La detección temprana del cáncer a menudo permite más opciones de tratamiento. Foto: Getty Images.
La flora intestinal está compuesta por aproximadamente cien billones de bacterias beneficiosas. | Foto: Foto: Getty Images.

Vida Moderna

Recomendaciones para recuperar la flora intestinal

Los expertos aconsejan evitar el exceso de azúcar e incluir alimentos naturales que ayuden a cuidar la flora intestinal.

23 de noviembre de 2022

La flora intestinal o microbiota como también se le llama, es un conjunto de microorganismos que viven en perfecta simbiosis en los intestinos. De acuerdo con el portal web Cinfasalud, está compuesta por aproximadamente cien billones de bacterias beneficiosas, una cifra diez veces mayor que el número de células que hay en el cuerpo.

Dichas bacterias de la flora intestinal desempeñas distintas funciones en el organismo. Por ejemplo, favorece la síntesis de compuestos como las vitaminas, entre ellas la K y las del grupo B; facilita la absorción de calcio y hierro en el colon, y favorece el movimiento intestinal. Adicional a ello, este conjunto de bacterias activas, fortalecen el sistema inmunológico, aumentando las defensas frente a las infecciones bacterianas y víricas.

¿Qué altera la flora intestinal?

Son muchos los factores que pueden alterar la microbiota. Entre las principales causas está una alimentación inadecuada debido a una dieta pobre en fibra y con exceso de azúcar. También los malos hábitos como el sedentarismo, el estrés y el consumo de alcohol provoca alteraciones en la flora intestinal; y las infecciones víricas o bacterianas, junto con otras enfermedades digestivas.

Cuando aparece un desequilibrio en la flora intestinal, existe una mayor predisposición de contraer infecciones, alergias o dermatitis atópicas. Además de esto, se altera la movilidad digestiva que suele provocar problemas de estreñimiento, diarreas, malas digestiones, flatulencias o gases y distensión abdominal.

Para recuperar la flora intestinal es necesario seguir las instrucciones del médico y apoyarse en buenos hábitos de vida. Por ello, la revista Mejor con Salud explica algunos a tener en cuenta:

  • Aprovechar los alimentos fermentados: dichos alimentos son alterados por microbios y ricos en lactobacilos, un tipo de bacteria que puede beneficiar tu salud. El proceso de fermentación implica levaduras que convierten los azúcares en alimento orgánicos. De hecho, las personas que comen grandes cantidades de yogur tienen más lactobacilos en sus intestinos.
  • Consumir alimentos ricos en polifenoles: este compuesto vegetal ayuda a reducir la presión arterial, la inflamación, el colesterol y el estrés oxidativo. Algunos alimentos que lo contienen son la remolacha, la berenjena, el chocolate negro, las almendras, las lentejas, las judías, los guisantes, la cebolla, el brócoli, la soja, las uvas, fresas, frambuesas, granada, los arándanos y, por otra parte, el té verde.
  • Evitar el azúcar refinado: cuando se consume en exceso el azúcar, no solo aumenta la inflamación del organismo, sino que también funciona como alimento de las bacterias malas. De este modo, al reducir el consumo de azúcar, se puede recuperar la flora intestinal o microbiota y mejorar el estado de salud en general.
  • Evitar el consumo de antibióticos: estos fármacos, a pesar de que son ideales para matar las bacterias malas, también destruyen las buenas. Por ello, se deben utilizar adecuadamente para evitar el surgimiento de otras infecciones que afecten los órganos vitales del cuerpo.
  • Mantener una dieta balanceada: las frutas, los frijoles, las legumbres y las verduras son las mejores fuentes de nutrientes para aumentar la cantidad de bacterias benéficas en tus intestinos. Asimismo, estos alimentos contienen prebióticos y un alto contenido de fibra, siendo ideales para los intestinos.
  • Aumentar la ingesta de probióticos: estos sirven de alimento para las bacterias buenas, favoreciendo la aparición de lactobacilos y bifidobacterias en el colon. Los probióticos, por su parte, son organismos vivos que ayudan a repoblar la microbiota y se encuentran en algunas frutas y verduras, especialmente en aquellas que contienen carbohidratos complejos, como la fibra y el almidón resistente. “Estos carbohidratos no son digeribles por el cuerpo, por lo que pasan a través del sistema digestivo para convertirse en alimento para las bacterias y otros microbios”, explica el instituto de investigación Mayo Clinic.