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Quién era Ángela Restrepo, la científica colombiana que falleció esta semana
Esta científica suave y tímida enfocó su estudio a un hongo que ataca a campesinos de Colombia y Ecuador. Además fue un ejemplo para muchas generaciones de científicos que pasaron por su aula de clase.
El abuelo era médico y tenía una farmacia en Medellín a finales de los años treinta. Cuando sus siete nietos se reunían en las temporadas, una de las aventuras que más les gustaba emprender era ir al lugar donde el abuelo guardaba con recelo su microscopio en una habitación prohibida para ellos.
Ángela Restrepo Moreno en aquella época apenas tenía seis años y fue así como probablemente nació el apasionamiento que sentía por los microscopios y por las formas espectaculares que adoptan los bichos vistos a través de la ampliación de la lente. Para fortuna de la ciencia y de su país, el amor de Ángela por la investigación no terminó en aquella experiencia infantil. Siguió, y con ella llegó a la cumbre: a ser una científica respetada internacionalmente en su especialidad, la micología.
Su muerte fue conocida el pasado 4 de febrero y confirmada por la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB) de Medellín, de la que fue cofundadora y exdirectora científica. En un comunicado la entidad señaló que Restrepo había consagrado su vida a la investigación y a la enseñanza.
La doctora Ángela acumuló en su vida muchos logros académicos. Tenía una maestría en ciencias (MS) en la Universidad de Tulane, en New Orleans, y un doctorado (PhD) de la misma universidad y era doctora honoris causa de las universidades de Antioquia y Pontificia Bolivariana. Perteneció a nueve asociaciones científicas del mundo y fue sido premiada con muchos galardones, como el Lucille K. George Award de la International Society For Human and Animal Mycology y el de la Fundación Alejandro Ángel Escobar. Escribió docenas de artículos científicos en revistas especializadas, tanto nacionales como internacionales.
En 1993, el presidente César Gaviria la llamó para integrar la Misión Ciencia, Educación y Desarrollo al lado de otros colombianos ilustres, entre los que figuraban Rodolfo Llinás y Gabriel García Márquez. La misión consistió en analizar las políticas públicas frente a la ciencia y la investigación en el país.
Quienes la conocieron dicen que era una mujer dulce y muy discreta. Le tenía fobia a la figuración pública y a aparecer en medios informativos que se enfocaran en ella. Según cuenta un escrito sobre ella publicado en el periódico Alma Mater, de la Universidad de Antioquia, era tal este sentimiento que una vez cuando una universidad le anunció que le iba a otorgar el título honoris causa y -para ello- debían hacer una biografía suya, ella muy respetuosamente les pidió que mejor no le dieran el grado.
La doctora Restrepo era hija única y nunca se casó aunque quienes la conocieron saben que su pareja inseparable fue la ciencia. Había nacido en 1931 en una familia muy conocida de Medellín y siempre quiso ser microbióloga, gracias a la influencia de su abuelo y de biografías de otros científicos. Por ser una mujer que desafíó las convenciones sociales de la época al optar por el estudio antes que el matrimonio, tuvo que luchar por defender su lugar, no solo en su familia, ya que muchos de sus parientes la veían como un bicho raro de los que ella quería investigar. Sus padres, sin embargo, siempre la apoyaron. Pero también cuando comenzó a estudiar en su campo.
Eso fue en Escuela de Tecnología Médica del Colegio Mayor de Antioquia, de donde se graduó como tecnóloga en Laboratorio Clínico. Luego en Estados Unidos hizo dos maestrías en la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans. De regreso a Colombia se vinculó al Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. Alrededor de los años setenta, se unió al Laboratorio de Salud Pública del servicio regional de Antioquia y fue miembro fundador de la CIB en Medellín, donde llegó a ocupar el cargo de directora científica.
Su foco de estudio durante su carrera como microbióloga fue el Paracoccidioides brasiliensis, un hongo que causa micosis en el ser humano, especialmente en Brasil, Venezuela, Colombia y Ecuador. Según sus investigaciones, ataca en especial a los hombres adultos que se dedican a la agricultura. Las mujeres lo portan, pero casi nunca presentan síntomas. También investigó cual es el hábitat del bicho y la razón por la cual aparece en zonas endémicas y luego en áreas muy distantes y dispersas. Al parecer, este hongo tiene la habilidad de permanecer dormido o inactivo durante largos periodos de tiempo hasta que algo cambia y empieza a multiplicarse.
“Sabemos cuáles son las características de la zona donde debiera aparecer, pero muy pocas veces se ha logrado aislarlo directamente del suelo, del aire o del agua. No conocemos el microhábitat del hongo. Eso es muy complicado porque no podemos advertir a los potenciales pacientes sobre qué hacer o no, por evitar la infección”, apuntó Restrepo a la prensa.
Ángela Restrepo Moreno pasó su vida conectada a los jóvenes. Con el médico internista William Rojas Montoya creó el Centro de Investigaciones Biológicas de Medellín, que como su nombre lo indica estaba enfocado en la investigación y la enseñanza de las enfermedades infecciosas y autoinmunes y la biotecnología. Allí fue profesora de varias generaciones de científicos que hoy lamentan su muerte y honran a esa mujer que les enseñó la pasión de ver y aprender bajo la lente del microscopio.