SALUD
¿Por qué algunos fuman hasta viejos y no les hace daño?
Científicos tratan de descifrar qué sucede con los adictos al cigarrillo que llegan sanos a los 80 años. Los resultados podrían servir para nuevos tratamientos contra el cáncer.
Algunos asistentes al concierto de los Rolling Stones en Bogotá notaron con asombro que el guitarrista Ron Wood no dejó de fumar durante el espectáculo. De hecho, Mick Jagger le apagó uno de los tantos cigarrillos que encendió en esa inolvidable noche.
A sus 68 años, el roquero ha dado una batalla sin éxito contra su adicción a la nicotina y la pregunta que muchos se hicieron al verlo es por qué, si el cigarrillo es un factor de riesgo de muerte prematura, Wood está aún vivito y coleando, en gira por el mundo y dando conciertos como si tuviera 30 años.
Él mismo no lo entiende, pues hace un par de años en una entrevista con The Daily Mail sobre su abuso a sustancias, no sólo cigarrillo sino alcohol y drogas, dijo: “Es una sorpresa que todavía esté vivo”.
Es la misma inquietud de muchos científicos que observan con curiosidad que no todos los fumadores mueren jóvenes. Por esa razón, que algunas personas con malos hábitos lleguen a viejos se ha convertido en objeto de estudio.
Para esclarecer la incógnita, Morgan E. Levine, gerontóloga de la Universidad del sur de California, hizo una investigación para la cual reclutó individuos de 80 años que aún fumaban. En experimentos con animales ya se ha visto que quienes viven mucho tiempo lo hacen porque están mejor equipados para contrarrestar el estrés biológico, y fumar cigarrillo hace parte de las actividades que generan dicho estrés. La hipótesis de Levine era que si una persona fuma desde joven y llega en buenas condiciones hasta los 80 años a pesar del vicio, algo deben tener sus genes que actúa como protección.
A la experta le habría gustado reclutar gente más vieja, pero ya el reto de hallar personas de 80 años y fumadores era grande. “Es un grupo muy pequeño”, dijo en entrevista a la revista New Scientist, y la razón es que fumar está relacionado con una gran variedad de enfermedades letales. “No es ningún promotor de larga vida en la persona promedio”, subraya.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud señala que la mitad de los consumidores de tabaco mueren por esta causa y la Sociedad Americana de Cáncer calcula que al menos 30 % de todas las muertes de cáncer se deben a este hábito.
Sin embargo, nada de eso se vio en el grupo de octogenarios fumadores estudiados por Levine. La primera observación que se logró del estudio es que estas personas se encuentran en perfecto estado de salud. “Están tan bien como otros de su misma edad que nunca han fumado”, dice Levine. Y la diferencia parece radicar en su genética e incluso en factores epigenéticos, es decir, los cambios que se producen en las células por el medioambiente.
Levine encontró que los responsables de esa buena condición física era unos genes involucrados en lo que los científicos llaman la senda del factor de crecimiento de la insulina tipo 1, que ha sido asociada en otros trabajos a longevidad y, según dicha evidencia, ayudaría a mantener y reparar las células. “En nuestros fumadores las variantes de estos genes lidian mucho mejor con el estrés a nivel celular, lo que detiene el proceso de envejecimiento”, dijo a la revista. También protegería de daños ambientales como el cigarrillo.
El estudio encontró que estos genes de la longevidad están asociados con 11 % menos de incidencia de cáncer. “Esos mismos podrían ser importantes para prevenir esta enfermedad”, añade.
A pesar del hallazgo, Levine sugiere no seguir el ejemplo de Ron Wood, pues estas personas son la excepción. “Sería mucho más fácil si la gente no tuviera que hacer ejercicio, ni comer sano, ni dejar el cigarrillo”, dice. Pero reitera que el resto de mortales deben tener una vida saludable si quieren llegar a esa marca. Si lo hace y además tiene la suerte de ser uno de esos individuos con genes longevos, no sólo vivirá mucho sino con mejor calidad. La investigación fue publicada en la revista Gerontology.