CIENCIA
“Muchos sueñan con irse del país, pero no ven la riqueza científica que hay en Colombia”: Elena Stashenko
Esta rusa, radicada en Colombia por 34 años, fue elegida entre los 60 científicos más influyentes del mundo. En conversación con SEMANA habló de la ciencia, su vida y lo que ha significado para ella desarrollar toda su carrera en el país.
Al otro lado del teléfono, Elena Stashenko suena como una mujer dulce, conversadora, a pesar de que asegura que su “carácter seco y contestatario” suele atemorizar a los hombres. Lo dice entre risas ante la pregunta de si alguna vez en sus más de 30 años de carrera, ha sentido desigualdad de género. Sin dudar responde que no. “Me crié en Rusia, un país en el que después de la Segunda Guerra Mundial la mujer se volvió libre, trabajadora y muy importante. Para mí no hay duda de que soy igual a cualquier otra persona”, explica con firmeza para argumentar que quizá por esa razón casi nunca percibe ni tolera dichas desigualdades.
Esta rusa llegó a Colombia en 1983 por amor. Se enamoró y casó con un colombiano, pero muchos años antes ya había sucumbido a los encantos de Gabriel García Márquez. Gracias a su literatura se hizo una idea de lo que podría ser vivir en el país. “Obviamente, todo lo que describe en Macondo no se ve aquí, pero a través de sus obras quedé enamorada del país y con mucha curiosidad. Yo aún veo a Colombia como un libro complejo, una enciclopedia que sigo estudiando”, dice.
En Colombia, Stashenko cosechó todos los reconocimientos de su carrera. Algo irónico, dice, pues mientras ella encontró un paraíso científico en esta tierra, muchos la quieren dejar con el anhelo de encontrar éxito en otros rumbos. “Cuando llegué descubrí que hay un gran mundo por estudiar en la biodiversidad colombiana, entendí que aquí realmente podía crear algo”, dice. Para Stashenko, muchos sueñan con hacer carrera en el primer mundo, pero no se dan cuenta que al llegar a países como Estados Unidos u otros sitios muy poblados y organizados, las personas entran a formar parte de una maquinaria, de un engranaje ya existente.
Stashenko es química, una profesión que siguió en honor a su madre. “La quería tanto y fue tan importante para mí, que era fundamental atender el deseo de ese ser querido que me dedicó la vida, porque yo soy su única hija”, cuenta. A su especialidad se le conoce como ciencias analíticas, una rama de la química que en términos simples consiste en saber de qué está conformada la materia y de qué están conformadas las cosas. En ese campo ha sido una prolífica investigadora; de hecho, una de las mejores, al punto de que esta semana la revista The Analytical Scientist la eligió por segunda vez entre los 60 científicos más influyentes del mundo.
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Para no ir muy lejos, Stashenko fue la persona que dejó al descubierto el fraude de Dololed, el popular medicamento colombiano que se promocionaba como 100 por ciento natural, pero en realidad contenía al menos un 10 por ciento de diclofenaco. Tras su investigación, el producto fue sacado del mercado. Pero el aporte al desarrollo y la formación en ciencia de Stashenko también ha sido crucial. Esta mujer ha dirigido más de 250 tesis de pregrado, maestría y doctorado en química, y participado en la publicación de más de 250 artículos científicos en revistas indexadas internacionales, nacionales, memorias de congresos y simposios internacionales. Según Google Scholars, ha sido citada por otros científicos más de 8.284 veces.
Stashenko también rompe muchos estereotipos. Como es rusa y científica muchos pensarían que es seria y fría, pero en realidad habla con sensibilidad de la vida, la ciencia, el arte y la literatura. No teme decir con franqueza que la pandemia la ha deprimido más de lo normal, ni tampoco confesar que no siempre soñó con hacer ciencia. De pequeña empezó su vida practicando pintura y años después se desvió de manera radical hacia el deporte: llegó a ser máster en patinaje. Tal vez de esa infancia productiva y variada proviene su curiosidad y emotividad.
“El amor hacia al arte lo vivo, lo sufro y quisiera volver siempre a él, porque considero que hay dos formas de ver el mundo: a través de la ciencia y a través del arte. Ambos son válidos, son dos miradas distintas, pero tanto el arte como la ciencia investigan, descubren leyes. Creo incluso que el arte lo hace de una forma más sofisticada que la ciencia y por eso me llama tanto la atención". Sin embargo, afirma que para ella la ciencia es una forma de existir, una en la que hay que ser y no parecer. Por eso le gusta. “No engaña. Tiene otros criterios de la verdad y siempre está sujeta a la revisión del otro. En ese sentido es una forma de ver el mundo mucho más honesta”, concluye.
Aquí la conversación completa que tuvo con SEMANA a propósito de su reciente reconocimiento:
SEMANA: ¿Cómo recibió el reconocimiento?
Elena Stashenko (E.S.): Llegó de improvisto. Cuando me avisaron fue una sorpresa. Hace cuatro años esta misma revista me hizo la distinción como una de las mujeres más influyentes de la ciencia y por eso no pensaba que fuera a repetirse. El reconocimiento significa que seguimos avanzando, trabajando, pero creo que es un reconocimiento no a mí, sino a todo el grupo de trabajo. Yo figuro como la directora del centro, soy la maestra de regaños y de resistencia, pero no lo veo personal, lo veo como reconocimiento a una trayectoria de todo el grupo de investigación y a la Universidad Industrial de Santander (UIS) que nos brinda este espacio.
SEMANA: Para los que no están familiarizados, ¿qué son las ciencias analíticas?
E.S.: Bueno, la química tiene varias ramas: química de polímeros, química ambiental, química forense, química médica... y dentro de todas esas está la química analítica, que en términos muy simples consiste en saber de qué está conformada la materia, de qué están conformadas las cosas. Por ejemplo, si estamos tomando un jugo, la química analítica permite saber qué sustancia tiene. Es dividir lo complejo para ver de qué están hechas las cosas.
SEMANA: ¿Por qué es importante esta rama de la química?
E.S.: Es muy importante porque si sucede un desastre ambiental y uno quiere saber por qué se murieron los peces, basta con un análisis de agua para descubrir la sustancia que pudo conducir a esas muertes. Pero también tiene aplicación en otras cosas. Por ejemplo, si tengo dos productos y uno le gusta al consumidor y el otro no, la ciencia analítica ayuda a comprender cuáles son las propiedades que gustan o no. Esto empezó en la Antigüedad, cuando Arquímedes determinó de qué metales estaba hecha la corona del rey. Él hizo indirectamente análisis. Pero empieza a tener progreso con el desarrollo de equipos que hoy permiten ver sustancias en concentraciones muy bajas. A veces le dicen química instrumental, porque esos equipos permiten ver más allá de lo que podemos ver.
SEMANA: ¿Cómo llegó a interesarse por esto?
E.S.: Al principio tenía fantasías y deseos de estudiar otra cosa, pero fui influenciada por mi mamá que era química. Como la quería tanto y fue muy importante para mí, creo que quise atender el deseo de ese ser querido que me dedicó su vida, porque yo soy hija única. Al inicio, cuando estaba en Rusia, hacía química teórica, pero llegué a Colombia y descubrí que aquí hay una gran mundo por estudiar, que es la biodiversidad. Fue una conjugación perfecta. Terminé mi doctorado en ciencias analíticas y aquí encontré el campo perfecto para su aplicación con los productos naturales que estudio.
SEMANA: Usted se ha dedicado a las plantas...
E.S: Sí. Nosotros estudiamos las plantas. Analizamos qué moléculas tienen, para qué pueden servir, como medicamentos futuros o cosméticos. También miramos qué utilidad puede darse a nuevos cultivos, hay una rama de agroindustria que está relacionada con los ingredientes naturales.
SEMANA: Lleva 34 años en Colombia, ¿qué la motivó a quedarse acá para hacer ciencia?
E.S.: Voy a ser franca. Muchos colombianos sueñan con irse del país, pero no ven la riqueza que hay acá a pesar de las dificultades. Cuando llegué a la universidad dije “quiero trabajar en esta área y listo”. Me di cuenta que es un país de oportunidades, mientras que la gente que va a trabajar a Estados Unidos u otro sitio más poblado y organizado, simplemente forma parte de una maquinaria, de un engranaje ya existente. Creo que la creatividad nace en países como Colombia, no en un sitio donde todo está restringido, donde todo debe ser hecho por un esquema. No digo que sea fácil, hay que tener muchísima paciencia y perseverancia. Aquí, para construir algo, se requiere más tiempo porque hay menos recursos dedicados a esto. Pero no es imposible. Yo he sido testigo de crear programas de maestría, doctorado y soy afortunada porque cuando llegué a la UIS no existían estos programas. Veo el progreso. Es satisfactorio porque el conocimiento transmitido a otra persona, a diferencia de lo material, perdura y cambia la sociedad.
SEMANA: ¿Cómo ve al país en el tema?
E.S.: Creo que hay que trabajar más, sobre todo en los colegios. Tristemente cuando algunos profesores dicen que son profesores de colegio no se les da la misma relevancia o el reconocimiento en la sociedad como deberían tener. Pero también hay muchos que empiezan a trabajar y dejan de perfeccionarse, actualizarse. Hay que prestar atención a eso porque estos profesores influyen mucho. Cuando yo les pregunto a mis estudiantes por qué decidieron estudiar química o ciencia, muchos mencionan a sus profesores. La ciencia está basada en la curiosidad, en el hecho de que no nos cansamos de preguntar el porqué de las cosas y eso empieza en las aulas.
SEMANA: ¿Por qué hay que darle un mejor lugar a la ciencia?
E.S.: Permite tomar mejores decisiones. Cuando se gobierna un país hay muchas decisiones de salud pública o ambientales que pueden tomarse con más propiedad y conocimiento cuando la persona está preparada científicamente o es un tecnócrata. Por otro lado, la pandemia mostró lo importante que es producir lo necesario para atender la salud, como reactivos o medicamentos. En este momento los medicamentos en Colombia son importados, no se produce nada. La ciencia sirve para desarrollar la industria. Esto dará más trabajo a la gente, pero también independencia, porque si no puedes importar algo, se dificulta todo. ¿Por qué Colombia no ensambla computadores? ¿Por qué Colombia no hace fertilizante? La ciencia es una base del progreso que permite hacer desarrollo dentro de las empresas.
SEMANA: ¿Qué desafíos hay?
E.S.: Bueno, hoy muchos intentan comercializar la ciencia, pero yo creo que en el fondo la ciencia está guiada por el placer intelectual. La satisfacción de estar todo el día en el laboratorio y de pronto descubrir algo. No está relacionado con la búsqueda de dinero, que sí mueve a un empresario, banquero o comerciante. A nosotros nos mueven otros ideales y no todos los comparten. Esto es difícil porque uno le dice al estudiante que la ciencia es maravillosa, pero el mismo estudiante ve un vecino que tiene un carro último modelo que viaja a Miami; entonces competir con eso es difícil.
SEMANA: ¿Cómo ha vivido la pandemia?
E.S.: Ha sido muy difícil. No voy a mentir. Soy una persona muy comunicativa, me gusta dictar clases. Las veo como una obra de teatro donde los estudiantes son actores y yo a veces soy la actriz o directora. Es difícil no ver las expresiones de la cara, no sentir la presencia. Además, nosotros como químicos vivimos del experimento, tenemos que estar en el laboratorio, salir a campo. No es lo mismo que para un filósofo. Ha sido un poco deprimente. Mucha gente dice “ay, la nueva realidad”, pero no, la civilización siempre ha intentado estar junta, a través partidos de fútbol, el teatro... un ser humano necesita comunicación.
SEMANA: Algo que sueñe…
E.S.: Soñaría con un instituto de investigación más grande. Con que los estudiantes que se gradúan de maestría o doctorado puedan tener trabajo aquí mismo. Todo lo que nosotros estudiamos quisiera verlo en productos, en algo que sirva a la gente, que el conocimiento sea materializado. Puede ser que no alcance a verlo, pero puedo preparar a la gente que lo haga. Es muy importante preparar a futuros científicos porque uno nunca en la vida alcanza todo lo que quiere. Hay que dejar ese legado a otras personas que puedan continuar con la misma idea o desarrollarla mejor.
SEMANA: ¿Cómo llegó a Colombia?
E.S.: Porque me casé con un colombiano (risas). Y cuando llegué me di cuenta que uno puede lograr muchas cosas. Uno siempre piensa que al otro lado está mejor, pero es una ilusión. Cuando llegué a Colombia fue como empezar a leer un libro, un libro escrito en otro idioma que tenía que aprender. Todavía no lo entiendo, pero ahí vamos. Cuando vivía en Rusia conocía la literatura latinoamericana, a García Márquez. Obviamente, todo lo que escribe de Macondo no se encuentra aquí, pero a través de esos libros quedé enamorada y con mucha curiosidad. Yo veo a Colombia como un libro complejo, una enciclopedia que estoy estudiando. Para mí, el mayor reto fue el idioma. Si no lo manejas es como vivir medio ciego o medio sordo. También tuve que leer muchísimo sobre la historia de Colombia para entender muchas cosas, porque uno llega y hace sus interpretaciones, pero las hace según la experiencia que uno tiene, no según la verdad que existe.
SEMANA: Además de la ciencia, en varias ocasiones ha mencionado su pasión por el arte…
E.S.: Sí. Debo decir que cuando era pequeña empecé mi vida practicando pintura, pero por alguna razón más adelante me desvié al deporte. Fui máster en patinaje. El amor hacia al arte lo vivo, lo sufro y quisiera volver siempre a él, porque considero que hay dos formas de ver el mundo: a través de la ciencia y a través del arte. Ambos son válidos, son dos miradas distintas, pero tanto el arte como la ciencia investigan el mundo, descubren leyes. Creo incluso que el arte lo hace de una forma más sofisticada que la misma ciencia y por eso me llama tanto la atención.
SEMANA: ¿Cómo ve el mundo a través de la ciencia?
E.S.: Yo creo que la ciencia es una forma de existir donde hay que ser y no parecer. La ciencia no engaña porque lo que tú haces otra persona lo debe comprobar. En la ciencia no se puede aparentar porque hay otros criterios de la verdad y siempre está sujeta a la revisión del otro. Quizá se puede engañar por un momento, pero luego se descubre. En ese sentido es una forma de ver el mundo mucho más honesta
SEMANA: ¿El hecho de ser mujer en la ciencia ha significado algo para usted?
E.S.: En este punto tengo un poco de problemas porque vengo de otra cultura. Me crié en Rusia, un país en el que después de la Segunda Guerra Mundial la mujer se volvió libre, trabajadora y muy importante. Para mí, no hay duda de que soy igual a cualquier otra persona. Cuando llegué a Colombia me di cuenta que era todo diferente. Hasta ahora las mujeres empezaban a estudiar y trabajar, a ser económicamente independientes. Pero yo personalmente nunca he sentido esa diferencia de manera directa. Lo que sí percibía mucho más antes era la discriminación de la mujer con la misma mujer. No había suficiente solidaridad con el género y eso me impacta muchísimo.