Entrevista
Nómadas digitales: despachar desde cualquier lugar del mundo
Natalia Jiménez, de Deel, cuenta que hoy es posible trabajar no solo fuera de la oficina, sino también del país, y turistear a partir de las cinco de la tarde.
SEMANA: ¿Cómo nos cambió la pandemia el modo de trabajar?
Natalia Jiménez (N. J.): El trabajo remoto ha sido un cambio tan revolucionario como el celular. Es algo que puede modificar la forma en que consumimos, trabajamos y emprendemos. Hoy hay más negocios en ciudades medianas y está surgiendo más progreso y gasto en ciudades que antes no tenían eso. Es un cambio espectacular, y enorme, y va a cambiar la vida como la vivimos hoy.
SEMANA: ¿Qué retos supone ese cambio?
N. J.: Visas, pasaportes, dónde se pagan impuestos, cómo hacer los contratos de trabajo para que sean legales en cada país. Eso es lo que hacemos en Deel. Queremos que las empresas tengan flexibilidad, que no haya fronteras. Así las empresas tienen sus equipos, retienen al mejor talento y que sus empleados tengan flexibilidad. Ahí es cuando ayudamos con pagos y con lo legal.
SEMANA: Hablemos del nómada digital. ¿Eso es posible en Colombia?
N. J.: En este momento estoy en Nueva York y tengo alrededor cinco personas con stickers en su computador que dicen ‘nómada digital’. En Medellín estuve la semana pasada y me quedé en un sitio llamado “El viajero” y es un hostal para nómadas que viven desde hace meses en Medellín y trabajan virtualmente. La mayoría son extranjeros. Eso existía antes de la pandemia, pero hoy muchas personas que antes no se imaginaron hacerlo como yo, lo podemos hacer. Son más de 690 mil millones de euros los que se mueven en nómadas digitales y ya hay países que generan visas para ellos, así como pasaportes. Medellín se está perfilando como una ciudad para nómadas digitales y el Estado está buscando normas en el tema de impuestos y seguros de salud que hay que resolver.
SEMANA: ¿Cómo es un típico caso de un nómada digital?
N. J. Dan, nuestro chief operating officer, por ejemplo, vivía en Nueva York y en un momento dijo: ‘voy a viajar por el mundo’ y metió sus pertenencias en un bodega y empezó a viajar por Europa, Estados Unidos, Suramérica y no se a dónde más, pero trabaja y cambiaba cada mes o dos meses de país: iba conociendo gente de la empresa y los fines de semana hacía turismo, pero trabajaba 100 %. Luego de un año volvió a Nueva York. Ese es un caso, pero hay más. Otros en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica están buscando cómo devolverse a su ciudad de origen para tener casa más grande, más comodidades y seguir trabajando. El otro caso es el mío. Yo sigo en Bogotá, donde tengo mi casa en Colombia, mi esposo y mi mascota, pero viajo bastante porque disfruto trabajar desde otros lugares, disfruto hacer turismo a partir de las cinco de la tarde por una semana. Pero no siempre estoy en modo nómada. Lo importante es entender el concepto de que puedes trabajar desde cualquier parte, ser pagado desde cualquier parte, y que cualquier empresa del mundo te pueda contratar sin que eso signifique que te tengas que ir a vivir allá.
SEMANA: ¿Eso es distinto a la contratación en otros países...
N. J.: Es complementario. Este modelo se da cuando puedo ser contratada por una empresa en otro país y trabajar en el mío, pues ahí es donde se vuelve posible ser nómada digital, porque si no tienes la flexibilidad financiera para pagar, en cualquier parte del mundo es más difícil. Pero cuando tú tienes esa posibilidad ahí es donde empieza el mundo a moverse y a ser más flexible. Lo que hacemos es facilitarle a cualquier persona que pueda trabajar desde donde quiera.
SEMANA: ¿Cómo benefician todas estas modalidades a empleados y a empleador?
N. J.: Hay beneficios para ambos. Este esquema disminuye la desigualdad porque una empresa en San Francisco consigue talento más barato en el mundo, y las personas que reciben salarios muy bajos están teniendo posibilidades de mejorarlo. Vemos que la balanza se equilibra. En Colombia uno consigue un puesto en el que le pagan desde el exterior y suele ser más atractivo. Es un reto para las empresas colombianas porque pueden encontrar talento global. La realidad es que estamos empezando a borrar las fronteras. Y cuando las borramos, el mundo se equilibra un poco.
SEMANA: ¿A la gente y a las empresas sí les interesa ese cambio o le tienen miedo?
N. J.: Esto es una locura. En el último año aumentó más de 2.500 % la cantidad de personas contratadas en Latinoamérica por empresas internacionales. Y también empresas colombianas y latinoamericanas crecieron más de 1.000 % en contrataciones en el exterior. A unas empresas les da más miedo que a otras porque cambia la cultura corporativa y la relación con la persona. Hay más confianza, más empoderamiento, mucho menos micromanejo, pero es una tendencia. Y viene en crecimiento porque cada vez las nuevas generaciones quieren más flexibilidad. A las empresas que les da miedo les toca cambiar porque igual la gente les empieza a renunciar. En Estados Unidos renunciaron más de 4 millones de personas porque los obligaban a ir a la oficina y eso es un signo de que tarde o temprano esa tendencia viene y llegará y se quedará.
SEMANA: ¿La gente quiere libertad, despachar desde cualquier lugar del mundo y acomodarse a todo sin necesidad de estar anclada en un sitio?
N. J.: Sí, exacto. Quiere estar desde su casa, desde un café o desde la oficina, pero solo una vez a la semana o quiere viajar por el mundo. Las empresas que están siendo rigurosas y limitantes en eso empiezan a verse afectadas porque la gente en la pandemia se dio cuenta de algo y es que el trabajo es una acción y no un lugar.
SEMANA: ¿Deel qué hace para este proceso?
N. J.: Nuestra misión es que cualquier empresa pueda contratar al mejor talento sin importar donde esté y que el mejor talento sea contratado por cualquier empresa sin importar donde esté. Amazon tiene personas trabajando en ciudades medianas e intermedias, algo que nunca se había visto. Nosotros no gestionamos el talento, pero sí ayudamos a las empresas a que conecten con diferentes socios que tienen talento para reclutar y los ayudamos a conectarse y nuestra tarea; sin embargo, es cuando ya consiguió a la persona y no tienen cómo contratarla, nosotros ayudamos a que sea legal, seguro, que financieramente sea eficiente para ambos y que pueda seguir trabajando remotamente sin problemas administrativos.
SEMANA: ¿Qué problemas hay que solucionar?
N. J.: Una de las ventajas de Deel es que puedes comprar un seguro de salud global para poder viajar por el mundo. Tenemos varios aliados de salud según el país donde estén. Hay muchos retos en salud en el tema de contratación. Los estados están inventando leyes, sistemas de impuestos. Si yo me muevo por el mundo, ¿dónde pago impuestos? Hay un universo nuevo que está cambiando y los países deben resolver los inconvenientes que esto genera.
SEMANA: ¿La interacción social sufre?
N. J.: Mucha gente confunde trabajo remoto con pandemia. Yo soy remota desde antes, pero eso ni significaba que no viera a nadie. Me reunía con mi equipo todas las semanas, uno a uno tomábamos café, planeación mensuales, hoy me veo con 5 personas en Nueva York que llegaron de diferentes países. Todos de Deel. Yo personalmente me quedo una vez por semana en la casa, pero de resto un día trabajo con alguien, otro día salgo a almorzar con otra y otro voy a un club. Yo no me aíslo, sino que interactúo cuando quiero con quien yo quiero. A veces con la oficina de Colombia, o con la gente de otra sede. Para mí el aislamiento es más por la pandemia que por el trabajo remoto, pero hay que aprender a trabajar y a ver con quién me veo, cómo me veo y es una evolución que veremos todos los que nos aislamos por la pandemia.
SEMANA: ¿Cómo será el futuro? ¿La gente se va a afianzar más en este modelo y no a volver a trabajar como antes?
N. J.: Sí, es mi punto de vista. Intento ser poco subjetiva, pero hablo con muchas personas y todos me dicen que a pesar de todas las incomodidades no volverían a la oficina porque el trabajo remoto les mejoró su calidad de vida: hoy tienen más tiempo con sus hijos, más espacio para sus hobbies y todo eso para mí es fundamental. Esta libertad de gestión del tiempo propio no tiene vuelta atrás.