Pandemia
¿Por qué hay personas que no se contagian de covid? Estas son las explicaciones científicas
¿Por qué algunas personas no se enferman a pesar de estar expuestas a este virus? Un grupo de científicos, entre ellos una genetista brasileña, buscan la razón. Esto es lo que se sabe.
Desde que la Organización Mundial de la Salud declaró a la covid-19 como una pandemia, en marzo de 2020, los científicos han aprendido mucho sobre el coronavirus. Pero una incógnita que aún sigue sin respuesta es por qué algunas personas no se enferman a pesar de haber tenido una exposición directa. Hay anécdotas aquí y allá de parejas, hermanos, amigos, colegas, que compartieron todo con la persona infectada y, a pesar de eso, el virus no los tocó.
Un estudio realizado por científicos del Imperial CollegeLondon sugirió recientemente que estas personas podrían haber tenido una inmunidad natural al haber estado expuestos a otros coronavirus humanos, como el resfriado común. Esto se supo al encontrar que tenían un nivel alto de células T, un tipo de célula del sistema inmune. “Esos altos niveles de células T preexistentes, creadas por el cuerpo cuando se infecta con otros coronavirus humanos como el resfriado común, pueden proteger contra la infección por covid-19”, dijo Rhia Kundu, autora principal del estudio y quien trabaja en el Instituto Nacional del Corazón y los Pulmones de esta universidad.
Otros científicos creen que las pistas cruciales pueden estar en la genética y piensan que si realmente se descubre cuáles son los genes resistentes y qué hacen, será posible encontrar nuevos tratamientos para esta enfermedad.
Mayana Zatz, genetista de la Universidad de São Paulo, es una de ellas. Su interés, según lo expuso Daniela Lamas en el diario The New York Times, surgió al darse cuenta de que un vecino suyo había estado enfermo con los síntomas de esta gripa. Su cuidadora, sin embargo, quien no usaba máscara en su presencia, nunca los desarrolló. Podría ser un caso asintomático, creyó la experta, y para salir de dudas realizó pruebas de antígenos a ambos. El examen del hombre salió positivo y el de su cuidadora, increíblemente, fue negativo.
El siguiente paso fue buscar otros casos similares, para lo cual echó mano de los medios de comunicación y las redes sociales. Tiempo después recibió muchos casos muy parecidos al de sus vecinos: parejas que habían estado en contacto durante la infección de uno de ellos y que a pesar de esa exposición resistieron la infección. En su laboratorio, Zatz recolectó muestras de sangre de 100 de las parejas que la contactaron.
Desde un comienzo, los expertos han creído poco probable que una mutación genética única pueda afectar la respuesta al coronavirus, por lo que Zatz buscó combinaciones de genes que pudieran cumplir un papel.
Encontró que los infectados y no infectados eran similares en términos de edad y ascendencia y, a pesar de eso, los hombres enfermaron más con el virus. Además, encontró variantes en los genes de las personas infectadas que influyen en la actividad de las células asesinas naturales, un componente clave del sistema inmunitario. Según la Sociedad Británica de Inmunología, estas células son linfocitos de la misma familia que las células T y B, y son conocidas por matar células infectadas por los virus. Además de eso, detectan y controlan los primeros signos de cáncer. En la investigación de Zatz, las parejas que no mostraban signos de infección tenían más probabilidades de alcanzar una respuesta sólida de estas células asesinas naturales, lo que podría resultar en una defensa más fuerte contra la infección.
Zatz también recogió muestras de sangre de 100 individuos longevos, incluidos 15 centenarios que lograron batallar la infección sin problema o fueron asintomáticos. Estudiarlos podría ayudar a entender los factores genéticos que expliquen ese resultado. Para ello, infectará sus células en el laboratorio con la esperanza de identificar los mecanismos que juegan en la infección y, de ser posible, ver si las células asesinas naturales fueron las protectoras de estos ancianos.
Jean-Laurent Casanova, de la Universidad Rockefeller,adelanta una investigación con otro científico que trabaja en este frente. Mediante una convocatoria logró identificar en diferentes partes el mundo a cientos de estas personas dispuestas a dejar secuenciar sus genomas para ayudar a descifrar la incógnita.
Hay mucha expectativa sobre lo que el trabajo de Casanova y de Zatz pueda arrojar. Pero con lo realizado hasta hoy ya han dado los primeros pasos para encontrar las primeras piezas de este complejo rompecabezas.