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¿Qué le hace el consumo de carne al hígado?
Este alimento es rico en proteínas de calidad. La recomendación es no consumirlo en exceso.
Alimentarse de manera equilibrada, además de realizar ejercicio, son dos aspectos clave para llevar un estilo de vida saludable. Incluir frutas, verduras, productos integrales y proteínas magras es lo que recomiendan los especialistas.
Precisamente, uno de los nutrientes que no debería faltar en la dieta son las proteínas, pues el organismo las requiere para fortalecer y mantener los huesos, los músculos y la piel, precisa la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Estos nutrientes pueden obtenerse de alimentos como la carne, los lácteos, las nueces y algunos granos o guisantes. “Las proteínas de la carne y otros productos animales son completas, es decir, suministran todos los aminoácidos que el cuerpo no puede producir por sí mismo. La mayoría de las proteínas de las plantas es incompleta, por lo que se requiere combinar distintos tipos de plantas cada día para obtener todos los aminoácidos que el cuerpo requiere”, precisa la citada fuente.
Efectos en el hígado
Así las cosas, la carne es un alimento clave para incluir en la alimentación. Pero es importante tener claro que su consumo en exceso y la forma como se prepare o se cocine inciden en la salud y uno de los órganos en los que más impacta es el hígado.
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Un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Haifa (Israel) y publicado en la revista Journal of Hepatology concluyó que el consumo de carnes rojas y procesadas se asocia a un mayor riesgo de padecer esteatosis hepática no alcohólica, afección comúnmente conocida como hígado graso.
La investigación, realizada con la participación de cerca de 800 mujeres y hombres con edades entre los 40 y 70 años, determinó que esta situación genera resistencia a la insulina, la hormona encargada de regular el azúcar en la sangre.
La doctora Zelber-Sagi, directora del estudio, aseguró que si bien la carne contiene nutrientes que son beneficiosos para la salud, como es el caso de las proteínas, el hierro, el zinc y la vitamina B12, debe ser consumida con moderación y con una preparación adecuada.
Por su parte, una publicación del canal Univisión asegura que el exceso de carne roja es dañino para el hígado, debido a que hace que trabaje más lentamente y, como consecuencia, no designe de forma adecuada las grasas y proteínas que el cuerpo requiere para obtener la energía necesaria para el desarrollo de las actividades diarias.
Otros riesgos
Si bien se trata de una irritación mínima, con el paso de los años se va acumulando y puede provocar diversos problemas de salud como daños en las paredes de las arterias, lo que deriva en arteriosclerosis, riesgo de infarto y embolias.
De igual forma, se habla de los efectos en el desarrollo de enfermedades como el cáncer. El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), órgano de la Organización Mundial de la Salud (OMS), evaluó la carcinogenicidad del consumo de carne roja y de carne procesada.
En el primer caso, la clasificó como “probable carcinógeno para los humanos”, luego de realizar un análisis exhaustivo de literatura científica; mientras tanto, en cuanto a la carne procesada, el resultado fue más contundente y los científicos la clasificaron como “carcinógena para los humanos”, conclusión que se basó en evidencia de que este tipo de productos causa cáncer colorrectal.
Mejores formas de preparar la carne
Información del portal Maneras de Adelgazar indica que cocinar la carne adecuadamente mata bacterias dañinas como Salmonella y E. coli, que pueden causar intoxicación alimentaria. Sin embargo, en este proceso se puede reducir su capacidad antioxidante y la cantidad de nutrientes, si no se hace de manera adecuada y por el tiempo indicado.
Por ejemplo, los hervidos o guisados (métodos de cocción a temperaturas de hasta 100 °C), no son muy recomendados, ya que generan una mayor pérdida de algunas vitaminas solubles en agua, precisa el portal Consumer, de España.
Al respecto, el sitio web Directo al paladar recomienda realizar preferentemente cocciones a temperatura moderada, para evitar la pérdida de gran cantidad de líquidos de la carne, así como de nutrientes, y conservar al máximo su sabor y sus propiedades.
También es clave limitar las frituras, no solo porque su elevada temperatura puede propiciar el desarrollo de sustancias tóxicas, también porque la cocción en grasa fomenta la pérdida de vitaminas liposolubles, así como de algunos minerales propios de las carnes y suma calorías y grasas.