SALUD
¿Se puede aprender a tener paciencia para controlar el estrés?
Investigaciones han encontrado que existe una estrecha relación entre la paciencia y el bienestar.
El Instituto Nacional de la Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés) define el estrés como “la forma cómo el cerebro y el cuerpo responden a cualquier demanda. Cualquier tipo de desafío –como el rendimiento en el trabajo o la escuela, un cambio importante en la vida o acontecimientos traumáticos– puede causar estrés”.
Explica que el estrés puede afectar la salud de las personas, por lo que es importante prestarle atención a la forma “en que se enfrentan los acontecimientos estresantes de menor y de mayor importancia para que sepa cuándo debe buscar ayuda”.
Es una palabra muy común en la sociedad y que salta a la vista cuando llegan las preocupaciones, hay sobrecarga de trabajo o cuando no se encuentra una salida clara a los problemas, entre otro sinnúmero de circunstancias que hacen parte del diario vivir. Por lo anterior, hay otra palabra que se trae a colación, y que en ocasiones alcanza a resultar molesta para la persona estresada: paciencia.
“Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse”, así define el diccionario de la Real Academia Española la paciencia, una capacidad que, sin lugar a dudas, no poseen todas las personas. En ese orden de ideas, ¿se puede aprender a tener paciencia?
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Mayo Clinic explica que la investigaciones han encontrado que existe una estrecha relación entre la paciencia y el bienestar, he ahí la importancia de aprender a tener esta capacidad. “Varios estudios han determinado que las personas que son más pacientes experimentan menos estados anímicos depresivos, son más empáticas y sienten mayor gratitud. Tu nivel de paciencia incluso podría estar relacionado con tu nivel de felicidad”, señala la entidad sin ánimo de lucro.
Tener paciencia ha sido considerado incluso una virtud por muchos, también una habilidad que se puede aprender, afirma Mayo Clinic. Los expertos les recomiendan a las personas comenzar con prácticas de atención que les ayuden a tomar conciencia sobre el momento y lugar donde se encuentran y qué es lo que están haciendo. Como todo, es un proceso que requiere de voluntad y esfuerzo, el cual traerá frutos a futuro: presión arterial más baja, menos estrés y enojo, y un pronóstico cada vez más positivo.
Hay tres prácticas que recoge la entidad sin ánimo de lucro, las cuales han demostrado que ayudan a desarrollar la atención y mejorar la paciencia.
La primera es la reducción del estrés basada en la atención plena (REBAP). “Se ha demostrado que la REBAP fortalece realmente las áreas del cerebro que se utilizan para regular las emociones y procesar el aprendizaje y la memoria”, explica la entidad. Señala que este programa suele ser impartido en un curso que dura ocho semanas y es dirigido por profesionales capacitados y certificados en REBAP, e incluye ejercicios de respiración, estiramiento y percepción.
En la medida que las personas van teniendo práctica en la REBAP, pueden aprender a usar estas habilidades para incrementar la aceptación de lo que sucede en su vida diaria y el entorno en general. “A nivel práctico, esto significa transformar situaciones, como embotellamientos, de desencadenantes del enojo a simples inconvenientes que entiendes y aceptas como fuera de tu control”, señala la entidad.
La segunda práctica que recomienda es la meditación, destaca que diversos estudios han puesto en evidencia que las personas que meditan tienen mayores volúmenes de materia gris en las áreas del cerebro que regulan el control de la respuesta. Según Mayo Clinic, esa puede ser la razón por la cual los meditadores suelen tener una mirada más positiva, son más estables desde el punto de vista emocional y más conscientes que el promedio general.
“Con la práctica continuada, la meditación puede ayudarte a evocar la paciencia para lidiar sin estrés con los disgustos cotidianos, desde largas colas en las tiendas de comestibles hasta tediosas reuniones de trabajo”, reseña la entidad.
Por último, la entidad sin ánimo de lucro se refiere al movimiento consciente, el cual está presente en diversas prácticas como el yoga, aikido, tai chi y qigong. Todas son formas de movimiento consciente diseñadas para ayudar a fortalecer el cuerpo y la mente. “Muchos estudios de investigación han demostrado que la práctica de movimiento consciente ayuda a reducir el estrés, los pensamientos negativos y la depresión. Estos ejercicios controlados te enseñan a concentrarte en tu respiración y cuerpo a medida que realizas movimientos específicos”, describe la entidad sin ánimo de lucro. Destaca que como efecto secundario, el movimiento consciente permite aumentar la paciencia, pues en la medida que las personas repiten el proceso una y otra vez, aprenden a relajar la mente.
La paciencia es clave para aprender a apreciar los pequeños momentos de la vida. De hecho, la entidad sin ánimo de lucro resalta que se aprenden a disfrutar los momentos de “transición”, como los semáforos, las filas en los supermercados o los viajes en ascensor. “La persona impaciente, probablemente tome el teléfono, ansiosa por llenar el tiempo que transcurre desde donde estaba hasta donde se dirige. La persona cada vez más paciente, guarda el teléfono en el bolsillo y, en su lugar, utiliza sus sentidos y aprecia el momento”, concluye Mayo Clinic.