Vida Moderna

Pulmones: ¿a qué edad comienza su deterioro?

Los pulmones son el órgano más afectado por el aire, según la OMS.

1 de febrero de 2022
¿Cómo mantener sanos los pulmones? Estas son las recomendaciones que dan los expertos
El aparato respiratorio, al igual que el resto del cuerpo, va cambiando con el pasar de los años. | Foto: Getty Images

Los pulmones tienen dos funciones principales. Una de ellas es obtener el oxígeno del aire que va hacia el cuerpo y la otra eliminar el dióxido de carbono del cuerpo, de acuerdo con Medline Plus, la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.

Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) explicó que los pulmones son el órgano más vulnerable a la infección y a las lesiones del ambiente externo, debido a la exposición constante a partículas, productos químicos y organismos infecciosos en el aire. Asimismo, las enfermedades respiratorias constituyen cinco de las 30 causas más comunes de muerte. Por tal razón, es importante proteger los pulmones con una buena nutrición y hacerles una limpieza para eliminar las toxinas.

No obstante, la Biblioteca indicó que con el pasar de los años los huesos se vuelven más delgados y cambian de forma, condición que puede cambiar la forma de la caja torácica y como resultado, la caja torácica no puede expandirse y contraerse durante la respiración tan efectivamente. De igual forma, reveló que estos cambios en los huesos y los músculos provocan un menor nivel de oxígeno en la sangre que irriga el cuerpo.

Adicional, señaló que el envejecimiento que se da con el pasar de los años también provoca que los alvéolos pierdan su forma y se hinchen. Hay que señalar que en los alvéolos se produce el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono entre el pulmón y la sangre durante la respiración, es decir, la inspiración y la espiración de aire, según el diccionario de cáncer del Instituto Nacional del Cáncer (NCI por sus siglas en inglés).

Sobre la misma línea, explicó que como resultado de estos cambios, las personas mayores tienen un aumento del riesgo de:

  • Infecciones pulmonares, como neumonía y bronquitis.
  • Dificultad para respirar.
  • Bajo nivel de oxígeno.
  • Patrones anormales de respiración, lo que da lugar a problemas como la apnea del sueño (episodios de suspensión de la respiración durante el sueño).

Por su parte, es vital dedicar tiempo para limpiar los pulmones y la primera recomendación es practicar la terapia de vapor, que consiste en inhalar vapor de agua, que ayuda a abrir las vías respiratorias y a que los pulmones drenen la mucosidad.

Un segundo truco que se puede practicar para limpiar los pulmones es toser controladamente, y para hacerlo, lo primero que se debe hacer es sentarse en una silla con los hombros relajados, manteniendo los pies completamente apoyados sobre el piso. Luego, se deben cruzar los brazos sobre el estómago, inhalar lentamente por la nariz y exhalar mientras se inclina el cuerpo hacia adelante, presionando los brazos contra el estómago. En ese punto, se debe toser dos o tres veces al exhalar, manteniendo la boca ligeramente abierta, y luego inhalar lentamente por la nariz.

Para finalizar, los expertos también recomiendan hacer ejercicio, rutina corporal que no solo ayuda a mejorar la salud física y mental de las personas, sino que también obliga a los músculos a trabajar más, lo que aumenta la frecuencia respiratoria del cuerpo, y con ello hay un mayor suministro de oxígeno a los músculos.

De otro lado, llevar una dieta sana a lo largo de la vida puede cuidar los pulmones y entre los alimentos que recomiendan los expertos para proteger los pulmones están los ácidos grasos omega 3, ya que son componentes importantes de las membranas que rodean cada célula en el organismo.

Estos ácidos se encuentran en pescado y otros mariscos (especialmente pescados grasos de agua fría, como salmón, caballa, atún, arenques, y sardinas); nueces y semillas (como semillas de linaza, de chía y nueces negras); aceites de plantas (como aceite de la linaza, aceite de soja —soya— y aceite de canola); alimentos fortificados (como ciertas marcas de huevos, yogur, jugos, leche, bebidas de soja —soya— y fórmula infantil), de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud (NIH, por su sigla en inglés).