Salud
¿Qué pasa si una persona que sufre del colon toma alcohol?
Esta bebida puede tener efectos negativos en el sistema digestivo de algunas personas.
Una vez los pacientes han recibido un diagnóstico relacionado con una enfermedad intestinal deben hacer varios cambios en su dieta y sus hábitos de consumo.
Una de las dudas más frecuentes entre las personas apunta a la posibilidad de ingerir alcohol, que es una bebida de consumo frecuente.
Hay que empezar por decir que los profesionales médicos y las autoridades sanitarias han señalado en múltiples ocasiones que el consumo excesivo de alcohol es nocivo para todas las personas y puede provocar graves efectos en su estado de salud. Es decir, aun a los pacientes sanos se les recomienda no tomar demasiadas bebidas alcohólicas, por lo cual quienes tienen cualquier tipo de afección también deben evitar estos hábitos de consumo.
Ahora bien, cuando se habla de un consumo moderado de alcohol hay más espacio para el debate. En la actualidad no hay un consenso sobre la cantidad de licor que una persona puede tomar diariamente.
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Por ejemplo, algunas autoridades e instituciones médicas señalan que las personas que no toman alcohol no deben empezar a hacerlo, estén enfermas del colon o no. Esa es la posición, por ejemplo, que tienen las autoridades sanitarias estadounidenses y que están planteadas en las pautas alimentarias para ciudadanos del gobierno federal, según explica el Instituto Nacional de Cáncer de ese país (INC).
Si una persona sana ya toma alcohol con frecuencia, la recomendación es que ingiera tan poco como pueda. Si se encuentra enferma, debe tener en cuenta algunos datos adicionales.
El medio especializado en divulgar información médica y científica Healthline publicó un artículo en el cual se refirió al consumo de alcohol en las personas que padecen de la enfermedad de Crohn, que es un tipo de trastorno intestinal inflamatorio.
Si bien es un padecimiento que generalmente afecta al intestino delgado, también puede generar molestias en el colon.
Tras revisar varias investigaciones científicas que se han realizado durante los últimos años, Healthline señaló que si bien algunas personas que han sido diagnosticadas con enfermedad de Crohn pueden consumir alcohol moderadamente sin sufrir mayores complicaciones, sí hay evidencia que muestra que los síntomas podrían empeorar con el licor.
De hecho, citó una revisión de varios estudios que se realizó en 2018 y que mostró que las personas que tomaban alcohol y tenían enfermedades que inflamaban su intestino podían presentar un empeoramiento en sus síntomas.
Sin embargo, otras investigaciones no han encontrado resultados concluyentes al respecto y, sobre todo, han mostrado que hace falta mayor profundización en los análisis para determinar si, en efecto, el alcohol puede empeorar los síntomas de las enfermedades intestinales o hay cantidades moderadas que se puedan tomar sin percibir consecuencias negativas.
La recomendación del medio especializado es, entonces, evaluar el asunto con la asesoría de un médicos. En otras palabras, los pacientes pueden probar cantidades moderadas de alcohol y estar atentos a cómo incide esto en su estado de salud.
Vale decir, sin embargo, que debe tenerse en cuenta que la evidencia científica asocia el consumo de alcohol a varios riesgos graves para la salud, como el desarrollo de cáncer.
Esto, además, no es objeto de mayor controversia. El INC, por ejemplo, advierte que ya hay una especie de “consenso científico” sobre el hecho de que consumir alcohol es causante de varios tipos de cáncer.
“Las pruebas indican que mientras más alcohol beba una persona, sobre todo si es habitual y a lo largo del tiempo, tiene mayor riesgo de presentar un cáncer relacionado con el consumo de alcohol. Se produce un leve aumento del riesgo de algunos tipos de cáncer ya sea que las personas consuman alcohol de forma intensiva (atracones) o se limiten a no más de 1 trago al día”, advierte el INC.
Y señala que, para el caso específico del cáncer colorrectal, la evidencia científica muestra que las personas que toman licor tienen un riesgo entre 1,2 y 1,5 veces mayor de padecerlo en comparación a las personas que nunca lo consumen.