Salud
¿Qué hay detrás de la crisis de medicamentos? Líder gremial cuestiona en SEMANA falta de apoyo del Gobierno para la industria farmacéutica
La líder de la industria farmacéutica Clara Rodríguez explica en SEMANA lo que se esconde detrás del desabastecimiento de numerosos medicamentos en el país. “No hemos dejado de producir”, dice.
El 6 de octubre, el Invima socializó la lista de medicamentos desabastecidos o en riesgo de desabastecimiento en el país. De los primeros hacen parte 35. Y de los segundos, cerca de 200. Las razones, dice la entidad, se relacionan con escasez o problemas de adquisición de materia prima, aumento de demanda, fallas logísticas, insuficiencia de oferentes, impacto por el control de precios y modificación del proceso productivo de IFA (sustancia principal de cada medicamento).
En entrevista con SEMANA, Clara Rodríguez, presidenta de la Asociación Colombiana de la Industria Farmacéutica (ASCIF), aclara que el 70 por ciento de las drogas que se clasifican en riesgo de desabastecimiento las produce la industria nacional. “Contamos con existencias. No tenemos dificultades logísticas o de producción”, aseguró.
SEMANA: ¿Entonces por qué se habla de riesgo de desabastecimiento?
Clara Rodríguez (C.R.): Hay que entrar a analizar en dónde está el cuello de botella para que los medicamentos no lleguen a los pacientes. El Gobierno debe analizar el resto de la cadena. Porque la industria que los fabrica en Colombia no los comercializa directamente con el paciente sino que se les venden a los gestores farmacéuticos, que son los distribuidores, que les compran a los distintos laboratorios y, a su vez, les venden a EPS, clínicas y hospitales. Lo que dicen estas entidades es que hay escasez de recursos para adquirir los medicamentos. Entonces, se han disminuido las ventas y aumentó nuestra cartera.
SEMANA: ¿En este momento hay existencias?
(C.R.): Sí. Al revisar con las 24 plantas farmacéuticas que hacen parte de ASCIF, vemos que hay existencias de todos los medicamentos. Se están produciendo, pero la falla está en llegar al paciente, que depende de otros actores de la cadena que no logran entregarlos oportunamente y en el volumen necesario.
SEMANA: ¿Qué pasa con los que están completamente desabastecidos?
(C.R.): Son importados. Y detrás hay varias causas: por un lado, una posible falta de interés comercial de casas farmacéuticas que los traen al país, quizás por temas de precios: en otras ocasiones, las mismas casas los descontinúan pues tienen nuevos medicamentos como alternativas terapéuticas y les dan prevalencia. Pero entonces dejan al médico en una posición compleja porque es quien debe tomar la decisión de qué darle al paciente para cambiar esa terapia que ya no está disponible en el mercado. Esto afecta a pacientes con enfermedades de alto costo como cáncer. Y eso es muy grave porque ellos necesitan esos medicamentos oportunamente para frenar la evolución de su condición de salud.
SEMANA: ¿El problema es más de distribución?
(C.R.): Sí. Frente a las moléculas que la industria produce hay, por ejemplo, algunos antihipertensivos y antibióticos de los que nosotros tenemos existencias, pero el problema está en el resto de la cadena.
SEMANA: Uno de los argumentos del Invima es el aumento de la demanda. ¿Cuál es la verdad detrás de eso?
(C.R.): Eso es discutible. Porque la industria no ha parado de producir; durante la pandemia sí tuvimos dificultades para conseguir materia prima. Pero en este momento no está pasando eso. Obviamente, entra a jugar un tema de precios también. Nos han pasado casos de distribuidores necesitados de medicamentos, que, sin embargo, no quieren pagar lo que nos cuesta en realidad producirlos con altos estándares de calidad. Quieren que se les vendan en unos precios que no alcanzan ni para cubrir los costos de producción.
SEMANA: ¿Las EPS están dejando de comprar medicamentos?
(C.R.): Evidentemente, las EPS se enfrentan a la escasez de recursos para cubrir los servicios, entre ellos la compra de medicamentos para usuarios. Y eso tiene un efecto en los actores más críticos de la cadena, los pacientes, que ya se ven perjudicados: el sistema, que debería cubrir en muchos casos el ciento por ciento de medicamentos, no los entregan o solo les dan una parte; y muchos de ellos, ante la gravedad de su enfermedad, terminan en una farmacia, los compran y eso incrementa su gasto de bolsillo.
SEMANA: ¿Es un coletazo de la crisis que vive el sector de la salud?
(C.R.): Sí. Los recursos de la unidad de pago por capitación no están permitiendo financiar todas las necesidades de los pacientes. Por eso, no disponen de la totalidad de los recursos para adquirir los medicamentos y se da un efecto en cadena: golpea al distribuidor, que por eso los oferta muy bajo a las farmacéuticas.
SEMANA: ¿La industria nacional está en capacidad de producir esos medicamentos importados que están desabastecidos?
(C.R.): Una buena parte podríamos producirla. Pero se trata de medicamentos que usan materias primas muy costosas. Una casa farmacéutica multinacional puede asumir ese costo en una economía a escala porque les vende a muchos países y manejan por eso grandes volúmenes, y eso compensa los precios de venta. Y esos productos o moléculas están regulados en materia de precios, no pueden vender a cualquier precio sino sobre un precio techo que el mismo Gobierno establece. Pero, claro, ellos pueden decir: si el precio máximo que me da el Gobierno para vender no me da, entonces pierden interés comercial. Sería importante que el Gobierno llamara a la industria nacional, que tiene buenos estándares de producción, y hablara de cómo buscar alternativas para adquirir estas materias primas y así fabricar esos medicamentos con precios asequibles.
SEMANA: ¿Cómo ha sido la relación del Gobierno nacional con la industria farmacéutica local?
(C.R.): Tenemos reuniones con Invima y Minsalud. Pero se basan en que ellos, al hacer monitoreo, nos preguntan si tenemos o no medicamentos o moléculas en el mercado. Y, si no, explicar por qué. Ese es todo el diálogo. Ha faltado más comunicación. Sentarnos a buscar salidas adicionales para la disponibilidad de ciertos medicamentos. O si el medicamento ya no es del interés comercial de ciertas farmacéuticas, generar esa necesidad y que la industria nacional se acompañe del Gobierno no solo para comprar materias primas, sino para avanzar rápidamente en la aprobación de esos productos ante Invima, que es un tema que desmotiva a la industria porque se demoran bastante. A la dirección de medicamentos le hemos planteado revisar qué moléculas se están importando y qué volúmenes se necesitan, pero falta acompañamiento en esa iniciativa y que no tengamos que depender de la importación de medicamentos que en ocasiones se dejan de vender, sabiendo que están de por medio pacientes con cáncer y VIH, por ejemplo.
SEMANA: Algo parecido a lo que sucedió con la reciente declaratoria de interés público sobre una molécula de VIH...
(C.R.): Eso es bueno porque permite que haya nuevos oferentes en el mercado y se baje el precio del medicamento. Pero ideal que esos oferentes sean productores colombianos, no países de Medio Oriente, lo que implica una labor más rigurosa sobre la calidad. Sería bueno que el Gobierno nos permitiera producirlo de manera rentable para la industria nacional y que tuviéramos un acompañamiento del Invima para sacar el registro rápido. En el Plan de Desarrollo y en el proyecto de reforma a la salud dice el Gobierno que quiere incentivar la producción local, pero aún no es claro cómo quiere hacerlo.
SEMANA: ¿Las mesas técnicas creadas tras las crisis de desabastecimiento el año pasado sí están funcionando?
(C.R.): Funcionan solo para saber sobre disponibilidad de medicamentos. Pero no existe una estrategia del Gobierno que incluya a las casi 100 plantas farmacéuticas del país. Y no nos han dicho nada distinto a que debemos reportar lo que se está produciendo en materia de medicamentos.
SEMANA: Minsalud dice que existe desinterés de la industria para comercializar algunos productos de baja rentabilidad. ¿Es cierto?
(C.R.): Es un tema real. Y ASCIF está buscando una forma para que se vuelvan a fabricar esos medicamentos. En esa lista hay varios para enfermedades de salud pública como la de chagas, que se da por la picadura de un insecto. Y no es rentable, pero se necesita porque la enfermedad afecta a varias regiones del país. No son grandes volúmenes, pero hay una realidad social detrás de la enfermedad.