Entrevista
“No tenemos el peor sistema de salud”: habla en SEMANA Juan Gabriel Cendales, director de la Fundación Cardioinfantil
La fundación cumple 50 años aliviando el corazón de los colombianos. SEMANA conversó con su director ejecutivo, quien analizó los retos del sector salud en el país.
En 1973, los hermanos Reinaldo y Camilo Cabrera apostaron por la creación de una institución mediante la cual se pudiera subsanar una de las necesidades más sentidas en materia de salud de la Colombia de esa época: el acceso a especialistas para las poblaciones más necesitadas.
Cincuenta años después, ese sueño sigue latiendo. La Fundación Cardioinfantil-La Cardio no solo es una de las clínicas más prestantes del país en materia de diagnóstico y tratamiento de enfermedades cardiovasculares, sino que desarrolla una labor social que ha permitido la atención de más 50.000 niños con enfermedades del corazón en varios de los rincones más apartados de Colombia.
Hoy, detrás de la dirección de La Cardio está el médico y cirujano Juan Gabriel Cendales, cuya llegada a la institución coincidió con una de las épocas más retadoras para la salud: la pandemia del covid-19.
En entrevista con SEMANA, Cendales habla del legado de La Cardio y también de los enormes retos que tiene en el sector, especialmente de cara a la reforma a la salud, que actualmente se tramita.
SEMANA: La Cardio fue el sueño de dos médicos hermanos que entendieron que había sectores, especialmente de niños, que no accedían a servicios de salud de calidad. ¿Cómo se mantiene hoy ese legado?
Juan Gabriel Cendales (J.C.): Reinaldo era cardiólogo clínico y Camilo es cirujano cardiovascular, aunque ya no ejerce. Y comenzaron a ver que había pacientes que no se podían atender fácilmente y comenzaron a generar una cantidad de iniciativas de solidaridad para buscar benefactores y así atenderlos.
SEMANA: ¿Cómo era la salud en esa época donde no era fácil acceder a especialistas?
J.C.: Y tampoco había mucha tecnología disponible. Pero, cada vez más médicos se han especializado y se fue ampliando el servicio y manejo de las patologías del corazón. Es que 50 años atrás había patologías congénitas que no se podían detectar y tratar aquí. Y esa fue la misión que esos dos hermanos se pusieron. Y en 1973 comenzó una generación de infraestructura y de programas que se convirtió en lo que hoy es La Cardio.
SEMANA: Hoy, con más especialistas y más tecnología, ¿cómo está la salud del corazón de los colombianos?
J.C.: Como está en todo el mundo. Colombia no es la excepción. La enfermedad cardiovascular sigue siendo la causa número uno de muerte en el mundo. En el país se estima que cerca del 13 por ciento de la población puede tener alguna enfermedad cardiovascular. Antes del covid estaba en el segundo lugar en muertes; después del covid, en el primer lugar. Por el descuido, los malos hábitos, hay un aumento de la prevalencia de hipertensión arterial, colesterol alto, inactividad física.
SEMANA: Sorprende que a pesar de tanta pedagogía y sensibilización, los colombianos sigan siendo tan negligentes con su corazón.
J.C.: Falta más conciencia frente a lo que puede a llegar a ser la enfermedad. Al analizarlo, vemos que las preocupaciones y necesidades de las diferentesgeneraciones cambian. Entre 25 y 35 años, la gente no se preocupa del peso, el colesterol, la falta de ejercicio; quiere es terminar su carrera, comenzar a hacer plata. De los 45 a los 55, piensa en los hijos. Y solo cuando llega a una edad mayor, comienza a preocuparse por su salud, lo que genera un impacto en la manifestación de las enfermedades. Si una persona no es consciente de que a pesar de tener factores de riesgo debe cuidarse más que el resto, por más campañas no va a cambiar su salud. Es un tema de autocuidado. Las predisposiciones genéticas además son cada vez más frecuentes. Todo eso sumado hace que sea muy difícil controlar los factores de riesgo y la manifestación de las enfermedades cardiovasculares.
SEMANA: Justamente, La Cardio tiene un programa de prevención que lleva los especialistas a regiones apartadas. ¿Cómo resume la experiencia de esas brigadas?
J.C.: La idea es llevarles especialistas a miles de niños con patologías cardiovasculares congénitas. Se ha hecho en 14 regiones, donde aliados estratégicos nos ayudan a convocar a esos niños. Somos enfermeros, médicos, especialistas, voluntarios que nos dedicamos a identificar las fallas del corazón de estos pacientes. Algunos son remitidos al hospital para tratamientos y otros, simplemente, se controlan cada año. Es un modelo con más de 15 años, donde se han valorado más de 50.000 niños y se han operado a unos 4.000.
SEMANA: ¿Qué tanta prevalencia tienen esas enfermedades congénitas?
J.C.: Se estima que cerca de unos 1.000 niños por año nacen con estas patologías. Nosotros intervenimos la mitad, pero otros 500 niños se quedan sin diagnóstico y sin respuesta terapéutica. Todavía no son suficientes las intervenciones que se hacen y quedan muchos niños sin ese diagnóstico oportuno.
SEMANA: Uno lo escucha hablar y se pregunta: entonces, ¿realmente el sistema de salud colombiano es tan malo como dice el presidente Gustavo Petro?
J.C.: No tenemos el peor sistema de salud del mundo. Nuestro sistema de salud es bueno. Como todo, tiene cosas por mejorarse, replantearse, innovarse. Sin duda, por el contrario, tenemos uno de los mejores del mundo, porque hay una cantidad de actores y una integración que hace que el paciente tenga al final un resultado exitoso y una cobertura que no brinda ningún otro país.
SEMANA: ¿Cómo ve entonces la actual reforma a la salud que impulsa este Gobierno?
J.C.: La hemos analizado profundamente, incluso con otros hospitales parecidos a nosotros, siempre poniendo a los pacientes y sus familias en la mitad para calcular el impacto que puede generar. El tema de trabajar en prevención y promoción, de reforzar hospitales públicos y facilitar el acceso a la salud a las poblaciones no tiene discusión. Pero lo que no puede desconocer la reforma es la labor de 30 años de muchos actores que han trabajado por mejorar la salud de la gente. Perder esa cadena de valor es un retroceso. Ningún sistema de salud es perfecto y amerita ajustes, pero esta reforma no tiene en cuenta a los pacientes y a sus familias, el centro de todo. No se pueden ideologizar las conversaciones sobre la salud y los cambios se deben hacer graduales, no radicales. Para que el Titanic se volteara por completo tomó tiempo. Pero este giro tan brusco de la salud hará que todos nos terminemos hundiendo.
SEMANA: ¿Cómo siente que la reforma los va a impactar?
J.C.: Como actor importante del sistema de salud nos va a impactar, sin duda. Pero tenemos la convicción de que seguiremos haciendo lo que mejor sabemos, invertir en calidad de atención, en responsabilidad social. La Cardio invirtió casi 8.000 millones al año para que ninguna familia tenga que sacar un peso, ni siquiera el sistema de salud lo tiene que sacar. Es lo que sabemos hacer. Independiente de la reforma, la fundación está para seguir cumpliendo otros 50 años de operación.
SEMANA: ¿Cómo recibió las declaraciones del actual ministro de Salud, que dijo que las entidades hicieron negocio durante la pandemia?
J.C.: Para quienes la afrontamos, sabemos que fue un momento complejo, pero gratificante. Lo que debería destacarse es que todos los trabajadores de la salud nos unimos como nunca antes para salvar vidas. No me cabe duda del trabajo que hizo cada uno; esa articulación público-privada fue exitosa. Hubo errores y problemas, pero fueron más las vidas que salvamos.
SEMANA: ¿Le preocupa que el sistema regrese a los tiempos del Seguro Social?
J.C.: Sería un escenario muy complejo porque existen muchas interacciones que no están mapeadas por el Gobierno y una cantidad de conflictos de interés tanto de públicos como de privados. Pero aquí seguiremos otros 50 años independiente de estas reformas olas siguientes.