Salud mental

Por qué algunos se vuelven alcohólicos

Un nuevo estudio revela los mecanismos por los cuales una persona siente un deseo compulsivo de consumir alcohol.

19 de agosto de 2021
Flickr Ashok Prabhakaran | Foto: Flickr Ashok Prabhakaran

Los expertos en adicciones siempre han querido saber cuál es el motivo por el cual algunas personas quedan son bebedores compulsivos, es decir, no pueden parar de consumir el trago a pesar de que saben que tiene efectos negativos. Un nuevo estudio hecho por inestigadores de la universidad de Linköping, Suecia, encontró la respuesta. Según su trabajo, el causante de que un individuo siga consumiendo alcohol a pesar de ser consciente de sus consecuencias negativas sería un pequeño grupo de células nerviosas del cerebro.

Según los expertos “ese pequeño grupo de células nerviosas está una diminuta región del cerebro y hace la diferencia entre poder frenar de forma normal, como hicieron la mayoría de las ratas que hicieron parte del estudio, y no poder frenar ante el estimulo del alcohol”, explica Markus Heilig, profesor de psiquiatría del Departamento de Ciencias Biomédicas y Clínicas y director del Centro de Neurociencia Social y Afectiva (CSAN) de la Universidad de Linköping. Con el hallazgo, los investigadores creen que sería más fácil encontrar un tratamiento farmacológico para evitar el abuso de esta sustancia.

En el estudio que publicaron en la revista ‘Science Advances’, los investigadores identificaron ese pequeño grupo de células nerviosas en la amígdala central. Concretamente son las células nerviosas PKCd-positivas las que promovieron el consumo de alcohol en la vulnerable minoría de ratas, a pesar de las consecuencias negativas que sufrían al hacerlo. Alrededor de un 4% de estas células constituían la red de células que estaba detrás del fracaso del freno de este comportamiento específico.

Antes de explicar los pormenores de la investigación hay que decir que un aspecto importante de la adicción es que sólo una minoría de los que beben alcohol desarrollan una dependencia. También es conveniente explicar que para las personas la toma de decisiones frente a tomar otra copa o abstenerse es compleja. El cerebro tiene un importante sistema de comportamiento dirigido y motivado. Este sistema valora las cosas que consideramos gratificantes, como la comida sabrosa, el sexo y también las drogas, y nos impulsa a buscar más. Pero también es necesario un freno para evitar que hagamos cosas que tengan consecuencias negativas. El freno equilibra la información sobre las posibles consecuencias negativas con la recompensa esperada. En otras palabras, algunas personas son más vulnerables que otras, pero hasta ahora no se sabe a ciencia cierta por qué.

El primer paso de los investigadores en la búsqueda de los mecanismos moleculares que subyacen al consumo compulsivo de alcohol fue identificar la minoría vulnerable de individuos (en este caso ratas) en los que estos mecanismos pueden estar en funcionamiento. Para eso, las ratas del estudio aprendieron que podían pulsar una palanca para obtener una pequeña cantidad de alcohol. Pero al cabo de un tiempo las condiciones cambiaron para las ratas, de forma que recibían una descarga eléctrica junto con el alcohol tras pulsar la palanca. En esta oportunidad, la mayoría de las ratas dejaron de presionar la palanca para obtener más alcohol ante las consecuencias de hacerlo. Pero el freno no funcionó en alrededor de un tercio de las ratas, y éstas siguieron presionando la palanca para autoadministrarse alcohol aunque ahora ese consumo se asociara con una molestia.

Investigadores han demostrado que una monoría de personas son bebedoras compulsivas. La mayoría sabe ponerle freno al alcohol. | Foto: GETTY vía BBC

Para identificar el grupo de células nerviosas implicadas en el consumo compulsivo de alcohol, los investigadores utilizaron un marcador que se forma en los nervios justo después de que hayan estado activos. Encontraron una red de células nerviosas en varios lugares del cerebro, donde el núcleo de la red parecía estar en la amígdala central, una región del cerebro que controla las reacciones de miedo y está implicada en los mecanismos de aprendizaje que van unidos al miedo.

Cuando los investigadores utilizaron métodos moleculares avanzados para desactivar estas células, se restableció la capacidad de las ratas de abstenerse de autoadministrarse alcohol. Fue la enzima PKCdelta la que resultó desempeñar el papel clave. El descubrimiento hace esperar que esta enzima sea una posible diana para nuevos tratamientos farmacológicos.

“No esperaba que un grupo tan pequeño de células nerviosas fuera tan decisivo para este complejo comportamiento. Y no podía imaginar que sería posible demostrar tan claramente, manipulando estas células desde el exterior, que son las causantes del comportamiento”, afirma Markus Heilig.

Hace tres años, el grupo de investigación publicó los resultados de un estudio sobre otro comportamiento asociado a la adicción al alcohol, a saber, la elección del alcohol en lugar de otra recompensa. Demostraron que este comportamiento también está controlado por la amígdala central. Los científicos pudieron activar y desactivar este comportamiento manipulando los mecanismos moleculares de esta parte del cerebro.

Nuevos resultados de otros investigadores sugieren que también los seres humanos y otras especies animales pueden dividirse en dos grupos con respecto a su capacidad para frenar el comportamiento de búsqueda de recompensas cuando puede tener consecuencias negativas.

Markus Heilig cree que es necesario seguir investigando para identificar marcadores clínicos que puedan revelar si una persona tiene una vulnerabilidad individual para desarrollar una adicción, ya que un descubrimiento temprano podría hacer posible el uso de medidas preventivas.

“Debemos entender que la incapacidad de frenar un comportamiento que se está volviendo perjudicial es un importante factor de riesgo, y también mantiene la adicción una vez que se ha desarrollado. Debemos reforzar la capacidad de frenar la actividad de búsqueda de alcohol en las personas que corren un mayor riesgo de desarrollar la adicción, no sólo trabajando con su comportamiento, sino también desarrollando medicamentos que se dirijan a los mecanismos moleculares que están detrás del comportamiento”, concluye Heilig.

*Con información de Europa Press.