¿Qué efectos tiene el consumo de papaya en la presión arterial?

La papaya es una fruta tropical que le ofrece una serie de beneficios al organismo. Sus posibles bondades incluyen un menor riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer; ayuda a mejorar la digestión, controla los niveles de glucosa en la sangre, contribuye a reducir la presión arterial y mejora la cicatrización de heridas, precisa el portal Medical News Today.

Se dice que aporta fibra soluble, magnesio, calcio, fósforo, ácido alfa linolénico y fenoles y licopeno, que tienen acción antioxidante. Esta fruta contiene también papaína, una enzima proteolítica, llamada así por su capacidad para descomponer las proteínas y facilitar el proceso digestivo.

El portal Cuerpo Mente indica que con media papaya se cubren casi el doble de las necesidades diarias de vitamina C y la cuarta parte de provitamina A en forma de betacaroteno. También se satisface el 38 % del aporte de ácido fólico, y casi el 20 % de vitamina E.

Debido a este alto aporte nutricional, es una fruta recomendada para hacerle frente a diversas afectaciones de salud. Una de ellas es que ayuda con el control de la presión arterial.

Aliada de la presión arterial

El portal de salud Tua Saúde indica que esta fruta ayuda a controlar la presión arterial por ser rica en vitamina C, un nutriente que promueve el aumento de los niveles de óxido nítrico en el organismo, una sustancia que favorece el relajamiento de los vasos sanguíneos, mejorando la circulación de la sangre.

Al respecto, en una publicación de la revista Mejor con Salud, la nutricionista Elisa Morales Lupayante dice que para cumplir con este propósito lo ideal es consumirla bien madura. Refiere un estudio publicado en IOP Science en el cual se expone que la hipertensión de un grupo de adultos se redujo al comer 200 gramos de papaya al día por una semana, lo cual es posible que se deba a la cantidad de potasio y al bajo sodio que posee la fruta.

Es de recordar que el potasio es un mineral que ayuda a eliminar el sodio cuando hay exceso en el cuerpo. Los niveles elevados de este último mineral está muy relacionado con los problemas de hipertensión.

Los expertos aseguran que con la disminución en la presión arterial se pueden prevenir accidentes cerebrovasculares, daños en los vasos sanguíneos, insuficiencia cardíaca e, incluso, problemas renales. Consumir papaya puede ser un tratamiento complementario, pero no la forma principal de controlar la presión de la sangre sobre las arterias.

Más bondades

Al ser rica en fibra y agua es ideal para mejorar el funcionamiento digestivo. Se recomienda su consumo cuando hay un déficit de secreciones gastroduodenales y pancreáticas, acidez y malas digestiones. En caso de diarrea no debe consumirse esta fruta, pues ejerce un ligero efecto laxante.

Una investigación dada a conocer en la revista médica Neuro Endocrinology Letters argumenta que las personas que tomaron una fórmula, a base de papaya durante 40 días, tuvieron una mejoría significativa en el estreñimiento y la hinchazón. Se recomienda consumir, como mínimo, una porción generosa de papaya cada día antes del desayuno.

Su contenido de vitamina E, C y betacaroteno hacen de este alimento un producto ideal para ayudar a cuidar la piel. Estos componentes combaten los radicales libres, responsables del envejecimiento prematuro. Así mismo, la presencia de minerales como el potasio, el fósforo y el calcio, proporcionan un aspecto fresco, radiante y descansado, asegura el portal Panorama de México.

Una bondad más es que por tener buenas cantidades de vitamina C, vitamina A y carotenoides, compuestos con acción antioxidante y antiinflamatoria, la papaya fortalece el sistema inmunológico, ayudando a combatir virus, bacterias y hongos.

Por último, según Medical News Today, esta fruta posee zeaxantina, un antioxidante que filtra los rayos dañinos de luz azul. “Se cree que juega un papel protector en la salud de los ojos y puede prevenir la degeneración macular”, precisa. Es importante señalar que la degeneración macular es un trastorno que destruye lentamente la visión central y aguda, lo cual dificulta la lectura y la visualización de detalles pequeños.