SALUD
Dos años para que las nuevas drogas lleguen al país
Según un estudio el proceso de aprobación de un medicamento en Colombia es el mas demorado si se compara con el de los países de la OCDE.
Muchos pacientes viven a diario la tragedia de saber que hay medicamentos nuevos en el mundo para tratar mejor el mal que sufren pero que no se incluyen en el Plan obligatorio de salud (POS) ni se consiguen en Colombia debido a los largos trámites que deben surtir para su aprobación. Hasta ahora no se tenían estudios que dijeran exactamente cuánto tardaban en ese proceso. Un estudio hecho por la firma de consultoría IMS Health reveló que en promedio el tiempo para el registro de un nuevo medicamento es 22 meses. “Colombia fue el país que más demora frente a los demás estudiados”, señala el informe comisionado por la Federacion Latinoamericana de la industria farmacéutica, (Fifarma).
Sin embargo, cuando se observan los rangos de tiempo en algunos casos hay aprobaciones que apenas duran 3 meses pero también casos en las que tardan hasta 144 meses. En los medicamentos oncológicos la demora en promedio es mucho mayor, 26 meses. También se estableció que unos medicamentos tardan mas o menos dependiendo de la disciplina en que se apliquen. La que más toma tiempo es oncología, cuyas nuevas terapias pueden demorar en recibir registro sanitario hasta 773 días, es decir, 26 meses frente a otros productos de cuidado primario que tardan apenas 16.
La investigación fue hecha en comparación con 20 países de la OCDE, el club al que Colombia aspira a pertenecer y entre los que están países desarrollados como Holanda, Suiza y Estados Unidos, pero también otros de nivel similar al de a Colombia. El trabajo recogió datos de 2009 a 2016 en Colombia y analizó el comportamiento de medicamentos innovadores en áreas terapéuticas como cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares, enfermedades autoinmunes, antirretrovirales y vacunas.
El estudio además revisó el número de moléculas de innovación que se incluyen en el POS. Se excluyeron medicamentos que se venden sin fórmula médica, genéricos y biosimilares. De las 247 drogas nuevas disponibles en el mundo en el lapso estudiado, a 97 se les otorgó registro en Colombia y de estas, 62 fueron comercializadas en el país. De esas 62, solo cuatro fueron incluidas en el POS.
En la mayoría de países estudiados toma entre 6 meses y un año incluir las nuevas medicinas en los planes de salud. En Colombia la demora es de dos años. Sobre los hallazgos del estudio Gustavo Morales, presidente ejecutivo de Afidro, dijo que le impresionaba la demora del registro “pero siento que Invima (entidad encargada de otorgar estos registros) está haciendo esfuerzos para mejorar”. Su preocupación es que estas medicinas no estén en el POS pues aunque los pacientes tienen el recurso de la tutela para acceder a ellos, el hecho de que se excluyan genera “una barrera enorme”.
Frente al estudio, Luis Alejandro Barrera, médico investigador de la Universidad Javeriana señaló que éste ha debido tener en cuenta países con niveles de desarrollo económico similares a Colombia puesto que la comparación se hace con países ricos que “tienen otra realidad: son países donde se da la innovación entran al mercado apenas se producen en tanto que acá debe ir a comisión revisora. Así la comparación es difícil”, acota.
María Alejandra Ramírez, miembro de la Fundación de hipercolesterolemia familiar, señala que estas demoras “ponen en juego la vida de muchos jóvenes”. Lo dice porque existen moléculas innovadoras que reducen sustancialmente el nivel del colesterol LDL (el considerado malo) y no han podido entrar al mercado.
Y es que un tema importante para considerar en este debate es el del precio de los medicamentos innovadores, que es mucho más alto. Para eso, en Colombia se creó una agencia, IETS, que se encarga de analizar la costoefectividad de las nuevas moléculas. “Pero lo que no puede ser es que solo 4 medicamentos hayan podido pasar esa prueba”, señala Morales.
Y aunque Morales comparte la preocupación del gobierno por las finanzas del sistema, siente que el camino no es cerrar la puerta a los medicamentos innovadores pues hacerlo sería “ver la fiebre en las sábanas. La innovación rápidamente baja los costos y representa menos visitas a las salas de urgencia y menos tratamientos crónicos”.