Felicidad
Según investigadores españoles, el dinero no hace la felicidad: esta cualidad proviene de la familia, la comunidad o la naturaleza
El estudio, hecho con personas de entre 20 y 50 años, desvirtúa la supuesta relación que hay entre el crecimiento económico y el bienestar en los países pobres.
Los investigadores del Instituto de Ciencias Ambientales y Tecnologías de la Universidad Autónoma de Barcelona están que no caben de la dicha. Su más reciente estudio les dejó cifras mucho más placenteras y esperanzadoras que las de las cuentas bancarias de un multimillonario. Ellos opinan que no es necesario tener un sueldo o un ingreso mensual de más de seis dígitos para ser feliz.
Según Sara Minarro, médica y autora principal de la investigación, las comunidades donde hay poco dinero en efectivo están tan contentas como las de las sociedades ricas. “Eso es porque los enfoca en otros valores, incluida la familia y la belleza de la naturaleza”, explica.
La esperanzadora encuesta hecha en islas Salomón y Bangladesh, dos países de muy bajos ingresos, revela que en este tipo de sitios menos materialistas las personas pasan mucho más con la familia y tienen un contacto permanente con la naturaleza. “Esta forma de vida es la responsable de hacerlos felices”, dijo la investigadora.
Los encargados de recoger los datos compartieron una buena cantidad de tiempo con pequeñas comunidades pesqueras. El idioma no fue impedimento, después de un saludo sonriente, como es de esperarse en un ambiente feliz, los participantes fueron entrevistados varias veces durante meses con la ayuda de traductores locales. Las conversaciones, en persona o con inesperadas llamadas telefónicas, fueron diseñadas para obtener información sobre lo que realmente constituye la felicidad, una sensación tan subjetiva como difícil de describir.
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Lo que les facilitó la investigación a los miembros del Instituto de Ciencias Ambientales y Tecnologías de Barcelona fue indagar sobre los estados de ánimo, el estilo de vida tranquilo, los ingresos familiares, el nivel de integración y las actividades al aire libre en la naturaleza, como la pesca.
Al contrario, el estudio también encontró que los factores sociales y económicos comúnmente reconocidos en los países industrializados pueden ser perjudiciales para la felicidad. De hecho, donde el dinero tiene mayor circulación, como en las zonas urbanas de Bangladesh, esta sensación de bienestar disminuyó.
En general, los participantes con niveles de felicidad notablemente altos fueron comparables a los que se encuentran en los países escandinavos, quienes generalmente ocupan los primeros lugares en este tipo de encuestas.
El último resultado del Índice Global de la Felicidad, publicación anual de las Naciones Unidas que mide la percepción de generosidad y del futuro junto con las condiciones de salud, de ingreso y libertad de expresión que tienen las sociedades en 157 países, ubica a las naciones nórdicas en la parte superior de su escalafón. Finlandia, en particular, es el país más feliz del mundo. A este país de Europa del Norte les sigue, en su orden, Dinamarca, Suiza, Islandia, Noruega, Holanda, Suecia, Nueva Zelanda, Austria y Luxemburgo.
Para encontrar un país latinoamericano en este Índice Global de la Felicidad hay que llegar hasta la posición 15, donde se encuentra Costa Rica. La nación centroamericana es, además, la única de América Latina ubicada entre las 20 primeras del listado. Colombia, que en 2014 fue noticia por ser supuestamente el país más feliz del mundo, apenas llega al puesto número 44 después de Trinidad y Tobago.
A propósito, un estudio del observatorio Pulso del Consumidor de Sinnetic, empresa de consultoría en analítica e investigación, midió el grado de felicidad de los colombianos cruzando información del Índice Mundial de Felicidad con el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas.
La principal conclusión es que la pandemia le pasó cuenta de cobro al estado de ánimo de los colombianos: “Se observa que el 89 % de los ciudadanos colombianos no son felices”, concluye el reporte.