SALUD
Cómo las desinformación en Instagram está arruinando la salud
Los influenciadores transforman las redes sociales en un consultorio. El problema es que, además de engañar, están afectando la salud de las personas. Expertos explican los riesgos de creerse todo lo que hay en internet.
Hace un par de semanas, Yovana Mendoza, más conocida como Rawvana, fue tendencia en los medios de comunicación por una foto en la que aparecía comiendo pescado. Lo hizo después de defender durante seis años su dieta vegana en Instagram, razón por la que conquistó a una audiencia de más de 1,3 millones de seguidores. El escándalo llevó a que la influenciadora revelara la verdad: debido a su dieta desarrolló una anemia severa, por lo que su médico le ordenó comer proteína animal. Ella, para no defraudar a sus seguidores, prefirió ocultar la información y seguir como si nada.
Las redes sociales están inundadas de personajes, famosos y otros no tanto, que aconsejan sobre qué comer.
El hecho indignó a su público, y enfocó la atención de nutricionistas y médicos sobre el perjuicio que las redes sociales pueden causar en la salud. Porque Rowvana no es la primera influenciadora que engaña a sus seguidores. En 2014, la australiana Belle Gibson saltó a la fama con la historia de haberse curado su cáncer de cerebro sin terapias convencionales y solo a punta de ejercicio y dieta. Luego de varios libros, apps y mucha presencia en redes sociales, Gibson admitió que todo era falso y que, incluso, nunca sufrió esa enfermedad.
Ambos casos muestran apenas la punta del iceberg, pues las redes sociales están inundadas de personajes, famosos y otros no tanto, que aconsejan sobre qué comer, cómo hacer ejercicio o promueven las ventajas de un alimento. Ellos hacen parte de la tendencia de bienestar que se ha tomado plataformas como Instagram, Facebook y Pinterest, en las que millones de personas siguen sus pautas sin sustento científico alguno. Y el mundo ya presencia cómo esa incontrolable bola de nieve contribuye a crear mitos que conducen a desórdenes graves.
Los movimientos antivacunas ofrecen el peor ejemplo. Su auge en redes sociales ha llevado a que en muchos países hayan regresado olas de sarampión, una enfermedad controlada durante muchos años. El caso más dramático es el de Nueva York. Un sondeo hecho por Pew encontró que 75 por ciento de los pins o discusiones sobre este tema en Pinterest iban en contra, por lo que la red social bloqueó las búsquedas de ese término. Y Facebook optó por lo mismo ante la presión de prestigiosas instituciones de salud como la Asociación Médica Estadounidense y la Academia Estadounidense de Pediatría.
Consultar Instagram para temas de salud puede resultar más peligroso que acudir al doctor Google, dicen los expertos.
La nutricionista María Clara Obregón está al tanto de esa tendencia. A diario escucha en su consultorio a pacientes que dicen que han eliminado un alimento, que no comen frutas de noche, que las harinas son malas y que hay que hacer ayunos. Más peligroso aún: afirman que el maracuyá funciona contra el cáncer, y que la dieta de la piña es la mejor porque lo vieron por Instagram. “Yo, que he estudiado, sé que en nutrición no está dicho todo, por lo tanto, no se puede decir que un alimento sea bueno o malo de manera tajante”, afirma.
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Lo mismo opina William Arias, médico y especialista en obesidad, quien decidió covertirse en influenciador de salud en Instagram para combatir esas mentiras. “Resulta inadmisible ver a reinas de belleza y exparticipantes del ‘Desafío’ vendiendo productos reportados por el Invima en Instagram. Pero más frustrante que, aunque uno denuncia, a los ocho días hay 20 publicaciones más de lo mismo”, dice este médico, que, en un año, ha ganado 71.900 seguidores.
Foto: Las dietas yoyo o de moda se han relacionado con índices más altos de mortalidad e incluso impactos en la salud mental y la satisfacción de vida. Afortunadamente, ya hay expertos que analizan estas publicaciones.
En efecto, consultar Instagram para temas de salud puede resultar más peligroso que acudir al doctor Google, dicen los expertos. Mientras que en la última el algoritmo está programado para posicionar primero los contenidos mejor valorados, en Instagram con solo poner la palabra “dieta” sale un listado de quienes hablan sobre el tema. No importa si son expertos o “personas que opinan con su propio criterio”, dice Daniel Palacio, director de School Marketing Digital. Esto hace más difícil que el público distinga los contenidos válidos de los falsos.
Además, está el factor credibilidad, pues de acuerdo con estudios, el 38 por ciento de los millennials confían más en sus amigos que en lo que aconsejan los médicos. A ello se suma que el 55 por ciento cree que la información en internet es tan confiable como la que suministra un médico. Y al menos un 28 por ciento se diagnostica a sí mismo con la ayuda de la red.
Para los expertos, los influenciadores deberían aclarar que sus consejos no son recomendaciones científicas ni médicas, sino puntos de vista.
La gente le cree más a los influenciadores, según Palacio, porque estas redes crean relaciones muy cercanas con sus seguidores. “Tienen una conexión emocional con la audiencia al interactuar con ellos con mucha frecuencia”. Y añade que esa visibilidad sobre un tema a fin de cuentas les genera autoridad. No sucede lo mismo cuando habla un experto al que nunca han visto. Pero ahí “la influencia no se da porque tengan seguidores, sino porque tienen credibilidad”, dice.
Alejandra Márquez, una estudiante de Derecho con más de 25.000 seguidores en su cuenta Consciente y Con Gusto, asegura haber sentido esa presión: “Al principio me pedían muchas dietas, planes de alimentación, pero siempre dejé claro que no soy una experta. Solo comparto recetas que no tienen nada que ver con nutrición”. Sin embargo, dice que, como Rawvana, es fácil caer en ese juego, sobre todo por la facilidad de ganar dinero. “Puede que no lo hagan conscientemente, pero sí con desinformación sobre lo que están recomendando”, explica.
Foto: ‘Marce Fitness‘ y Carlos Jaramillo son dos influenciadores y expertos en temas de salud que intentan generar conciencia sobre las mentiras que a veces se venden en estas redes sociales. En la publicación de la izquierda, por ejemplo, la nutricionista reflexiona cómo una simple luz o postura en una foto basta para generar una imagen falsa o irreal del cuerpo. "No nos dejemos influenciar por esto porque a pesar de que existen "mujeres perfectas" esa no es la realidad siempre", explica.
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Natalia Orozco, quien hoy lidera un negocio de alimentos saludables en Instagram llamado Somos La Despensa, con más de 17.000 seguidores, coincide con Márquez. Pero agrega que en ese mundo hay dos tipos de influenciadores: los realmente expertos y los fitness, “que venden una imagen demasiado lejana de la realidad”. Por eso, también sería injusto meterlos a todos dentro del mismo paquete.
De hecho en el país cada vez son más los médicos que se arriesgan a compartir su conocimiento por redes sociales. Además de Arias, casos como el del médico Carlos Jaramillo, llaman la atención. Para él, el hecho de que las personas consuman cada vez más esta información por internet deja en evidencia que algo no está funcionando en el campo de la salud. "O los médicos no entregan información suficiente o hacen falta más mecanismos de difusión".
Por eso, más allá de juzgar a quienes lo hacen, Jaramillo cree que es totalmente válido que tanto médicos como usuarios acudan a estos medios para llenar los vacíos. Esto siempre y cuando sea de forma responsable y los expertos tengan un buen criterio. "Que un ingeniero se crea experto en fitness, nutrición o coach porque va al gimnasio y se leyó un libro sobre salud, es ridículo. Instagram es un teatro de la imaginación donde todo el mundo puede construirse un perfil pero nadie tiene cómo comprobar si es veraz", dice.
Para los expertos, estas redes deberían exigirles a los influenciadores aclararles a sus seguidores que sus consejos no representan recomendaciones científicas ni médicas, sino puntos de vista. Pero el público también debe aprender a distinguir entre la información veraz y la falsa. “Igual que en la televisión, el consumidor tiene la última palabra: dejarse llevar por un influenciador o consultar a su médico”, concluye Márquez.
Los Cinco peligros
Imran Rashi, autor del libro Offline: Free Your Mind from Smartphone and Social Media Stress, hace estas recomendaciones a aquellos que siguen a seudoexpertos.
- Conozca los motivos: mientas el instragrammer quiere que usted regrese a diario a sus páginas, el médico solo busca mejorar su salud.
- La probabilidad de un mal diagnóstico es alta: seguir consejos como comer ajo para sanar todos los males puede llevar a no recibir el tratamiento indicado para su enfermedad.
- Consejos alarmistas: la posibilidad de desarrollar cibercondría, es decir, hipocondría cibernética es muy alta. En efecto, estos sitios dan más información de la que un paciente necesita, y este puede pensar que sufre enfermedades que no tiene.
- No son médicos: la mayoría de expertos en Instagram no tienen la capacidad de hacer por este medio un examen profundo que lleve a un diagnóstico para su problema.
- No es confiable: en estas cuentas no se sabe quién da información veraz y quién no. Por lo tanto, busque información de médicos y expertos de verdad.
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