VIDA MODERNA
¿Por qué cuesta tanto perder kilos y mantenerse delgado?
Pese a que muchos creen que solo se debe a una mala alimentación, existen otros factores que pueden afectar este proceso.
Muchas personas, por temas de estética y también de salud, luchan día a día para perder peso a través de estrictas dietas, así como practicando duras rutinas de ejercicio; sin embargo, es posible que muchos se hayan percatado de que lograrlo es muy difícil, así como mantenerse, ya sea porque se descuidó un poco la dieta o se redujo la actividad física.
Por ese motivo, es entendible que, en cuestión de peso, que se puede perder lento y ganarse rápido, muchos no logren mantenerse delgados. Incluso hay en quienes se generan problemas de salud derivados de la obesidad (definida esta por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la acumulación anormal o excesiva de grasa), entre los que se destacan el riesgo de sufrir un infarto o de padecer de insuficiencia renal crónica.
Sin embargo, ante la incertidumbre que genera el por qué cuesta tanto perder kilos y mantenerse delgado, expertos manifiestan cuáles son los motivos.
Beatriz Robles, nutricionista y tecnóloga de los alimentos, quien es citada por El Correo.com, indica que “es un misterio que se entiende bien cuando se tiene en cuenta que el incremento de peso (y lo contrario) es una circunstancia multifactorial”. Con esto, Robles quiere decir que la idea de que quienes comen más ganan más peso, o lo contrario, aunque puede ser real, no es la verdad absoluta para todos los casos, más cuando hay personas que mantienen o ganan peso a pesar de que reducen la ingesta de alimentos.
Lo más leído
Es así que sufrir de obesidad es un asunto en el que influyen muchos factores, entre ellos la salud mental, el entorno social, el nivel económico, la toma de ciertos medicamentos, la edad y diversas condiciones médicas o genéticas.
“El tipo de comida y el ejercicio tienen un papel fundamental, claro está. Pero al final hablamos de un estilo de vida en general y de los hábitos en muchos ámbitos (desde el sueño hasta el ocio) como determinantes para la ecuación”, le explicó la experta al mismo medio, quien señala que además hay factores endógenos (del propio cuerpo) y exógenos (externos) que podrían conllevar a que se gane peso.
“Todo nuestro sistema endocrino está pensado para que no nos falte energía y para que, si viene un periodo de escasez, estemos preparados para la supervivencia. Así que estamos biológicamente preparados para acumular”, indicó Robles, señalando que esto, en tiempos de escasez y hambruna, podría ser útil, pero que “en el entorno actual no tiene sentido, sobre todo si, además de no haber escasez, sucede justo lo contrario y muchos alimentos habituales son de gran densidad energética”, añadió.
Ahora bien, en esa búsqueda de pérdida de peso se puede caer en la pérdida y ganancia de peso constante, algo que tiene efectos negativos para la salud.
Al respecto, la experta señaló que “adelgazar y engordar, una y otra vez tiene efectos muy negativos en el organismo, y se da el conocido ‘efecto yoyo’. Ves que cada vez te cuesta más perder y que cada vez subes más rápido... Y cada vez más de lo que habías bajado. El problema aquí es la composición corporal, que se altera. Con las dietas muy restrictivas, sin ejercicio, además, lo que bajas es una parte pequeña de grasa y una gran parte de masa muscular. Pero es esta última la que consume la energía. Así, al tener peor composición, el cuerpo tiende a quemar menos. Las consecuencias pueden afectar a nivel cardiovascular y metabólico”, explicó.
Asimismo, la nutricionista le indicó al medio que, en la lucha de perder peso, también influye la edad. “No es lo mismo engordar cinco kilos cuando tienes 20 años que 55″, señaló al explicar que, a medida que avanza la edad, se pierde masa muscular, y con ello se reduce el metabolismo basal; es decir, la energía que quema el cuerpo para funcionar, lo que hace que sea un poco más difícil perder kilos de más.
Sumado a esto, un entorno no tan saludable también puede influir, tal como extensos turnos de trabajo, el cansancio mental, la falta de descanso y el estrés.