PSICOLOGÍA
No quieren salir: el síndrome de la cueva después de la cuarentena
Aunque la mayoría quiere estar afuera luego de varios meses de encierro un porcentaje de la población prefiere la casa. ¿Es costumbre o agorafobia? Los expertos responden.
Desde hace un par de semanas Claudia López terminó con el encierro preventivo. Y con el anuncio, muchos sintieron un gran alivio y salieron felices a disfrutar del sol, la calle y el aire con los protocolos de bioseguridad. Pero para un grupo de gente ese no fue un alivio pues a pesar de que pueden salir no lo quieren hacer. Rebeca, una profesional de 40 años no ha asomado la nariz a la puerta. “No lo necesito porque en estos meses me acostumbré a pedir todo a domicilio y a trabajar en casa”.
Cuando a ella le hablan de volver a trabajar abre los ojos en señal de preocupación. “No quisiera regresar a los trancones. Me gusta más la vida así”, dice. Cuenta que con la cuarentena tanto sus hijos, de 12 y 10 años, como su esposo, a quien no veía antes por exceso de trabajo de ambos, ahora almuerzan juntos y viven una vida más en familia. “A mi me gusta este estilo de vida y no siento la necesidad de salir”.
A otros les pasa algo parecido. Carlos, un pensionado de 65 años, no quiere salir para evitar un posible contacto con el covid 19. “Tengo suficientes años como para arriesgarme a estar por fuera”, señala. Lo mismo opina Eric, un experto en entrenamiento físico quien no ha cruzado la puerta de su edificio desde marzo 6. Y aunque tiene 30 años y menos riesgo, vive con sus padres que son mayores y no quiere generarles angustias ni infecciones por covid. “No tengo ningún problema en estar aquí en el apartamento y podría hacerlo por varios meses más. Aquí tengo todo lo que necesito”.
Todo ellos son vistos como bichos raros porque la mayoría asume que el encierro ha dejado a la gente con una gran necesidad de salir y estar afuera. Pero para una porción de la sociedad ese no es el caso. Ellos están viendo que dejar la casa o no es necesario o no es una buena decisión en términos de protección de su salud. Por eso sienten ansiedad de salir de esa casa que los protegió en los peores momentos de la pandemia.
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Algunos consideran que tienen el síndrome de la cueva o de la cabaña. Este término se deriva del inglés cabin fever (fiebre de la cabaña) y se da cuando una persona no quiere salir a la calle ni contactar a otras personas fuera de con quienes convive. También sienten temor a realizar actividades que antes eran cotidianas como trabajar fuera de casa, coger medios de transporte público y relacionarse con amigos.
Sin embargo, otros expertos dicen que ese es un término errado para llamar a las personas que optan por no salir en medio de la pandemia. Algunos psicólogos argumentan que señalar a estas personas como si tuvieran síndrome de la cabaña es considerarlas iguales y no tener en cuenta que tienen diferentes razones para no salir de casa. Como lo dice el experto José Manuel Ovieto al periódico 20 minutos, ponerles este nombre es equivocado porque este no es un encierro voluntario, sino que “estamos confinados por fuerza mayor”.
Otros especialistas se han apresurado a decir que sufren de agorafobia, un desorden del pánico que se caracteriza por el miedo que sienten quienes lo padecen de estar solas en la calle o en un espacio cerrado y concurrido como un centro comercial, o ir en un bus, en tren o carro. Así como sucede con el término de la cabaña, con este tampoco se sienten a gusto los expertos. Consideran que llamar a las personas que se protegen o se sienten cómodos en casa en momentos de pandemia es equivocado si se tiene en cuenta que estos sentimientos de miedo son reales.
Al parecer estas personas podrían estar sintiendo ansiedad de salud y es algo perfectamente normal pues luego de haber recibido por los medios tanta información acerca del nuevo coronavirus es entendible que algunos no quieran salir de la casa. En este sentido, lo que presentan no es un cuadro psiquiátrico sino más bien una consecuencia natural por haber estado tanto tiempo confinados.
La psicóloga Meg Arroll explica que la ansiedad de la gente con agorafobia nace de un miedo intenso a no poder escapar de una situación difícil o no poder pedir ayuda en caso de un ataque de pánico. En el caso de la pandemia, la ansiedad de dejar la casa viene del miedo del contagio de covid 19 y lo que eso podría significar para la salud de cada persona.
No obstante, las personas que ya han tenido un diagnóstico de ansiedad o de agorafobia podrán estar sufriendo de esta ansiedad de salud en mayor proporción porque esos pensamientos intrusivos y los comportamientos ansiosos no se controlaron durante el encierro. En otras palabras, la gente se ajustó a vivir en casa como medida para evitar el contagio y ahora que puede prefiere seguir allí porque no sabe controlar sus emociones frente a esa nueva libertad.
Pero, para el resto de personas que no sienten deseos de salir de casa a pesar de que la cuarentena se acabó, es normal lo que está viviendo aun si no tiene un trastorno de ansiedad. Los expertos dicen que se trata de la pandemia es un evento sin precedentes y en ese sentido la mente está tratando de entender cómo gestionar todos los riesgos que yacen fuera de la casa.
El punto de quiebre para pedir ayuda es si el miedo empieza a afectar su funcionamiento diario. En este caso, estas personas podrían beneficiarse con sesiones de terapia psicológica o psiquiátrica pues si la gente no se involucra en situaciones sociales y eventos por fuera por mucho tiempo, esos síntomas podrían exacerbarse.
Otras recomendaciones son limitar el número de noticias sobre coronavirus que lee o ve. También ayuda enfocarse en las cosas que más gratificación le dan, así como hacer ejercicios de respiración para mantener la calma. Y si nada de esto funciona, hablar con un experto en el tema será de gran ayuda.