REDES
¿Puede funcionar el mundo sin Whatsapp, Instagram y Facebook?
A raíz de la caída mundial de estas redes sociales este miércoles, miles de personas alrededor del planeta se vieron afectadas por distintos aspectos. ¿Qué podría pasar si estas dejaran de funcionar de manera definitiva? Un análisis con expertos.
Este miércoles Whatsapp, Facebook e Instagram presentaron fallas en todo el mundo. Desde las 10 de la mañana y hasta pasadas las 9 de la noche, las tres redes sociales presentaron problemas en diversos puntos de la prestación de sus servicios.
DownDetector, un portal que reporta el funcionamiento de distintas plataformas digitales, demostró un gran aumento en el número de quejas al respecto de cada una de ellas. Además, mediante mapas dio a conocer los países que más fallas reportaron sobre cada red.
En el caso de Facebook, las quejas se centraron en fallas al momento del ingreso (37%), actualización de la página de noticias (32%) y un apagón total de la aplicación (29%). En las siguientes zonas:
Foto: DownDetector
Por su parte, los usuarios de Instagram tuvieron inconvenientes con el ingreso (38%), la actualización de las noticias (38%) y el acceso en el sitio web (23%), en estos países:
Foto: DownDetector
Finalmente, Whatsapp tenía problemas al enviar o recibir mensajes (49%), en la conexión (37%) y en el acceso (12%), en los siguientes lugares:
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Foto: DownDetector
Pero, ¿qué pasaría si estas tres redes sociales dejaran de funcionar de manera permanente? SEMANA consultó expertos en el tema y estas fueron sus respuestas.
¿Puede el mundo funcionar sin las tres redes sociales con mayor cantidad de usuarios en el mundo?
Isabella Loaiza, del MIT Media lab del Massachusetts Institute of Technology (MIT) research assistant señala que “el mundo podría funcionar, por supuesto. Pero sería un mundo muy diferente al que conocemos tanto en nuestras dinámicas sociales como económicas. Sin embargo, no podemos afirmar que sería un mundo mejor o peor. Solo sería un mundo diferente”.
“Por supuesto que puede”, afirma Luis Fernando Sánchez, decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Ibagué. Sánchez comenta que en un curso que dictará en el mes de mayo denominado Las formas de la política en la cuarta revolución explicará que las personas tienen una sobredimensión de la importancia que tienen las redes sociales.
“Claro que son importantes en los hábitos, han construido hábitos desde la perspectiva sociológica pero hay más problemas que los beneficios que traen las redes sociales. Aunque suene un poco no popular lo que voy a decir, se gana más de lo que se pierde si nos quedáramos sin redes sociales”, explica el doctor derecho, cuya tesis doctoral giró en torno a una investigación sobre la construcción en las formas de la política en las redes sociales.
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Según Cristina Velez, cofundadora de Linterna Verde (un grupo interdisciplinario que estudia los dilemas en la interjección entre internet y sociedad), “sería volver a repensar, cambiar muchos de los hábitos que tenemos actualmente. Claro que podríamos volver a vivir sin redes sociales porque en algún momento lo hicimos, en algún momento aprendimos las habilidades para comunicarnos sin necesidad de una plataforma o medio virtual de conversación”. Pero además “cambiarían muchas de las pautas que hemos establecido para comunicarnos y para establecer relaciones”, agrega.
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“Sí, claro. El mundo podría seguir tranquilamente sin redes sociales. Se haría del mundo un ejercicio un poco más lento, más saludable desde la salud mental”, afirma Nicolás Díaz, quien ha fungido como asesor de tecnología en varias entidades del Estado, sobre todo en temas de Gobierno Abierto. “Sin duda, el mundo sería menos ágil, y esto atentaría contra el tema de productividad y fortalecimiento de revolución informática que sí está muy avocada al uso de Whatsapp en países como Colombia, por ejemplo, en donde también es una herramienta de trabajo”, agrega, señalando que también se verían afectado muchos elementos del mercado y de la industria.
Si las redes dejaran de funcionar de manera permanente, ¿qué sucedería con la sociedad? ¿Cómo sería esa transición?
La Gran Encuesta TIC (2017) muestra que los colombianos usan redes sociales mayoritariamente para comunicarse con su familia o amigos (96%). En ese sentido, “lo primero que afectaría es la manera en cómo nos interrelacionamos con las personas más cercanas a nosotros. Ahí la pregunta sería cómo volveríamos a reestablecer formas como hablar por teléfono, o escribir”, comenta Cristina Vélez.
Además, en palabras de la investigadora, no volver a utilizar redes llevaría a volver a encontrar esas relaciones lejanas que se mantienen “artificialmente vivas”, a dedicar más tiempo para establecer vínculos más cercanos, “concentrarse en lo prioritario”, afirma.
Por último, agrega que “ese espacio vacío de no estar haciendo nada que está en nuestra vida que lo llenábamos leyendo, o pensando o escribiendo algo, ya lo llenamos con las redes”.
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Por otro lado, Luis Fernando Sánchez indica que “en varios países tienen proyectos muy interesantes de descongestión digital en los que las personas van a comunidades, ciudades y pueblos pequeños, esas que no pasan de 600 mil habitantes, en donde la regla de convivencia es no tener uso de los celulares sino solamente para temas estrictamente necesarios y los índices de calidad de vida se incrementan poderosamente”.
Según explica, el sociólogo Sygmunt Bauman se anticipaba a decir que uno de los problemas de la modernidad líquida es “que nosotros le concebimos excesiva importancia a la velocidad, a la transmisión datos, a las tareas del diario vivir. Lo que hay que hacer ahora es la lentitud, disfrutar los momentos, bajar la velocidad con la que hacemos las acciones de cada día y ahí vamos a ganar muchísimo”.
Desde el punto de vista de Nicolás Díaz, quien también fue director de Democracia Digital, “asimilarlo es simplemente decir vamos a utilizar otras tecnologías para comunicarnos. En ese medida lo que hay son tecnologías de información y las comunicaciones han avanzado muchísimo más allá de estas tres redes sociales”.
Así, el mercado generaría un producto paralelo que lograra suplir esa ausencia del mercado. “Pero en temas de asimilarlo, me imagino que la sociedad tendrá que asumir los costos económicos de información que trae no tener esas tecnologías”, indica, añadiendo que habría que volver al teléfono, al correo, incluso a la tecnología morze. “El ser humano es tan recursivo que podría encontrar otros medios para suplir estas redes, es una ley de mercado”, afirma.
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¿Los medios de comunicación cómo se verían afectados?
“El gran debate es si las redes sociales se pueden llamar medios de comunicación, porque al llamarse así también tendrían que asumir las responsabilidades de la veracidad de la información que circula en ellos. Es un debate muy interesante”, indica Luis Fernando Sánchez.
Para el catedrático, los medios “cayeron en la trampa de que como las redes están quitando vistas y lecturas, también deben entran en sus dinámicas. Y esto ha contribuido a uno de los problemas más interesantes de estudio que es el tema de la posverdad”. Además, “las redes sociales nos han llevado a algo que desde la perspectiva de la lógica es increíble de creer y es que puede existir un hecho, estar ahí, pero si alguien nos dice lo contrario en una red social no creemos en los hechos. Eso es absurdo”.
Como explica Cristina Vélez, “muchos de los periódicos actualmente viven a través de los clics que la gente da por los artículos que están en Facebook o en Twitter. Parte de las decisiones públicas se dan a través de redes, se han vuelto como un agregador de contenidos”, y si hubiera un apagón definitivo de este tipo de plataformas el consumo de información noticiosa sería radicalmente diferente.
“Pero en caso de que dejaran de existir, eso ayudaría con el fenómeno de las burbujas de filtro: conforme a la información que cada usuario sube a las redes sociales, el sistema le muestra cosas que son afines a sus gustos, a su pensamiento. Eso genera unas cámaras de eco que aumentan la polarización, porque dejamos de enfrentarnos con contenidos que nos molestan, que son diferentes a nosotros. Eso afecta a la tolerancia", describe. Si no existieran, “se caerían las burbujas de filtro y volveríamos a enfrentarnos con personas que piensan diferente. Es como si quitaran un telón”.
Para Nicolás Díaz, “volveríamos a grandes medios con unas audiencias muy establecidas, muy ganadas, cada uno trabajando más por suscripción, abocándose a grandes opinadores comunicándole a la opinión pública, produciendo un contenido de mucha más alta calidad, y un ejercicio de fortalecimiento a sus estructuras editoriales”. Según el experto, se rompería el sistema híbrido de la comunicación (en donde lo análogo y lo digital están íntimamente ligados en la producción de contenido), “para volver a lo antiguo: estructuras horizontales súper definidas con estructuras editorales más robustas”.
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¿Este tipo de redes sociales son más beneficiosas o perjudiciales para la sociedad?
Para Luis Fernando Sánchez, son más perjudiciales. “Piénselo desde la siguiente perspectiva, en algo que es muy común: el incremento de accidentes de tránsito por personas que a la hora de conducir están pendientes de una conversación en un chat de Whatsapp o de Twitter. Tenemos datos concretos que muchos de esos accidentes ocurren por una falta de atención, por ejemplo”, ilustra.
“Si uno cree en el capitalismo voraz y salvaje y en la productividad, pues yo creo que es preferible tener redes sociales. Si uno quiere una vida mucho más calmada, estática, no tan productiva pero sí mucho más sana, pues es mejor no tenerlas”, sostiene Nicolás Díaz. “Esa es una pregunta que nos tenemos que hacer como sociedad y no como individuos”, añade. “Lo que es claro es Imagínese que usted no tenga a su jefe molestándolo a las 6 am o después de las 4, 5 de la tarde por Whatsapp. Sería delicioso, ¿no?”, dice, riéndose.
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Según este docente de herramientas de tecnología, Whatsapp o plataformas como Google Drive han logrado cooptar esos espacios de la vida privada que son complejos. “Sin duda hay una afectación muy grave en las estructuras familiares. Las sociedades que menos tecnologías de la información y de las comunicaciones han demostrado que las que más las sobreutilizan tienen más problemas psicológicos, de afectividad, habilidades sociales”, expresa.
Para Cristina Vélez, “depende de si se ve con un enfoque personal o social. Han sido poderosas en ampliar voces que antes eran marginales, a nuevos grupos que tienen ciertas conquistas sociales, como los pañuelos verdes en Argentina”. Pero según Vélez las redes también tienen un lado negativo. “La libre asociación digital también se afecta, porque hay miles de personas en la red guardando datos que después pueden ser utilizados en tu contra en caso de que, por ejemplo, quieras abrir una organización”, puntualiza.