Vida Moderna
¿Qué hace el consumo de manzana al hígado?
La manzana es un alimento rico en vitamina C, E y A, al igual que en potasio y fósforo, entre otros.
La manzana aporta hidratos de carbono fundamentalmente en forma de azúcares como fructosa, glucosa y sacarosa, y contiene cantidades apreciables de fibra, tanto soluble como insoluble, siendo esta última la más abundante, de acuerdo con la Fundación Española de la Nutrición (FEN).
Adicional, el portal portugués de salud, nutrición y bienestar ‘Tua Saúde’ señaló que “la manzana posee propiedades antioxidantes, antidiabéticas, ansiolíticas, antiinflamatorias, neuroprotectoras, digestivas y cardioprotectoras”.
Así las cosas, la manzana es una fruta ideal para limpiar el hígado, ya que tiene propiedades antioxidantes, según el diario español Mundo Deportivo y adicional, reveló que “su elevado contenido en ácido málico permite prevenir la aparición de piedras en el hígado”.
Respecto al consumo, para obtener los beneficios, el portal portugués indicó que “puede ser consumida al natural, preferentemente con su cáscara, durante el desayuno, como postre o entre medio de las comidas”.
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De igual forma, agregó que “la manzana se puede comer en su forma deshidratada junto a la granola y el yogur o utilizar en preparaciones, como jugos, ensaladas, vinagretas y compotas. Además de eso, la manzana se usa para preparar vinagre y su cáscara también sirve para hacer infusiones”.
Ahora bien, es importante señalar que la manzana es un alimento rico en vitamina C, E y A, al igual que en potasio y fósforo, entre otros, pero para obtener sus beneficios esta debe incluirse en una dieta equilibrada y saludable.
Información nutricional por 150 gramos de manzana con cáscara
- Energía: 96 calorías
- Proteínas: 0,3 g
- Grasas: 0,75 g
- Carbohidratos: 20,1 g
- Fibras: 3,1 g
- Vitamina A: 6 mcg
- Carotenoides: 39 mcg
- Vitamina E: 0,8 mg
- Vitamina C: 10,5 mg
- Potasio: 210 mg
Por su parte, Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, reveló algunas recomendaciones para prevenir la enfermedad hepática:
- Beber alcohol con moderación. Para los adultos saludables, beber con moderación significa una bebida al día para las mujeres y hasta dos bebidas al día para los hombres.
- Evitar las conductas de riesgo. Es importante utilizar preservativos durante las relaciones sexuales. Además, hay que elegir bien los lugares en donde se realizan tatuajes o piercings, sobre todo la limpieza y las medidas de seguridad y adicional, hay que buscar ayuda si se usan drogas ilícitas por vía intravenosa.
- Vacunarse. Si hay riesgo de contraer hepatitis o si ya se estuvo alguna infección de virus de la hepatitis, hay que hablar con el médico sobre vacunas contra la hepatitis A y la hepatitis B.
- Usar los medicamentos con prudencia. Tomar medicamentos recetados y de venta libre solo cuando se necesiten y en las dosis recomendadas y adicional, no hay que mezclar medicamentos con alcohol.
- Evitar el contacto con la sangre u otros líquidos corporales de otras personas. Los virus de la hepatitis se pueden contagiar por pinchazos accidentales de agujas o por la limpieza inadecuada de la sangre u otros líquidos corporales.
- Mantener la comida segura. Hay que lavarse bien las manos antes de comer o de preparar alimentos y si se viaja a un país en desarrollo, hay que usar agua embotellada para beber, lavarse las manos y cepillarse los dientes.
- Tener cuidado con los rociadores. Es importante asegurarse de utilizar estos productos en un área bien ventilada, y usar una mascarilla cuando se rocíen insecticidas, fungicidas, pintura y otras sustancias químicas tóxicas.
- Proteger la piel. Cuando se utilicen insecticidas y otras sustancias químicas tóxicas, se deben usar guantes, mangas largas, un sombrero y una mascarilla para que los productos químicos no sean absorbidos por la piel.
- Mantener un peso saludable. La obesidad puede producir enfermedad por hígado graso no alcohólico.
De todos modos, la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica y por ello lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona.