Vacunas
Por qué las variantes son inevitables y qué hacen los científicos ante ellas
Los expertos deben estar vigilando el virus en busca de cambios que podrían hacerlo más virulento o letal. Eso podría llevar a un plan B: hacer nuevas vacunas.
Hace un año, los científicos chinos lograron obtener la secuencia genética del nuevo coronavirus. Con esa información fue posible empezar a conocer más este patógeno y diseñar vacunas para contrarrestarlo. Pero hoy ese código genético es una reliquia. Esto debido a que el virus ha evolucionado y su código genético ha cambiado. Esas nuevas cepas de reciente aparición están generando serias dudas sobre si esas vacunas desarrolladas con el primer código genético trabajarán contra esas nuevas versiones del virus.
Los coronavirus mutan. Este es un proceso inevitable y forma parte de la vida de los virus. Pero ninguno de los expertos pensó que este lo haría tan rápido y que estas mutaciones pudieran evadir la respuesta inmune del organismo. Por ahora, la cepa que más dolores de cabeza da a los científicos es la llamada de Sudáfrica, pues según un estudio, la vacuna de Oxford y AstraZeneca tendría un efecto limitado ante esta variante. Según el trabajo, no detendría la enfermedad moderada ni la suave. Y si la variante llegase a ser la dominante en el mundo, implicaría que el virus sería más difícil de dominar y que las medidas de protección como el aislamiento preventivo se mantendrían por más tiempo.
Los científicos han detectado que una mutación conocida como E484K parece haber alterado la proteína que el virus usa para penetrar en la célula humana. En estudios de laboratorio han visto que los anticuerpos generados por una infección con cepas anteriores a la de Sudáfrica son menos efectivos si el virus tiene dicha mutación. Al verificar esto en el mundo real, han observado que la vacuna es menos efectiva en aquellos países donde dicha cepa es más extendida.
Por eso, el grupo de Oxford y AstraZeneca trabaja ya en una vacuna de segunda generación que esté mas adecuada para funcionar con dichas variantes. Gracias a que diseñar hoy una vacuna es un asunto relativamente fácil y rápido, los científicos han dicho que la nueva versión estaría lista en agosto.
Tendencias
Los investigadores de la Universidad de Oxford usan un virus modificado que contiene un pedazo de código genético del coronavirus. Cuando la vacuna se le inyecta a alguien, provoca que las células produzcan la proteína del coronavirus y, por lo tanto, el sistema inmune la reconoce y establece una respuesta. Cuando se expone al verdadero patógeno, este sistema de defensa reaccionará y lo controlará. Diseñar una nueva vacuna implicaría solamente colocar el código genético de una variante en ese virus modificado.
Lo mismo sucede con aquellas vacunas que fabrican Moderna y Pfizer y BioNTech, que usan un pedazo del mRNA en sus inoculaciones. Seis semanas después de que se descubriera el código genético del virus BioNTech ya había diseñado 20 candidatos de vacuna.
Pero dicho esto, es posible que la tarea de detectar nuevas variantes lleve a vacunas totalmente nuevas. La mayoría de las vacunas que se han descubierto están diseñadas alrededor de esa espícula. La espícula es el objetivo más importante porque si los anticuerpos se unen a ella impiden que el virus infiltre la célula, y si el virus no puede invadir la célula, no puede replicarse. Pero, paradójicamente, esa es la parte del virus que está mutando más.
Ante las mutaciones, según reporta el diario inglés The Times, otros científicos están viendo nuevas maneras de lograr la misma protección. Codagenix, una empresa estadounidense se alió con el instituto Serum de la India, el mayor productor de vacunas por volumen. Ambos desarrollan una vacuna que ya se encuentra en estudios preliminares. Consiste en ofrecer a los voluntarios unas gotas nasales que contienen un virus vivo, pero atenuado, del nuevo coronavirus. Mientras unas vacunas solo generan una respuesta inmune a la proteína espicular, esta usa una versión completa del patógeno para que produzca una respuesta inmune más robusta.
Otros están trabajando en vacunas que contienen el código genético del virus y no solo el de la proteína. De esta forma puede seguir protegiendo a la persona a pesar de que la proteína mute. Valneva, una compañía francesa, usa versiones muertas del coronavirus y, de la misma forma que las otras, con ella el sistema inmune se expondría a todo el patógeno, lo que protegería a la persona de muchas variantes.
Aunque todo esto es una hipótesis hoy, se espera que a mediados de julio empiecen los estudios clínicos en humanos para probar si están en lo cierto. Por ahora solo un grupo pequeño de voluntarios ha sido inoculado para verificar la seguridad y si hay respuesta del sistema inmune.
Es posible, además, que las futuras vacunas sean multivalentes. Esto significa que están diseñadas para proteger de diferentes cepas del virus y en eso trabaja GlaxoSmithKline junto con CureVac, una compañía alemana que está desarrollando una vacuna de mRNA. En este caso el reto será decidir cuáles variantes de las que circulan incluir en la vacuna. Es muy similar a como sucede con la vacuna de la influenza. La Organización Mundial de la Salud (OMS) es el ente encargado de predecir las variantes de esa patógeno que circularán cada año. En el tema de covid-19, sin embargo, habrá que esperar si es necesario cambiar de variantes o no. Como lo dice Ian Jones, profesor de virología de la Universidad de Reading al diario The Times, “podría ser suficiente con solo mejorar un poco las vacunas actuales”.
Po lo pronto, el mensaje más importante es que si el virus continua mutando y deja inservibles a las vacunas actuales, ya hay un plan B por parte de la industria farmacéutica para que el patógeno no se escape.