A woman carries a dog on May 31, 2021 as the sun shines in Berlin's Kreuzberg district. (Photo by David GANNON / AFP)
Un estudio aborda el papel de los genes en la socialización de los perros con humanos. | Foto: AFP

Ciencia

¿Sabía que su perro nace con la capacidad de entenderlo?

Según un nuevo estudio, la genética de estas mascotas les guía para llegar a entender a los humanos.

4 de junio de 2021

Es bien conocida la gran capacidad de los perros para interactuar con gestos humanos sutiles, como seguir señales con las manos o reconocer inmediatamente cuando alguien les está hablando. Pero si nacieron con estos talentos sociales o si los aprenden con el tiempo por ensayo y error sigue siendo un área difusa entre los científicos.

Un nuevo estudio publicado el jueves en Current Biology encontró que la genética juega un papel enorme en las habilidades interactivas de los caninos con las personas, y algunos comienzan la vida en una etapa más avanzada que otros.

Emily Bray, investigadora de la Universidad de Arizona y autora principal del artículo, dijo a la AFP que una prueba clave que usan los científicos es ver qué tan bien los animales comprenden los gestos humanos de señalar con el dedo.

Estudios anteriores han demostrado que los perros nos entienden mucho mejor que los chimpancés, nuestros parientes más cercanos en el reino animal.

Algunos argumentaron que estos rasgos surgieron como resultado de la domesticación, mientras que otros sostenían que, dado que los perros viven en estrecho contacto con los humanos, “tienen un lugar en primera fila para todas nuestras interacciones”, dijo Bray.

Para resolver esta pregunta, Bray y sus colegas se dieron cuenta de que necesitaban observar a los cachorros, que han estado mucho menos expuestos a las personas que los perros adultos.

Se asociaron con Canine Companions, una organización de perros de servicio que les proporcionó 375 ejemplares de goldador, labrador y golden retriever. “Sabíamos cómo estaban relacionados entre sí, así que eso nos permitió mirar esa pieza genética”, dijo Bray.

En el transcurso de varios años, el equipo realizó una serie de pruebas estandarizadas en los cachorros cuando tenían solo ocho semanas y aún vivían con sus compañeros de camada en lugar de humanos.

En una, un cachorro ingresaba a un área de experimento donde había un premio disponible en un vaso boca abajo pero no en el otro. Bray comenzaba la prueba diciendo “¡Cachorro, mira!” mientras hacía contacto visual y señalaba con el dedo el vaso que ocultaba la golosina. Los cachorros eligieron el vaso correcto el 67% de las veces, muy por encima del 50% esperado si no entendieran.

En otra prueba, Bray colocaba una pequeña caja al lado del recipiente con la golosina, y los cachorros lograron comprender la pista el 72 % de las veces.

El rendimiento de los cachorros no aumentó significativamente al repetir los experimentos, lo que refuerza la idea de que las habilidades son más innatas que aprendidas.

Factores genéticos

Para excluir la posibilidad de que los cachorros se estuvieran dejando llevar por su sentido del olfato, el equipo realizó un experimento en el que Bray permanecía inmóvil y se dejaba a los cachorros buscar por sí mismos. En esta prueba, solo tuvieron éxito la mitad de las veces, lo que responde al azar.

El equipo también llevó a cabo las llamadas pruebas de “interés humano” en los cachorros, para ver cómo se relacionaban con una persona en su primer contacto prolongado.

Los cachorros se emocionaban y se acercaban a Bray cuando ella usaba una voz aguda que imitaba el tono que una madre adopta con un niño pequeño mientras leía un guión estándar que comenzaba: “¡Hola cachorro! ¿Eres un buen cachorro? Sí, lo eres”.

No todos los cachorros eran igual de hábiles. Un análisis estadístico mostró que los factores genéticos representaron el 43 % de la variación en la capacidad entre los cachorros, comparable a la base genética de la inteligencia en los humanos.

Bray dijo que los hallazgos ayudaron a arrojar luz sobre el pasado de los perros, lobos que fueron domesticados hace decenas de miles de años.

Pero aún no está claro si nuestros antepasados criaron perros por sus habilidades específicas, o si simplemente criaron perros que eran amigables y estos individuos estaban más inclinados a seguir nuestro ejemplo.

Investigaciones futuras para determinar qué marcadores genéticos corresponden a habilidades sociales superiores también pueden tener aplicaciones prácticas, agregó la experta.

“Estos perros crecen y tienen un trabajo en el que pueden o no tener éxito, por lo que podemos comenzar a hacer preguntas sobre qué hace que un perro de servicio sea exitoso o que un perro de trabajo sea exitoso”, agregó.

Con información de AFP