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Papá y mamá, así es el ‘banco’ de los millennials. Cada vez más jóvenes acuden a ellos porque la vida está muy cara. Si usted es ese banco, cuidado con esto
A los jóvenes de la generación millenial y la generación z pareciera no preocuparles estos tiempos de recesión. Acostumbrados al cómodo bolsillo de sus papás, no temen perder sus empleos o planear el futuro.
José Carlos Mejía cuenta los días para pensionarse. Después de trabajar casi tres décadas en el sector público, y con poco más de 60 años, siente que ha llegado la hora de disfrutar lo cosechado durante su extensa vida laboral.
Solo tiene una preocupación, el futuro de sus dos hijos, de 23 y 27 años, en quienes advierte un desdén por asuntos que a José Carlos a esa edad sí le preocupaban: conseguir un trabajo estable, construir una carrera profesional y tener una casa propia.
“Aún les pago medicina prepagada y les ayudo a financiar sus viajes. Ambos han tenido experiencias laborales, pero breves, porque no se amañan donde los contratan. Pero ahora pienso si con lo que reciba de pensión voy poder seguir dándoles esos privilegios, con la vida además tan costosa como está”, reflexiona este caleño.
Es el retrato de una realidad que viven miles de familias en Colombia con hijos y nietos que pertenecen a la generación ‘millenial’ (27-38 años) y a la generación Z (18-26 años), caracterizadas por la inestabilidad.
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Lo sabe bien David Aponte, fundador de Financial Lab y experto en finanzas personales, que considera que se trata, en muchos casos, de jóvenes con poca conciencia del dinero y visión de futuro que no temen perder sus empleos porque saben que cuentan con el ‘banco’ de papá y mamá.
Aponte los tiene ya bien identificados: El 80 % de los ‘millenial’, explica, solo quieren viajar y no permanecer mucho tiempo en el mismo trabajo. “Pasan en promedio 1,2 años en una misma empresa. Y eso afecta la productividad por todo lo que implica la rotación de personal. Y quedarse sin empleo no les preocupa porque saben que los papás responderán por ellos. Es una situación que se ha venido masificando en ciudades grandes como Bogotá y Medellín”.
Y cita algunas cifras de la firma Deloitte que reafirman esta percepción: por un lado, al 47 % de los ‘millennial’ y al 46 % de la Generación Z no les preocupa no poder cubrir sus gastos. Por el otro, alrededor de un 45 % dicen sentirse agotados debido a la intensidad y las exigencias de sus entornos de trabajo.
Aunque hay excepciones, en muchos casos son personas que no quieren amarrarse. Por ejemplo, “si hablamos de un crédito hipotecario a 15 o 20 años, porque no les preocupa construir un patrimonio”.
Es una generación, advierte el experto, que solo “quiere gastar pues les ha tocado una vida relativamente fácil, en la que han sido sus papás los que les sí han tenido que luchar más. Por eso es que ves muchachos que a los 18 o 20 años quieren darse un año sabático porque están estresados. Irse de viaje todo un año, de mochileros, para aliviar ese ‘estrés’”.
Quizás esto explique por qué entre el 50 % y el 60 % de los jóvenes en Colombia están desempleados. “Lo que toca averiguar es por qué no tienen empleo: si es porque no lo buscan o porque no lo quieren”, dice Aponte.
El riesgo, sostiene, es que los papás, al tener que seguir asumiendo los gastos de sus hijos “ven disminuida su capacidad de inversión y sus posibilidades de ahorro futuras. Y es peor si la crianza recae en los abuelos que sobreviven con una pensión”.
Pero no son solo los hijos los que acuden al banco de ‘papá y mamá’.
En tiempos en los que el costo de la vida está por las nubes, miles de familias hacen malabares para cubrir hasta los gastos más básicos y muchos recurren a sus parientes más cercanos para conseguir dinero.
Alberto Cifuentes, economista de la Universidad Libre, ha analizado este fenómeno, que se explica —dice— en el hecho de que “estamos atravesando un periodo de mucha incertidumbre económica que coincide, además, con una fuerte inflación mundial y también un endurecimiento de las políticas de crédito de las entidades financieras”.
Aunque a simple vista, los préstamos entre familiares pueden parecer una solución amable porque el dinero se consigue fácilmente, en plazos cómodos y muchas veces sin intereses, también tiene desventajas.
Para Cifuentes, “la relación entre los familiares puede verse en peligro si quien presta no cumple con las condiciones pactadas, no paga lo que debe en el tiempo acordado o decide no saldar el total del préstamo. También se puede poner en riesgo la economía del prestamista en caso de que contara con el ingreso del dinero prestado en el tiempo acordado”.
Educación financiera para el futuro
En lo que ambos expertos coinciden es que detrás de esta práctica de acudir a familiares cercanos en casos de urgencia económica está la falta de cultura del ahorro y de educación financiera en los colombianos.
Para Aponte, “el colombiano promedio no ahorra en tiempos de abundancia y lo que hace es gastar en la misma proporción en que percibe sus ingresos. Y cuando llegan las épocas de escasez no tiene de dónde echar mano”.
Esto revela una falta de educación financiera, que implica “aprender realmente el concepto del dinero, que no es más que un medio de cambio, un medio para lograr resultados”.
A los niños, desde pequeños, hay que enseñarles cómo generar dinero. “Mostrarles que el dinero no algo es que salga de un cajero o se obtiene con pasar la tarjeta de crédito. Especialmente a esta generación que ha crecido con un concepto muy etéreo del dinero porque ya no lo ven, la mayoría de transacciones ahora son digitales”, asegura el fundador de Financial Lab.
Pero, ¿cómo lograrlo? Enseñando a generar dinero. “Cuando los niños empiezan a generar gustos por ciertas cosas, como videojuegos o ropa, los padres en lugar de ser complacientes deberían retar a sus hijos a conseguir el dinero para costearlos”.
“La idea es —explica Aponte— preguntarles cuánta plata tienes. ¿Tienes ahorros? ¿No? Entonces vamos a crear una alcancía. Pero, ¿cómo la alimentamos? Como tienes ropa que ya no utilizas, la podemos vender. O si tienes un talento, pintar o hacer postres, puedes emprender. Con ello empiezan a entender el origen del dinero y las dificultades para lograrlo”.
Otro aspecto clave, dice, es no “criar empleados. Lo mejor es fomentar el emprendimiento, que aprendan que se les debe retribuir su talento y no el trabajo manual”.
De acuerdo con Aponte, el mundo está ante una generación que ha ido moldeando su propia forma de concebir la vida y de plantear el ascenso social de una manera muy distinta a la de sus padres.
“Para muchísimos de ellos, comenta el experto, la vida no consiste en estudiar, especializarse, tener hijos y una casa, como lo hicieron sus papás o abuelos. Incluso, se cuestionan la necesidad de hacer una carrera cuando entienden que hoy existen oficios que, gracias a la tecnología, pueden llegar a ser rentables, como el caso de los influenciadores. Entonces, a los de otras generaciones anteriores nos toca cambiar el chip”.