¿QUE SERA LO QUE QUIERE EL NEGRO?
250 mil copias de la canción vendidas hasta ahora la consagran como un "clásico". Pero... ¿qué está pasando en la industria discográfica colombiana?
"Máma, el negro está rabiosoquiere peliá conmigó decíselo a mi pápaMáma, yo me acuesto tranquilame arropo pie y cabezay el negro me destapa... " Con este picante estribillo de "El Africano" de Calixto Ochoa (ver recuadro), los colombianos celebraron las fiestas de fin de año.
Desde las épocas de "La pollera colorá", allá por los años 60, ninguna canción popular había pegado tanto. Compuesta por J. Madera y Wilson Choperena, "La pollera" fue prensada por Discos Tropical en 78 r.p.m. en 1961. Al poco tiempo había sido traducida a más de 10 idiomas y en la actualidad existen más de 120 versiones de la composición original, cuya venta, se calcula, ha alcanzado un millón de copias. El famoso grito: "¡Ay!, al sonar de tamboresesa negra se amañay al sonar de la cañava brindando sus amores" esconde, como casi todas las canciones populares colombianas, una sencilla anécdota. Uno de sus autores, Wilson Choperena, cuenta así la historia de "La pollera colorá": "Estando en una fiesta en Convención (Norte de Santander), me impactó una mujer que bailaba al ritmo de los instrumentos de percusión. Parecía dueña de la situación y, sonriente, se insinuaba a los que la rodeaban".
Una historia igualmente sencilla e ingenua inspiró a Calixto Ochoa para componer "El Africano". "Un compañero mío", cuenta Ochoa, "tenía un coro estilo africano: Abarí, abarí, que es el estribillo que le da comienzo a la canción. El, a medida que lo cantaba, hacía el papel de estar regañado, como si fuera un negro rabioso. Después de oírlo me acordé de un episodio que me contaron que había ocurrido en Medellín, en el seno de una familia que allí reside. A nuestro negro le decían "el africano", y resulta que él se enamoró de una chica que vivía con él. Se casaron, pero a los dos meses de casados la negra como que no estaba muy de acuerdo con el marido, aunque nadie sabía por que era. Entonces ahí es donde viene la pimienta: que cuando el hombre la solicitaba, ella no quería darle al negro lo que el negro quería que ella le diera. Entonces el negro se ponía rabioso, la estrujaba, y de ahí fue donde me vino la inspiración. Le puse el coro de este muchacho, Abarí, abarí, y salió el disco hecho un cañón".
A pesar de la simplicidad de la historia, "El Africano" ha provocado, por ese picante que se esconde tras la letra, las más diversas reacciones. Mientras millones bailan frenéticamente al ritmo de "¿Qué será lo que quiere el negro?" y se solazan con las connotaciones eróticas y el doble sentido de la canción, otros, tal vez los menos, se escandalizan. Precisamente ahora, en vísperas de los Carnavales de Barranquilla, un grupo de "Savonarolas costeños" ha emprendido una campaña que tiene como fin quemar en una hoguera temas musicales considerados inmorales, entre los cuales figuran "El Africano" y otro títulos como "¿Por cuánto me lo das?", "El polvorete", "El peluquín", "La prueba de amor", "Las tapas", "Estás pillao", "Empujadito" y otros. Sin embargo, a pesar de las cruzadas moralistas y de los golpes de pecho de damas que lo juzgan vulgar, lo cierto es que "El Africano" sigue batiendo récords en ventas y todo parecería indicar que su éxito irá más allá del número de copias vendidas hasta ahora, 250 mil, para pasar a engrosar la lista de los "clásicos" bailables.
LA PIRATERIA: UNA AMENAZA
Los discos ocupan el cuarto renglón en el rubro de "Misceláneos" de la canasta familiar. El año pasado, los colombianos invirtieron 4 mil 800 millones de pesos en música. Se vendieron 2 millones 500 mil cassettes y 7 millones 500 mil discos, para un total de 10 millones de unidades, contra 11 millones que se vendieron en 1982. Aunque la reducción de las ventas aparentemente no es muy significativa, Orlando Parra, gerente de la Asociación de Productoras e Industrias Fonográficas de Colombia, ASINCOL, afirma que la industria discográfica está en crisis. Las 14 compañías que prensan discos en el país, afiliadas a ASINCOL, se quejan de que la baja en el poder adquisitivo de las clases populares, las que más compran este tipo de música, ha incidido de manera considerable en el mercado de la música popular. Sin embargo, anotan que la verdadera amenaza es la piratería. Según Parra, "las principales ciudades del país se hallan inundadas de copias baratas en cassettes de versiones originales. Las personas dedicadas a este negocio ilícito se proveen de una máquina duplicadora de alta velocidad.
En un cassette matriz graban los éxitos de diferentes "elepés" que luego reproducen en miles de cassettes que inundan el mercado a precios que oscilan entre 120 y 150 pesos, mientras que los que se venden en los almacenes de discos cuestan un 80% más. También es posible encontrar en las ventas callejeras discos mucho más baratos. Generalmente son robados o de promoción de las casas disqueras, que se venden en 380 pesos, 100 menos que el precio comercial". Este mercado paralelo ilegal no sólo perjudica a la industria disquera del país, sino que además constituye una fuente de evasión de impuestos. Por otra parte, afirma Parra, "la comercialización ilegal de música lesiona ostensiblemente a los autores, quienes dejan de percibir regalías por concepto de derechos de autor".
NO TODO LO QUE SE OYE VENDE
A pesar de lo que pudiera creerse, no todo lo que se oye más en los cientos de emisoras radiales del país es necesariamente lo que más se vende. Es el caso, por ejemplo, del tema "¿Y cómo es él?" del cantante español José Luis Perales que vienen tarareando los colombianos desde hace meses. Si bien es cierto que en Colombia un éxito que supera las 70 mil copias se acredita un "disco de oro", toda la promoción y presentaciones que hizo Perales en Colombia fueron insuficientes para garantizarle, a pesar de las predicciones, una venta superior a las 200 mil copias, contra las 250 mil que lleva vendidas "El Africano". Este fenómeno lo explica Jorge González de la impresora CODISCOS así: "No hay relación directa entre lo que más se escucha y lo que más se vende. Por ejemplo, la gente llama mucho a las emisoras a pedir baladas pero no es éste el género musical que más se compra". SEMANA pudo establecer que las casas disqueras venden cinco discos de música tropical por uno de baladas, y 10 tropicales por uno de rock. Así, mientras Perales vendió 200 mil copias de su éxito, Otto Serge y Rafael Ricardo, dos conocidos vallenateros, vendieron por la misma época 300 mil copias del L.P. que incluía éxitos menos conocidos como "Señora" y "El mochuelo". Otra de las causas por las que a veces no existe una coincidencia entre el mercado y las composiciones que más se escuchan en la radio es la llamada "payola" que funciona como "el sobre" en el mundo de los toros: como un soborno. "Payola" es el nombre que se le dá a la suma de dinero que algunas casas discográficas le pasan a los programadores de radio para que sus temas musicales sean promocionados con más insistencia que los de la competencia. Esperanza Paz, programadora de la emisora Mil 20 (una de las 4 de Bogotá que programa 24 horas continuas de música tropical) afirma, respaldada por sus 13 años de experiencia en el oficio. "La "payola" no es muy común en la capital del país, pero sí en provincia". Acerca del método que ella utiliza para descubrir que un tema es un éxito, explica: "Yo me guío por el oído, para determinar la calidad técnica y musical de la canción. Pero la última palabra la tienen los oyentes, quienes comienzan a llamar insistentemente a la emisora para solicitar su tema favorito. Por eso la "payola" puede ser un arma de doble filo: si el programador se compromete a promocionar una determinada composición que no resulta del agrado del público, la emisora corre el riesgo de perder sintonía".
DERECHOS DE AUTOR
El procedimiento normal que debe seguir cualquier compositor es el siguiente: una vez terminada su obra, se pone en contacto con una compañía editora (hay doce en el país), que examina sus posibilidades comerciales. Si le parece que existen, le hace unos últimos arreglos y la pasa a una casa impresora, (hay 14 en Colombia), que realiza los contratos respectivos con los intérpretes. De ahí sale al mercado, previa una campaña de lanzamiento y su respectiva promoción (con o sin "payola") en las emisoras.
¿Cómo está protegida en Colombia la autoría de esta composición? SEMANA consultó con la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia, SAYCO, fundada en 1946. Al respecto explica su gerente, Carlos Díaz Marín: "Consideramos un gran avance en este campo la aparición de la ley 23 de 1982, que reglamenta los derechos de autor y la propiedad intelectual y artística. SAYCO se especializa en derechos de autor por la ejecución pública de la obra musical. Esta ejecución tiene tres modalidades: la utilización, que consiste en emplear una obra musical como fondo para un comercial o una película. La inclusión, que es pasar la obra musical a un disco o un cassette. Y la ejecución pública, que se realiza por medio de un proceso mecánico o a lo vivo. Este es el renglón más difícil de controlar, porque es complicado establecer cuantas veces una orquesta interpreta determinado tema". Por la venta de cada disco o cassette la casa discográfica paga a la editora aproximadamente $1.86. A esto debe sumar el autor los derechos por ejecución pública. Las emisoras, mediante un contrato con ASOMEDIOS, tasan los derechos que deben pagar por pasar un tema, de acuerdo con la potencia de la emisora. De 0 a 200 Kv. se pagan entre 14 mil y 28 mil pesos a las editoras. "Del ciento por ciento del recaudo que hace SAYCO por derechos de ejecución pública de una determinada composición", explica Díaz Marín, "la distribución es la siguiente: 40% para la administración de SAYCO; 10% para la Caja de Previsión Social; y el 50% restante para los autores, sean nacionales o extranjeros".
Díaz Marín se queja de que en Colombia no existe apoyo para el talento nacional. Los datos de una reciente encuesta de SAYCO indican que en las emisiones de temas musicales por radio y T.V., el 70% corresponde a creaciones extranjeras.
Sin embargo, esta tendencia podría ser fácilmente revertida. Las composiciones colombianas han demostrado tener especial acogida en el exterior, a tal punto de que alimentan muchas de las más importantes orquestas del continente, especialmente venezolanas y mexicanas, y el año pasado llegaron incluso a penetrar el mercado europeo. Nescafé pasaba una cuña publicitaria en uno de los noticieros de mayor sintonía en Francia, y la cortina musical era "La colegiala", del magangueño Rodolfo Aycardi. El tema comenzó a ser pedido insistentemente por los franceses, y fue tal su éxito que una compañía disquera de ese país lo prensó y llegó a vender más de 180 mil copias. En el Tour de l'Avenir los espectadores celebran las hazañas de los colombianos tarareándoles el sonsonete de "La colegiala". Rodolfo Aycardi, ante la avalancha de admiradores, tuvo incluso que viajar a Francia a hacer innumerables presentaciones personales, que dejaron tan contentos a sus empresarios que lo premiaron con un viaje al país europeo que él escogiera, con todos los gastos pagos.
CAÑONAZOS NAVIDEÑOS
Una de las mejores épocas para la industria discográfica en el país es el mes de diciembre, cuando las ventas prácticamente se quintuplican. Ello ha determinado la institucionalización de discos que recogen los mejores éxitos del año, y que se venden "como pan caliente" en las festividades decembrinas. Desde hace 23 años, por ejemplo, Discos Fuentes está sacando sus "14 cañonazos bailables", que en 1967 llegó a vender en un sólo mes más de 400 mil copias con su volúmen 7, que contenía entre otros temas "La chispita", "Very, very well" y "La chichera". Otras compañías discográficas como CODISCOS y F.M. han copiado la costumbre, y desde hace 16 años la primera y cinco años la segunda, vienen sacando sus respectivas recopilaciones, bajo los títulos de "Lo mejor del año" y "La bailoteca".
QUE ERA LO QUE QUERIA EL NEGRO
Estas selecciones, cada vez más especializadas, dificultan gradualmente la posibilidad de que un sólo tema pueda convertirse en "canción del año". No obstante, "La bailoteca" se vendió copiosamente este diciembre por incluir entre su selección a "El Africano" en su versión original. La empresa CODISCOS "picada" por el éxito del tema, contrató al compositor Darío Gómez, autor de "El pávido návido" y "Lo que pasa es que la banda está borracha", para que cumpliera la difícil misión de responder qué era lo que quería el negro, y éste fue el resultado: Máma, el negro estuvo conmigotodavía tengo sustono le cuente a mi pápaanoche me descobijabaqué negro abusivoy a él nadie lo destapa". Esta versión fue interpretada por el Grupo Camerú acompañado de la negra Mina, vocalista de la versión original, pero la composición pasó totalmente inadvertida, como si a la gente, en realidad no le importara saber qué era lo que quería el negro.
Sin embargo, preocupado porque "la gente anda imaginándose cosas malas con "El Africano"", el propio Calixto Ochoa decidió "darle un descenlace a la cosa aunque todo el mundo sabe cuál es en realidad el problema del negro". Quizás esta versión, que le da una respuesta ingenua al picaresco interrogante de la negra Mina, pegue más que la atrevida del Grupo Camerú: "Máma, lo que el negro quiereyo no se lo puedo daryo le puedo dar un besopero no le doy más ná". Y el negro contesta: "lo que el negro quiere no es lo que tú estas creyendono es lo que tú estás creyendolo que quiero es que me quierascomo yo te estoy queriendo".
QUIEN ES CALIXTO OCHOA
Nacido en Valencia de Jesús, un pueblito cercano a Valledupar, Calixto Ochoa comenzó a tocar acordeón desde muy temprano. Cuando niño se escapaba de la casa y se iba hasta las parrandas que se hacían en las fincas del Cesar donde sus hermanos mayores, Juan y Rafael Ochoa, buenos intérpretes de ese instrumento de viento de origen alemán, tocaban hasta el amanecer. Según Calixto, "yo les cogía el acordeón a escondidas y me ponía a practicar solo, hasta que logré hacer mis primeros mochitos. Con el tiempo y con esfuerzo compré un acordeón y comenzaron a buscarme para que tocara en las fincas y en los pueblos de por aquí. Hasta que en una ocasión un amigo me propuso que salieramos a recorrer la Costa". Pasaron con su música por San Jacinto, el Carmen de Bolívar, Ovejas, Corozal, en una época en que un conjunto vallenato sólo estaba compuesto por tres personas: el que tocaba el acordeón, el de la guacharaca y el de la caja. Andando de pueblo en pueblo, Calixto Ochoa llegó hasta Sincelejo en el año 56. Existía allí un sello de discos, ya desaparecido, perteneciente a los señores Raúl y Roberto de la Barrera. Ellos lo oyeron tocar y le propusieron que hiciera una grabación para ECO, sello que ellos manejaban. Tenía 21 años y no lo pensó dos veces: grabó su primer disco titulado "El lirio rojo". Esta canción, que tuvo muy buena acogida en toda la Costa, fue prácticamente la que le abrió las puertas de las grandes casas disqueras del país. Discos Fuentes fue la primera en llamarlo y fue artista exclusivo de ellos durante trece años. De allí pasó a CODISCOS donde permaneció siete años. Volvió a Discos Fuentes por tres años más y actualmente graba con Felito Récords de Barranquilla.
Casado, con dos hijos, Calixto Ochoa se coronó Rey Vallenato en el Festival de 1970 con los temas "El gavilán castigador" y "La puya regional". En 1961 fue fundador de la famosa agrupación "Los Corraleros de Majagual" junto con Alfredo Gutiérrez, Eliseo Herrera, César Galdo, Lucho Pérez y Antonio Cavas. Todos ellos eran jefes de sus propios conjuntos y un buen día decidieron conformar un "conjunto de conjuntos" que agrupara a las principales figuras de ese momento, algo parecido a lo que había hecho la Sonora Matancera en Cuba. Entre los éxitos de Ochoa se pueden nombrar "Los sabanales", "Playas marinas", "Todo es para tí", "La india motilona" y "La reina del espacio". Su último exito, "El Africano", no tuvo mucha acogida en un comienzo porque según explica Calixto Ochoa "de ese long play lo primero que colocaron en las emisoras fue el tema "Las Flores", pero después de los carnavales de Barranquilla yo llegue allí y les hice ver a los señores de la radio que debían impulsar "El Africano" porque ese era el hit del long play. Para mí este número ya estaba confirmado como éxito, porque cuando uno ve que lo cantan los pelaítos, las muchachas, todo el mundo, ya uno sabe que eso es un éxito". Y así fue. Comenzaron a ponerlo en las emisoras y enseguida se ubicó en el puesto 18. A los pocos días mientras la gente repetía el estribillo "máma que será lo que quiere el negro" la canción alcanzó el primer puesto de sintonía. Ochoa ya lo sabía. Por eso no se inmutó cuando le fueron a llevar la noticia a Sincelejo, ciudad donde lleva una vida apacible desde hace años en compañía de su familia. Con 49 años y una sonrisa franca donde reluce un diente de oro, se define a sí mismo como "un hombre sin mayores problemas en la vida, al que la música no le ha dado riqueza pero sí para vivir. No me arrepiento de haber sido músico".