SALUD
Cómo el plasma del convaleciente podría ayudar a combatir el coronavirus
Científicos colombianos investigarán la eficacia de la transferencia de los mejores guerreros del sistema inmune de las personas recuperadas a los enfermos de covid-19.
Un tratamiento médico que se usó hace más de 100 años volvió a revivir por el coronavirus: el plasma del convaleciente, estrategia que se usó durante la gripa española y que consiste en usar los anticuerpos y otras moléculas del sistema inmune de la persona que ya se ha curado para lograr en el paciente enfermo una respuesta más robusta frente a la covid-19.
El plasma es el fluido que se obtiene luego de sacar las células de la sangre. Hasta el momento se ha hecho de manera experimental en China y otros países, donde la epidemia ha desbordado los servicios de salud. Pero muchos temen hacerlo en medio de la crisis, pues habría que escoger muy bien cuál plasma es el más conveniente y cuándo es mejor ofrecerlo, y, tal vez, lo más importante, cómo garantizar que ese plasma esté libre de otros virus.
Para resolver todas estas preguntas, un equipo de médicos está trabajando en el país con el fin de estudiar el tema de manera rigurosa. “Ese ejercicio terapéutico exige una metodología y un control de calidad muy grandes”, dice Juan Manuel Anaya, inmunólogo de la Universidad del Rosario y director del proyecto.
Por eso, junto con un equipo de investigadores del Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Innovación en Salud (IDCBIS), de Bogotá, y de la Universidad CES de Medellín, propusieron un estudio clínico que no solo estudiara el efecto terapéutico, sino el porqué de ese efecto. Dicho de otra manera, cuál es el mejor plasma para ser usado como tratamiento de la covid-19.
“Me preocupa un poco que cualquier banco de sangre quiera hacerlo porque no cualquier plasma es bueno, pues no todos los individuos tenemos la misma respuesta inmunológica”, dice Anaya. Esto es así porque una persona que se recuperó de covid-19 puede no tener una respuesta suficientemente robusta como para que les sirva a otros pacientes. Se requiere evaluar la respuesta inmune por parte del candidato y esto se hace a través del análisis de los anticuerpos o del título de anticuerpos. Solo así se puede saber que ese plasma es potencialmente eficaz. “Eso exige hacer un panel riguroso”, explica el experto.
El plasma de convaleciente se está haciendo en muchos países, incluidos Estados Unidos y Canadá, pero hasta ahora no hay evidencia de que sirva, pues no se ha hecho una investigación controlada sobre el tema, sino que ha sido aplicado como medida de último recurso. Si bien la estrategia de dar inmunidad pasiva es lógica, se ha puesto en práctica en pacientes muy enfermos en los que ya se han ensayado todos los otros medicamentos convencionales.
“Nunca sabremos si los que sobrevivieron fue por toda la combinación de medicamentos que ya habían recibido o si fue que el plasma ayudó en algo, o si sencillamente fue un milagro”, aclara. Además, estos trabajos experimentales no han contado con un grupo de control para poder comparar las respuestas.
La propuesta del grupo de científicos es original porque plantea que la enfermedad se inicia de manera viral, infecciosa, pero después se convierte en un problema inmunológico. Es lo que se conoce como la tormenta de citoquinas proinflamatorias, un momento en que el sistema de defensas del organismo se “enloquece” y sobreactúa su respuesta causando más daño que bien.
“Entonces, si nosotros aplicamos plasma a pacientes donde esa tormenta ya causó todos los estragos, no le va a servir”, dice Anaya. El grupo buscará aplicarla en pacientes que estén graves, pero no críticos; es decir, enfermos en el hospital, pero no en la unidad de cuidados intensivos”.
El otro aspecto innovador del estudio es que será el primer ensayo controlado, es decir, comparará si, sumado a la terapia convencional, el plasma del convaleciente sirve más que la terapia convencional por sí sola.
El grupo de investigadores todavía no está reclutando pacientes. Esta semana van a hacer la primera fase que consiste en dar el plasma a diez pacientes sin ningún otro tratamiento para probar tolerabilidad y eventual eficacia y poner a punto toda la técnica. “No es poner el plasma y pare de contar, sino seguir unos métodos y un rigor tanto técnico como científico”, dice.
Cuando se le pasa plasma a un paciente se le transfieren anticuerpos, pero también moléculas conocidas como citoquinas con actividad antiinflamatoria, que, en conjunto, tienen acción antiviral y moduladora del sistema inmune. “También hay otra serie de sustancias que quizá no conocemos pero que, gracias a herramientas de laboratorio, se podrán investigar”, agrega Anaya.
La otra parte importante es evaluar desde el punto de vista inmunológico cómo se comportan estos pacientes frente a la covid-19 y frente a la aplicación del plasma.
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De esta forma, el objetivo principal es determinar cuáles son las moléculas que pueden ser terapéuticas para inyectar y así ser más eficaces que con el solo el plasma, porque “es posible que no sean solo los anticuerpos, sino una molécula X la que ayude a controlar el virus. Nosotros la podemos investigar e inyectarla para ser más eficaces”.
En inmunología hay un concepto que se llama inmunosenescencia, que quiere decir envejecimiento del sistema inmune. Este, según explica Anaya, no necesariamente se correlaciona con la edad, pues muchas personas jóvenes pueden tener “envejecido” el sistema inmune y ser propensas a enfermedades como las autoinmunes, en el que el sistema inmune ataca al propio organismo.
“No es descabellado pensar que aquellos pacientes a los que el coronavirus les gana la batalla es porque no tenían cómo luchar contra la covid-19. Y cuando digo eso es que el sistema inmune podría ser inmunosenescente y se venció”, señala Anaya. Comprobar si en los pacientes que mueren hay alternaciones del sistema inmune son algunas hipótesis de investigación que piensan probar dentro de sus objetivos secundarios.
De llegar a servir, este tratamiento sería muy bueno, pues producir el plasma no es muy caro. El investigador indicó que “este debería ser un programa nacional, institucional y gratuito” e invitó a quienes quieran participar a unirse al proyecto que pretende generar mayor conocimiento sobre este tratamiento en medio de la pandemia.
La investigación se llevará a cabo con el apoyo del Centro de Estudio de Enfermedades Autoinmunes (CREA) de la Universidad del Rosario en Bogotá; de los grupos GenomaCES, grupo de Investigación en Especialidades Médico-Quirúrgicas y del Grupo de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad CES de Medellín; del Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Innovación en Salud (IDCBIS), de Bogotá; de la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud (FUCS) y de Servicios y Asesoría en Infectología (SAI), de Bogotá.