente no es la muerte, sino la mala vida", como le dijo en alguna oportunidad al diario Clarín.

A pesar de los esfuerzos por explicar el fenómeno, el tema sigue generando más preguntas que respuestas. La mayoría de los médicos descarta estas vivencias como producto de los medicamentos y los efectos de la anestesia a los que está sometido un paciente al borde de la muerte. Pero la semana pasada, Penny Sartori, una enfermera británica que ha dedicado los últimos 10 años de su vida a investigar el tema, publicó un estudio que difiere de los argumentos científicos que hoy explican las ECM. Por el contrario, su trabajo, el más completo hecho hasta el momento, corroboró que estos episodios son reales y no producto de los medicamentos, y que la gente que los vive necesita entender la experiencia para integrarla a su vida.

Tal vez por eso, el libro está dirigido especialmente a médicos que trabajan en cuidados intensivos y urgencias, quienes más enfrentan este tipo de situaciones y, paradójicamente, no cuentan con las herramientas ni el conocimiento adecuados para hacerlo. Según Sartori, justificar la experiencia como una fantasía producto de las medicinas puede tener un impacto negativo en la manera como ese trance sea asumido por el paciente. Cuando se le da la atención debida, por el contrario, y sobrevive, la persona cambia la manera de ver la vida y la disfruta más. Como Sueiro, la gran mayoría de quienes tuvieron ECM reporta esta experiencia como maravillosa y libre de dolor, y cuando se recuperan no le tienen más miedo a la muerte. "No significa que quieran morir; sólo saben que cuando llegue su hora, no estarán temerosos", le dijo la experta a SEMANA.

Los relatos de sus pacientes son muy similares entre sí. La mayoría se encontró con familiares o amigos ya fallecidos. Muchos entraron a otra dimensión que describen como una habitación luminosa o un hermoso jardín. "La imagen del túnel no fue tan común -explica Sartori-. Era más bien una transición de la oscuridad a la luz". Algunos sintieron que abandonaban sus cuerpos y pudieron relatar con cierta precisión lo que pasaba en la sala de emergencia. Los pacientes llegaban hasta una barrera, que podía ser un puente, un río, una puerta o una colina, que les impedía seguir. Por lo general, los familiares les indicaban que debían regresar porque todavía no les había llegado el momento.

Estas historias coinciden con las reportadas en otras investigaciones hechas en diferentes partes del mundo. En algunas se ha visto además que los pacientes ven un recuento rápido de su vida y sienten la presencia de ciertos personajes, dependiendo de su religión, como Jesús para los cristianos o Yamraj, dios de los muertos, para los hinduistas. La ciencia ha buscado explicar cada una de estas experiencias y todo apunta a que las ECM son típicas de un cerebro en proceso de morir. Desde el punto fisiológico, los expertos señalan que las endorfinas, esos calmantes naturales presentes en el cerebro, son los causantes de la euforia y los sentimientos de desapego. Otras teorías sostienen que, por ejemplo, la sensación de ver el repaso de la vida en un instante se debe a falta de oxígeno en el cerebro, lo que lleva a descargas eléctricas en el hipocampo, una región involucrada con la memoria. La falta de oxígeno podría llevar a que la amígdala produzca visiones muy vívidas, lo que explicaría la visión de espíritus. Otros responsabilizan a los medicamentos, como la anestesia y a los calmantes de dolor.

Pero Sartori analizó las drogas que se les habían suministrado a los pacientes estudiados y analizó muestras de sangre en el momento de la vivencia y no encontró una causa común para esta experiencia. Y aunque la autora admite que las endorfinas juegan un papel, no explican el proceso del todo, pues éstas, una vez se liberan, permanecen en el cuerpo por cierto tiempo y lentamente su efecto va desapareciendo. "Uno de mis pacientes reportó dolor inmediato una vez regresó a su cuerpo. Si esto sucediera por las endorfinas, entonces el comienzo del dolor habría sido más gradual y no instantáneo", explicó la experta.

Para entender más la sensación de salir del cuerpo, la doctora escondió algunos símbolos en la habitación -una baraja de naipes, por ejemplo- que sólo podían ser vistos desde la perspectiva de alguien que flota. De los ocho personajes que tuvieron esta experiencia, ninguno vio los objetos, por diferentes razones. Sin embargo, pudieron reportar con precisión lo que hacían las enfermeras, los doctores y los fisioterapeutas, aun cuando estaban inconscientes y no respondían a estímulos de dolor. "¿Cómo podían conocer toda la acción en la sala si su cerebro no estaba funcionado apropiadamente?", se pregunta Sartori.

Muchos interpretan estas experiencias como una confirmación de que hay vida después de la muerte, pero a Sartori su trabajo la ha llevado a pensar más sobre el significado de la conciencia. Según ella, las personas estarían rodeadas por la conciencia, y el cerebro, en lugar de controlarla, sería sólo un mediador o una antena. El neurocientífico Luis Felipe Orozco no está de acuerdo con esto, pues las pruebas recolectadas en su campo indican que la conciencia es un producto del funcionamiento del cerebro, por lo cual éste "no es un simple receptor pasivo", aclara. La conciencia, según Orozco, no se puede localizar en un sitio exacto, aunque hay estructuras clave que permiten el estado de alerta. "La conciencia emerge del funcionamiento global del cerebro, y los fenómenos que suelen ser vividos como extraordinarios han sido relacionados con disfunciones en algunas regiones cerebrales", indica el experto.

Un estudio replicó la experiencia de flotar fuera del cuerpo en el laboratorio. En el trabajo, investigadores del University College de Londres colocaron unas gafas de realidad virtual a los participantes en las que veían una filmación de sus cuerpos de espaldas mientras eran pinchados con varas. Los participantes sintieron como si estuvieran detrás de sus cuerpos físicos. "La percepción de sí mismo en el cuerpo está muy relacionada con el procesamiento de información de los sentidos en el cerebro", dijo Henrik Ersson, director del experimento. Así mismo, se demostró que no se requiere estar ad portas de la muerte para vivir este tipo de fenómeno.

A pesar de los estudios, muchas preguntas siguen sin respuestas. ¿por qué, si es una experiencia fisiológica, sólo unos la experimentan? ¿Será que unos la recuerdan más que otros, como sucede con los sueños? ¿Por qué una persona en coma profundo puede tener esta experiencia? Mientras se descifran estos interrogantes, para Sartori lo más importante es que los médicos no justifiquen este fenómeno como un producto de la anestesia, pues los pacientes que la han vivido necesitan que alguien los escuche para poder asimilarla. Como ella lo dice, "sólo cuando nos acercamos a la muerte empezamos a aprender acerca de la vida. Y cuando no le tememos a morir, es más fácil vivir una vida plena".