Psicología
17 razones para vivir
A propósito de la trágica noticia de la mujer que se suicidó con su hijo, el psicólogo Miguel de Zubiría* hace una reflexión sobre cómo la sociedad ha subestimado un tema capital: el sentido de la vida.
Al entrevistar a un joven de 15 años con un reciente intento de suicidio, frente a él, les pregunte a sus padres:
- ¿Consideran que su hijo es feliz?
Se miraron sorprendidos e intervino el padre:
- Si, por supuesto.
- ¿Entonces porque realizó este intento de suicidio?, le dije.
- Ni idea, estamos desconcertados por completo.
Intervino el muchacho:
- No soy feliz. Ni le veo sentido a la vida.
Los padres quedaron peor de extrañados, nunca antes le habían preguntado ni hablado con su hijo si era feliz y si deseaba vivir, lo daban por supuesto, como miles de padres hoy. Molesto, el padre agregó:
- La vida tiene sentido de por sí.
A lo que le repliqué:
- No para todos. El mes pasado dicté a un grupo de psicólogos un conversatorio cuyo título era: Por qué no me suicido.
-¿Debemos tener razones para no suicidarnos, para vivir?, me preguntó el muchacho.
- Sí, yo tengo 17 ¿y usted?, le dije.
-Yo prácticamente no tengo razones. Respindió.
Si le hicieras esa pregunta a tu hijo/a adolescente ¿qué respuesta esperarías?
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Un estudio pionero
Al final del año pasado la Fundación Internacional de psicología afectiva FIDPA realizó un interesantísimo estudio con más de quinientos estudiantes de secundaria, entre 10 y 18 años, les hizo 170 preguntas sobre estos temas humanos, hoy comentaremos un par de ellas. ¿Con frecuencia te sientes entusiasta? Uno de tres respondió poco o no. E idéntico con las preguntas ¿Con frecuencia te sientes derrotado, sin rumbo? Un tanto menos, fracasado, uno de cinco.
Que de quinientos estudiantes de secundaria uno de tres se sientan sin entusiasmo, o derrotados o sin rumbo o fracasados es una conclusión aterradora que invita a pensar. ¿Cómo en un magnífico momento de la existencia humana, la juventud, tantos jóvenes se sientan apáticos, derrotados, sin rumbo, fracasados? Luego de muchos años ocupados del suicidio en jóvenes, nos atrevimos a preguntarles, no si lo habían pensado o intentado, como es la norma, sino más audazmente: “¿Con frecuencia has pensado en suicidarte?”
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Un asombroso 20 por ciento respondió si o algunas veces. ¡Uno de cada cinco muchachos, en términos netos cien estudiantes! No me preocupa tanto la cifra, escandalosa, sino la indicación de que tanto papas como profesores hemos subestimado un tema capital: el del sentido de la vida.