Televisión
Sex Education: habla en SEMANA uno de los protagonistas de la serie; “los jóvenes no sabemos cómo hablar de sexo con los papás”
‘Sex Education’ es una de las series juveniles más exitosas de los últimos tiempos. Pero, más allá de entretener, se convirtió en una suerte de guía para padres despistados que no saben cómo hablar de este tema con sus hijos.
La temporada final de la serie británica Sex Education se estrenó el pasado 21 de septiembre y en su primera semana en Netflix alcanzó 13,4 millones de visualizaciones. La cifra puede sorprender, pero no en Reino Unido, donde, según la propia plataforma, esta producción en la que un grupo de adolescentes de secundaria narran sus vivencias sexuales, de la manera más cruda, ha sido más vista por los padres de familia que por los propios jóvenes.
La ficción creada por Laurie Nunn triunfa porque se olvida de las fronteras morales y habla sobre sexo mirando directamente a los ojos de los espectadores, incluso, sobre algunos estigmas como el vaginismo o la eyaculación precoz.
La comedia, que se estrenó en 2019, sigue los días de Otis (Asa Butterfield) en la escuela secundaria Moordale. Un joven tímido que crece con el trauma de haber visto de niño a su padre teniendo sexo con otra mujer distinta a su mamá. Ella, exitosa sexóloga, pese a su experiencia, intenta descifrar el mundo de la sexualidad de los jóvenes, marcada por la masturbación, el aborto, la experimentación en la que las fronteras del género no existen, la presión de grupo y las enfermedades de transmisión sexual.
Otis siente una especie de aversión al sexo, al menos en las primeras temporadas. Ni siquiera es capaz de masturbarse, como lo hace con naturalidad su mejor amigo, Erick, homosexual, y sus compañeros de la escuela. “No entiendo por qué todo el mundo pide sexo”, se le escucha decir en algunos capítulos.
Lo más leído
Sin embargo, con el tiempo descubre que el oficio de su mamá lo lleva en la sangre. Y se convierte en una suerte de novato terapeuta que resuelve los líos sexuales de sus compañeros a través de su propia e improvisada clínica sexual. La clave, dirá el actor que le da vida, es simple: saber escuchar.
Butterfield —famoso por su aparición en Hugo, de Martin Scorsese— asegura que el éxito de la serie ha sido precisamente que aborda sin filtros y con ingenio lo que para muchos padres y educadores sigue siendo un tabú. “Sex Education lo hace con profundidad y con humor. Sin esconder nada, naturalizando la sexualidad, el deseo, la curiosidad que desde niños sentimos por el cuerpo. Llama a las cosas por su nombre. Por eso, para algunos, más que una serie ha sido una biblia de cómo los jóvenes viven y experimentan la sexualidad en esta generación”.
El del sexo es un tema complicado, dice, especialmente para la gente joven. “Los chicos y chicas no saben cómo tratar el asunto con sus padres. Incluso, para la gente adulta es difícil encarar la sexualidad. Me gusta pensar que Sex Education ha logrado romper el hielo en este sentido. Ha conseguido abrirles puertas a las conversaciones sinceras y naturales. Sobre todo, porque hemos tratado de mostrar que una relación no tiene que ser siempre sexi o satisfactoria”, asegura el actor de 26 años.
A pesar de que se trata de una comedia dirigida a un público joven, la serie aborda temas como la vergüenza del aborto, la virginidad y la complejidad de las relaciones interpersonales.
También destaca cuestiones importantes, desde el acoso y las enfermedades de transmisión sexual, hasta la discapacidad e identidades trans y no binarias. “Otro de sus aciertos, y por eso es que quizá es tan vista por los padres de familia, es que muestra a través de la historia de varios personajes, como el rector del instituto, el impacto que una sexualidad reprimida tiene en la adultez. Yo creo que muchos de esos papás que la han visto en todos estos años se preguntan por qué no contaron en su época con las herramientas y la libertad que tenemos los jóvenes hoy para hablar de nuestra sexualidad”, agrega Butterfield.
En ese sentido, destaca que plantea situaciones comprometedoras, incómodas o vergonzantes, “sobre todo, durante las primeras veces en el sexo. Hablar con honestidad sobre esto ayuda a que seamos más conscientes de todo lo que implica mantener un encuentro íntimo con otra persona o, incluso, contigo mismo. Todos hemos pasado por esto a una determinada edad, pero aun así sigue siendo un asunto cargado de tabúes y limitaciones”.
Para Butterfield —que a los 10 años consiguió su primer papel, en 2008, como protagonista de El niño con la piyama de rayas—, el manejo de la inclusión y la diversidad ha sido otro de los puntos fuertes de Sex Education. “Lo ves en un personaje como Erick, que, en la medida en que evoluciona la serie, se va redescubriendo en la diferencia de su sexualidad y encuentra su lugar en el mundo. Pasa de ser un chico casi reprimido y matoneado a uno que no teme vestirse y maquillarse como quiere. La serie recoge el sentir de esas comunidades que han sido marginadas y puso al mundo a conversar sobre eso”.
Trata, además, explica Butterfield, cómo ha evolucionado el concepto de la familia. En Sex Education uno de los compañeros de Moordale es hijo de una familia con dos mamás. Y Otis mismo es hijo de padres separados.
Dicha realidad no dista mucho de la propia vida del actor. Nacido en Islington, al norte de Londres, su familia está compuesta por tres hermanos (dos mujeres y un hombre), fuera de su madre psicóloga y su padre redactor publicitario —quienes se divorciaron cuando él era tan solo un niño—, por lo que creció en dos hogares en la adolescencia.
Un actor de carácter
Aunque, según Butterfield, en su casa siempre pudo hablar de sexualidad, cree que su mayor reto llegó cuando estelarizó aquella película recreada en la Alemania nazi y que por poco lo obliga a cambiar de profesión.
En efecto, Martin Scorsese torció su destino y lo convenció de no abandonar la carrera en Hollywood después de protagonizar El niño con la piyama de rayas, dirigida por el británico Mark Herman.
El director inglés conoció a Butterfield cuando solo tenía 10 años y al verlo en la audición sintió que “su actuación había sido excepcional”, ya que “encajaba con la inocencia del personaje principal”.
Y aunque el filme le abrió las puertas de Hollywood y lo ayudó a conseguir papeles de mayor reconocimiento después, el actor aseguró que “los recuerdos” que le quedaron de esa experiencia actoral fueron “los más difíciles”.
Uno de ellos fue la escena en la cámara de gas donde muere su personaje. “Sabía lo que estábamos demostrando y que solo era una actuación, pero recuerdo estar en una habitación llena de hombres y algunos estaban completamente desnudos. Estaba oscuro, nos cerraron la puerta y fue simplemente horrible”.