Salud
¿Qué efectos tiene para la salud el exceso de fósforo en el cuerpo?
Este mineral es clave para fortalecer los huesos y los dientes.
Los minerales son sustancias muy importantes para el cuerpo y para mantener el organismo sano. Normalmente son usadas para cumplir con diversas funciones como: mantener el adecuado funcionamiento de los huesos, el corazón y el cerebro.
Algunos de ellos son llamados macrominerales y dentro de los mismos se encuentran el calcio, fósforo, magnesio, sodio, potasio, cloro y azufre. La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos indica que las personas obtienen los minerales que necesitan al comer una amplia variedad de alimentos.
Hay casos particulares en los que algunos individuos presentan problemas de salud o están tomando algunas medicinas que el cuerpo requiere menor cantidad de determinado mineral. Por ejemplo, personas con enfermedad renal crónica tienen que limitar su consumo de potasio.
Uno de estos minerales clave para el cuerpo es el fósforo, que constituye el 1 % del peso corporal total de una persona. Es el segundo más abundante en el organismo y está presente en cada una de las células. De acuerdo con los expertos, la mayor parte del fósforo se encuentra en los dientes y en los huesos.
Precisamente, una de sus principales funciones es el fortalecimiento tanto de la estructura ósea como de la dentadura.
También cumple un papel importante en la forma como el cuerpo usa los carbohidratos y las grasas y es necesario para que éste produzca proteína para el crecimiento, conservación y reparación de células y tejidos. Asimismo, ayuda a producir ATP, una molécula que es utilizada para almacenar energía.
Sin embargo, el consumo de fósforo en exceso también puede resultar perjudicial para la salud. Según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, cuando la cantidad de este mineral sobrepasa la recomendada puede afectar, por ejemplo, a las personas que tienen problemas renales.
En los pacientes con enfermedad renal crónica grave es posible que los riñones dejen de funcionar correctamente y no pueden eliminar el exceso de fósforo. El fósforo se acumula en la sangre y puede afectar la salud ósea y empeorar la enfermedad renal; esto puede aumentar el riesgo de muerte.
“Consumir menos fósforo y comer más alimentos que contengan calcio podría ayudar a evitar los efectos secundarios de las altas concetraciones de fósforo en las personas con enfermedad renal crónica grave”, precisa la citada fuente.
Por otro lado, algunos estudios demuestran que las altas concentraciones de fósforo en la sangre podrían incrementar el riesgo de latidos irregulares del corazón y de muerte por enfemerdad cardíaca. No obstante, según los Institutos Nacionales de Salud, también hay análisis que no han encontrado un vínculo entre las concentraciones de fósforo y el riesgo de enfermedad cardíaca, por lo que se requiere más investigación científica para determinar los verdaderos riesgos en cuanto a enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos.
Fuentes alimenticias
Las principales fuentes a través de las cuales se puede obtener el fósforo son los grupos de alimentos proteínicos de la carne y la leche, así como los alimentos procesados que contienen fosfato de sodio. Una dieta que incluya las cantidades suficientes de calcio y proteína de fuentes alimenticias también suministra una cantidad suficiente de fósforo.
Los panes integrales y los cereales contienen más fósforo que aquellos elaborados con harina refinada. Sin embargo, el fósforo se almacena en una forma que los humanos no absorben, precisa la Biblioteca Nacional de Medicina. Las frutas y las verduras solo contienen cantidades pequeñas de fósforo.
Las cantidades de fósforo que las personas requieren dependen de la edad. Por ejemplo, un bebé desde que nace hasta los seis meses necesita de 100 miligramos; los bebés de siete a 12 meses, 275 miligramos, los niños de uno a tres años, requieren de 460 miligramos y los de cinco a ocho, de 500 mg. Para los adolescentes la cantidad recomendada es de 1.250 mg, al igual que las dolescentes embarazadas y en periodo de lactancia; mientras que los mayores de 19 años deben consumir 700 miligramos.