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Cinco razones por las que 'El rey león' es la película favorita de los millennials
Las salas de cine están repletas de adultos y jóvenes que quieren ver la película que marcó para siempre a su generación. ¿Por qué tienen con ella un vínculo que va más allá de la nostalgia?
A mediados de los años noventa, cuando muchos de los adultos millennials de hoy aún eran niños, la vida y el entretenimiento en general eran muy diferentes. Sin Netflix, sin internet, sin teléfonos o televisores inteligentes y sin redes sociales, la diversión estaba en las calles, en los parques, en los centros comerciales, en las salas de cine o en las casas. En ese contexto, El rey león, de Disney, se convirtió en todo un fenómeno generacional.
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Hoy, cuando las salas de cine en donde se presenta la nueva versión de la película están repletas de adultos y jóvenes, como se puede ver en las fotos o en los post de redes sociales, es claro que se trata de un vínculo que va más allá de la nostalgia. Y es que más que una cinta animada de la infancia, para muchos de ellos El rey león es una de la películas más importantes de sus vidas.
Estas son algunas de las razones que explican por qué la historia de Simba los marcó tanto:
1. La muerte de Mufasa
Si hay una imagen que permanece en lo más hondo de la memoria de muchos millennials es la de Simba llorando e intentando despertar el cuerpo inerte de su padre, el rey Mufasa. Si ver la escena es triste para cualquier espectador, el impacto para un niño es aún mayor. Eso, sumado a la posterior huída de Simba sintiéndose culpable por algo que no había hecho y con la culpa de no sentirse un buen hijo, aumentaba la frustración.
La escena, una de las más conmovedoras de las películas en los 90‘s, mostraba de manera muy cruel una triste realidad de la vida: que los papás se mueren. No era la primera vez que Disney presentaba así de crudo el mayor temor de muchos niños. Bambie lo había hecho en la primera escena muchos años antes. Pero a Simba, el mundo se le venía encima y tras su huida, el reino de su padre se convertía en un calvario. Quienes vieron la película de pequeños, nunca olvidaron eso.
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2. “Hakuna Matata” (...y Timón y Pumba)
Aún hoy muchos utilizan esta frase cuando hablan de vivir la vida sin angustias y sin preocupaciones. Pegó tanto en la vida diaria, que incluso la conocen quienes nunca vieron la película. Se trataba de una expresión de la étnia africana suajilí que se volvió global cuando Timón y Pumba se la enseñaron a Simba. En ese momento, todo parecía perdido: Simba estaba abandonado, solo y moribundo en un desierto, Mufasa había muerto y Scar se había hecho con el control del reino.
Pero entonces aparecen este par de amigos entreñables y le piden al cachorro de león que deje atrás sus problemas y continúe con su vida. El mensaje, que luego refuerzan con una canción alegre y pegajosa, cambia el tono sombrío que llevaba la historia. Timón y Pumba, un suricato y un jabalí, que acompañaron a Simba, lo criaron y le dieron una nueva esperanza a un montón de niños de todo el mundo.
3. La historia de superación
Toda la historia de El rey león es un viaje de autoconocimiento y de encontrar el verdadero propósito de la vida (el destino). Un niño tal vez no cae en cuenta de eso la primera vez que ve la película, pero el mensaje de la entrañable cinta de Disney es muy profundo. Simba, al inicio, es un niño travieso que sabe que algún día va a convertirse en rey, pero no lo entiende como una responsabilidad, sino que lo ve por el lado de la diversión, la libertad y el poderío.
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Su vida, sin embargo, termina enredándose tanto, que lo pierde todo y por un momento olvida quién es en realidad. Entonces se dedica a vivir sin responsabilidades ni compromisos, y a disfrutar del día a día. Pero luego, con la ayuda de algunos personajes, termina reencontrándose con su misión: ser el rey. Y ya no lo ve como algo divertido, sino que lo entiende como un compromiso con su familia, con sus antepasados y con todo el reino. "Oh sí… el pasado puede doler. Pero según lo veo puedes o huir de él o aprender”, le dice Rafiki en ese regreso. Una historia tan bien contada y tan poderosa a tan corta edad no se olvida fácilmente y deja una marca imborrable.
4. Las canciones, los animales, el África
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Más allá de Hakuna Matata, El rey león tiene un buen número de canciones que se quedan pegadas a la memoria. Desde el inolvidable número de apertura, con El ciclo sin fin, pasando por la movida Quiero ser rey, hasta la romántica Esta noche es para amar, todas aportan su granito de arena para hacer de la cinta un clásico musical. La mayoría de estas canciones fueron compuestas por Elton John, lo que les da un plus aún mayor.
Más allá de eso, muchos conocieron a animales como el suricato (Timón), el mandril (Rafiki) o el Toco de pico rojo (Zazu) por la cinta. Lo mismo pasa con los paisajes africanos. Más allá de la historia y de los mensajes que deja la película, es entretenida de ver, está bien hecha y muestra con detalle la vida animal en la estepa africana. Se trata de uno de los primeros homenajes del cine a la biodiversidad. “Todo lo que ves coexiste en un delicado equilibrio. Como rey tendrás que entender eso y respetar a todas las criaturas, desde la pequeña hormiga hasta los antílopes”, le dice Mufasa a Simba, cuando quiere explicarle el complejo equilibrio natural que existe en los ecosistemas. Es bien conocida la historia de que los animadores pasaron varios meses observando y dibujando a animales africanos en un safari, para captar sus verdaderos movimientos. Lo lograron con mucho éxito.
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5. La era Betamax y VHS
Hoy con Netflix, HBO GO, YouTube o la televisión satelital, la oferta de entretenimiento para los niños es diversa y variada. Todo tipo de programas, películas y series animadas están disponibles a solo un click de distancia. Pero en 1994 los celulares ninguno tenía celular y no todos los computadores tenían conexión a internet.
Los niños que vieron El rey león en las salas de cine quedaron marcados. Muchos se repitieron la película varias veces mientras estuvo en cartelera. Y luego, cuando los papás compraron la película en formato VHS (o Betamax, en algunos pocos casos), se convirtió en una obsesión. Después salió el juego de Supernintendo y muchos años más adelante fue tal la nostalgia que, por ejemplo, el espectáculo de Broadway que recreaba la trama se exportó a muchos lugares del mundo. En los 90‘s, con una oferta de entretenimiento tan corta a la mano, comparada con la que está disponible hoy, era normal que los niños se repitieran sus películas favoritas una y otra vez. Y El rey león, para muchos de ellos, era simplemente la mejor de todas.