BIENESTAR
Los beneficios de comer en familia
Estudios recientes afirman que sentarse juntos a la mesa ayuda a mejorar el rendimiento académico de los hijos. Estas son las ventajas de ese ritual.
Compartir el desayuno, el almuerzo o la cena es un punto de encuentro importante para las familias. Sin embargo, el agitado ritmo del siglo XXI ha hecho que este momento cada vez sea más escaso o que se haga de afán. Un estudio, realizado con cerca de 15.000 estudiantes de colegio y publicado en la revista BMC Research Notes, mostró que en las últimas dos décadas ha disminuido el porcentaje de niños y adolescentes que cenan con sus padres. Otra investigación publicada en JAMA Pediatrics reveló que solo el 30 por ciento de los adolescentes comen al menos siete veces por semana con sus familiares.
Lo anterior estaría afectando el núcleo familiar, pero, sobre todo, el rendimiento académico de los hijos pues cada vez es más sólida la evidencia científica que relaciona comer en familia con el colegio. Se estima que el 40 por ciento de los niños y adolescentes que lo hacen obtienen calificaciones excelentes y dedican más horas a leer y hacer tareas, mientras que quienes comen menos de tres veces a la semana con su familia tienen el doble de riesgo de tener bajas calificaciones escolares. Este factor puede, incluso, “ayudar a predecir más el éxito académico que si el niño vive con ambos padres”, afirma Ann K. Dolin, presidenta de Educational Connections, Inc., en Washington DC.
Un análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), realizado con datos de muchos países, encontró que los estudiantes que no comen con sus papás regularmente se escapan de clase con más frecuencia. Mientras tanto, los que sí lo hacen tienen mejores notas en los exámenes, cuentan con mayor vocabulario y mejoran sus habilidades de lectura. Además, disminuye el riesgo de fumar, tomar alcohol, consumir drogas, mantener relaciones sexuales sin protección e, inclusive, de suicidarse. Así lo indica el Centro Nacional sobre la Adicción y Abuso de Sustancias de la Universidad de Columbia.
No se sabe la razón de este efecto pero muchas teorías apuntan a que comer con los papás fortalece los lazos afectivos y mejora la comunicación, clave para evitar conflictos y violencia intrafamiliar. La autora Kathleen T. Morgan, de la Universidad Estatal de Nueva Jersey, Rutgers, en Estados Unidos, afirma que durante las comidas las familias intercambian opiniones, conversan, construyen confianza y aprenden a hablar sin temor. Alrededor de la mesa los papás pueden forjar mejor su imagen como figuras de autoridad y se crea noción de grupo, pues es un espacio en el que se comparten ideales comunes y se transmite un sentido de pertenencia. “Esta actividad genera en el cerebro de los niños nuevas conexiones neuronales que les permiten mejorar las habilidades de socializar”, dijo a SEMANA el psiquiatra infantil Germán Casas.
Otro de los beneficios de este hábito se observa a nivel nutricional. La Academia Estadounidense de Pediatría revisó los estudios que muestran el impacto de las comidas en familia y los trastornos alimentarios. Quienes comen al menos tres veces a la semana juntos tienen 35 por ciento menor riesgo de padecer obesidad, sobrepeso, sedentarismo o, incluso, anorexia. Esto se debe a que el cuerpo se acostumbra a comer a unas horas específicas y a que en esas ocasiones los papás tienen la oportunidad de enseñar cuáles alimentos son más nutritivos. De hecho, un trabajo de la Universidad de Minnesota hecho con 3.000 estudiantes reveló que comer en familia contribuía a que consumieran mayor cantidad de frutas y verduras.
Según Anne K. Fishel, autora del libro En casa para cenar: mezclar comida, diversión y conversación para familias felices y niños saludables, no hay un número mágico para obtener todas las ventajas de comer juntos ni para saber a qué horas debe celebrarse esa reunión. Puede ser al desayuno, al almuerzo o a la comida. El gran obstáculo es buscar el tiempo, pero con tantas ventajas muchos deben procurar encontrarlo por el bien espiritual, físico e intelectual de toda la familia.