RECREACIóN
Pequeños gigantes
Cuando los niños llegan a Divercity se les trata de señor y señora, pues en esta ciudad ellos juegan a ser adultos en una infraestructura muy real construida a su tamaño.
En Colombia hay una ciudad en donde siempre es de noche. Pero lo que más llama la atención es que quienes pueden caminar por sus calles y jugar tranquilamente son los niños. Y es que en este lugar todo parece funcionar al revés: las guarderías son para que los pequeños dejen a sus padres mientras ellos son los responsables de hacer las compras, trabajar, hacer las vueltas en el banco, pero, ante todo, de divertirse mientras llevan a cabo estas actividades, que a muchos adultos les causan dolores de cabeza.
El nombre de esta ciudad donde los más chicos se convierten en grandes es Divercity, ubicada en el nuevo Centro Comercial Santafé. Se trata de un espacio de 5.200 metros cuadrados en el que se encuentran desde una clínica donde los niños entre los 3 y los 13 años pueden convertirse en médicos y salvar la vida de un paciente enfermo de tanto fumar; pueden ir a una discoteca, hacerse peinados y maquillarse en la peluquería o transformarse en piloto de un avión. En total hay 43 atracciones que representan el mundo real de los adultos a escala infantil. "Quisimos crear un escenario gigante del juego más antiguo que existe, jugar a ser grande", contó a SEMANA Juan Manuel Borda, gerente y una de las mentes detrás del proyecto.
Los creadores de Divercity se basaron en exitosas experiencias como La República de los Niños, creada durante el gobierno de Juan Domingo Perón en La Plata, Argentina. Parques de atracción de este tipo también existen en Buenos Aires, Fort Lauderdale, Ciudad de México y Monterrey. La creación de esta nueva ciudad colombiana tuvo un costo de 10 millones de dólares, que en parte financiaron reconocidas marcas colombianas y extranjeras. Es así como, por ejemplo, el supermercado es El Éxito y la clínica es la Fundación Santa Fe, entre muchas otras, que al ser parte de este gran teatro vuelven más real el juego.
Lo primero que hacen los niños al entrar es recibir un cheque que deben consignar en una cuenta del Banco de Bogotá para recibir una tarjeta débito. "La idea es que aprendan a ser responsables y a utilizar bien el dinero", explica Borda. De ahí en adelante podrán disponer de la plata, que en Divercity no son pesos sino divis, sacándola del cajero o utilizando los datáfonos que hay en cada atracción. Por lo tanto, también deben trabajar ya sea como enfermeros, periodistas, veterinarios o cajeros de supermercado para ganar el dinero necesario y seguir gastándolo en los juegos.
Mientras tanto pueden dejar a sus padres en un café Internet o en una sala de televisión, las 'guarderías para adultos', sin que estos tengan que preocuparse por la seguridad de sus hijos, ya que pueden averiguar la ubicación exacta de sus niños con sólo acercar el brazalete magnético, que les entregan a la entrada, a un computador que les da la información. De ahí en adelante, los pequeños son libres para recorrer las calles de la ciudad. Y si quieren usar un carro, antes tienen que hacer un curso de conducción en el que aprenden las señales de tránsito, para así obtener su licencia.
Otra de las grandes atracciones es que por unos minutos los niños pueden convertirse en presentadores de un noticiero. Además de pasar por vestuario, maquillaje, pruebas de cámara y aprender a leer un telepronter, pueden dar una que otra 'primicidad', en vez de primicia, como dijo Jessica en su exitoso debut en la pantalla ante los ciudadanos de Divercity. Aquí no importan las metidas de pata, lo importante es aprender y jugar a ser adultos, mientras ser grandes les parece lo más divertido.